Por Ramón Sabino
Ante las acusaciones de represor por parte de Frenaa, resurge el pasado obscuro de un personaje que la jefa de gobierno no se cansa de endiosar cada que tiene oportunidad. Tras la campaña de victimización y hacerlo cuasi un héroe por el “fallido” atentado contra su persona, Omar García Harfuch ahora surge como el brazo represor de Claudia Sheinbaum, al impedir la marcha de un minoritario, aunque legitimo bloque opositor, para llegar a la plancha del zócalo capitalino, con el pretexto que iban a caer en “conflicto” con las feministas.
A pesar de la promesa de libertad y respeto a los contrarios de la 4T, repetida hasta el cansancio por el presidente AMLO, la zalamería por quedar bien con el preciso, ocasiona actos contrarios a las garantías que dice defender el gobierno social de la científica, electa como jefa de gobierno, o ¿se manda solo el Secretario? Porque si hipotéticamente así fuera, no sería rara esa reacción de un personaje con retorcida historia, como el actual jefe de la policía capitalina.
Hay que recordar sus nexos, (no supuestos) con el Secretario de Seguridad Pública Federal durante el sexenio de Felipe Calderón, Genaro García Luna que, de acuerdo a los señalamientos de Édgar Valdez el famoso “La Barbie” (el mismo que puso de moda la “narcofashion” con su famosa playera) narco agente infiltrado de la DEA y del propio Departamento de Defensa de los Estados Unidos, estaba coludido con el Cártel de Sinaloa y que al día de hoy permanece preso en Estados Unidos esperando sentencia.
Investigaciones periodísticas serias, como la de Anabel Hernández, señalan sin ambages que el actual Secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, fue un policía corrupto y cómplice del citado García Luna y tenía vínculos directos con el narco, sin embargo estos gravísimos señalamientos no hacen mella en el ánimo de Claudia Sheinbaum, que declaró que ella tenía toda la información clara y clasificada de que “no tenía vinculación alguna con García Luna”, ante esto, ¿para qué queremos jueces si ya lo absolvió de facto la máxima autoridad capitalina?
La periodista también denuncia en su investigación que las indagaciones sobre el caso de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa vinculan a García Harfuch al grupo de paramilitares y narcotraficantes “Guerreros Unidos”. De acuerdo con estas pesquisas, el actual Secretario de Seguridad de la CDMX podría tener lazos con la desaparición forzada de personas, ¿también es inocente jueza Claudia?, o ¿son muchas las influencias de este nuevo héroe, que navega con la bandera de la pureza?
Y es que Omar no viene de la cultura del esfuerzo, ni surgió de la meritocracia, este joven “superpolicia” no se inventó, asimismo, sino que es heredero de las glorias de su abuelo, Marcelino García Barragán, quien fue Secretario de la Defensa en 1968, e hijo de Javier García Paniagua, uno de los fundadores de la temida ex Dirección Federal de Seguridad, actora principalísima de la guerra sucia contra los opositores principalmente en los setentas y principios de los ochentas.
De ahí que, aunque instruido en los mejores colegios, su meteórica carrera se explica por el amiguismo y el influyentísmo de su poderosa familia, Omar creció rodeado e inducido por los aparatos e ideología represora que operaba tan eficientemente su parentela, lo que no queda claro es porque la defensa a ultranza de la “izquierdista jefa de gobierno”
Defensa de la que careció el anterior Secretario de Seguridad Publica, Jesús Orta, que ahora es perseguido y denostado, por la misma autoridad que antes lo defendía, ante las protestas feministas por los feminicidios en Azcapotzalco cuando fue agredido, en ese entonces Sheinbaum dijo que Orta seguiría en su puesto porque “hacia muy bien su trabajo”.
Ahora hasta su sucesor se deslinda, si, el mismo y cuestionado García Harfuch, en comparecencia reciente ante el pleno del congreso de la CDMX, se le fue con todo y marcó distancia, pues a decir suyo su arribo a la institución de seguridad trajo un “cambio de paradigma” pasando de un esquema preventivo a uno proactivo, lamentando que antes de su llegada, no había “inteligencia ni continuidad en la persecución del delito”
Y ya entrado, el nuevo paladín de la ciudad de la esperanza, cacareo ante diputados, que en 13 de 14 delitos de alto impacto se logró una significativa reducción, siete delitos disminuyeron en un 36% como el robo al interior del metro, robo a bordo de microbús en un 48%, robo a bordo de taxi en 46%, el robo a transeúnte en un 42%, robo a negocio en 36% y robo a cuentahabiente en 36%, cifras “impresionantes” que pueden ser ciertas… lo que se le olvido “informar” es que paralelamente a esos “logros”, la movilidad en la CDMX bajó un promedio de 65% durante los primeros meses de la jornada nacional de sana distancia, por el Covid-19.
Si a esas vamos, ahora solo falta que presuman que han bajado las protestas ciudadanas, para justificar la nueva estrategia represora, total, el fin justifica los ¿miedos?