Opinión MARIO GALLARDO MENDIOLEA
El zócalo de la CDMX lleno de gente, los tigres del norte cantando un narcocorrido mientras la chairiza los aclama, los siervos de la nación vendiendo y hasta regalando tortas, gorras y playeras que decían AMLO, la chairiza saludando con extrema emoción al dron a su paso mientras graba, muchos de ellos, lamentando no encontrar un cable de luz cerca para colgar sus tenis y dejar un recuerdo en el alumbrado público de la noche del grito de su mesías, el presidente sale al balcón y mira a sus mascotas que se sienten parte de una transformación que en realidad ni entienden, ni conocen. Grita el emperador ante la gente «Muera el clasismo, muera el racismo» y el clamor popular de aquellos que han sido envenenados con el discurso de odio de aquel que dice representarlos, responde al unísono: MUERA.
Siguen los juegos pirotécnicos comprados con nuestro dinero para dar circo a la clientela del rey, hoy las croquetas para las mascotas del dictador se llamaron: los tigres del norte. Un niño plática a su padre que Andrés Manuel sale en su libro de texto como un gran presidente y el padre orgulloso responde al niño que apure con la caminata, no vayan a perder el camión que los lleva de vuelta a la periferia de la ciudad, esa ciudad donde está el lujoso Palacio en qué vive aquel, que se supone, quiere que muera el clasismo.
Noche de algarabía entre los que no saben que no saben y entre los que han optado por odiar incluso a los suyos con tal de defender a su líder, a ese perverso tabasqueño al que adoran y veneran a costa de lo que sea, incluso, a costa de ellos mismos.
La obra está hecha, Andrés Manuel hoy cumplió su sueño, un pueblo sumido en la inseguridad, la pobreza, la división, el caos y la ignorancia, un pueblo aplaudiendo y disfrutando las pocas migajas que les son arrojadas desde el balcón de Palacio.
Un pueblo que besa la mano del asesino de sus hijos enfermos de cáncer, del que los dejó sin atención médica, del que ha provocado una inflación de precios que condena a quienes menos tienen, del que solapa criminales y hace gobernadores a violadores y narcotraficantes, besa la mano del que éste 15 de septiembre ha ordenado liberar 2685 reos para seguir destruyendo nuestra nación hasta que al fin no quede nada en pie de lo que alguna vez fuimos.
Hoy el grito fue como lo he dicho ya, el inicio formal de una dictadura, de la dictadura de la ignorancia, la apatia, la corrupción y el descaro de un rapaz sociocomunista, un auténtico perro disfrazado de osito de peluche.
Escribió
Lic. Mario Gallardo Mendiolea.EL SUEÑO CUMPLIDO DE ANDRÉS MANUEL
El zócalo de la CDMX lleno de gente, los tigres del norte cantando un narcocorrido mientras la chairiza los aclama, los siervos de la nación vendiendo y hasta regalando tortas, gorras y playeras que decían AMLO, la chairiza saludando con extrema emoción al dron a su paso mientras graba, muchos de ellos, lamentando no encontrar un cable de luz cerca para colgar sus tenis y dejar un recuerdo en el alumbrado público de la noche del grito de su mesías, el presidente sale al balcón y mira a sus mascotas que se sienten parte de una transformación que en realidad ni entienden, ni conocen. Grita el emperador ante la gente «Muera el clasismo, muera el racismo» y el clamor popular de aquellos que han sido envenenados con el discurso de odio de aquel que dice representarlos, responde al unísono: MUERA.
Siguen los juegos pirotécnicos comprados con nuestro dinero para dar circo a la clientela del rey, hoy las croquetas para las mascotas del dictador se llamaron: los tigres del norte. Un niño plática a su padre que Andrés Manuel sale en su libro de texto como un gran presidente y el padre orgulloso responde al niño que apure con la caminata, no vayan a perder el camión que los lleva de vuelta a la periferia de la ciudad, esa ciudad donde está el lujoso Palacio en qué vive aquel, que se supone, quiere que muera el clasismo.
Noche de algarabía entre los que no saben que no saben y entre los que han optado por odiar incluso a los suyos con tal de defender a su líder, a ese perverso tabasqueño al que adoran y veneran a costa de lo que sea, incluso, a costa de ellos mismos.
La obra está hecha, Andrés Manuel hoy cumplió su sueño, un pueblo sumido en la inseguridad, la pobreza, la división, el caos y la ignorancia, un pueblo aplaudiendo y disfrutando las pocas migajas que les son arrojadas desde el balcón de Palacio.
Un pueblo que besa la mano del asesino de sus hijos enfermos de cáncer, del que los dejó sin atención médica, del que ha provocado una inflación de precios que condena a quienes menos tienen, del que solapa criminales y hace gobernadores a violadores y narcotraficantes, besa la mano del que éste 15 de septiembre ha ordenado liberar 2685 reos para seguir destruyendo nuestra nación hasta que al fin no quede nada en pie de lo que alguna vez fuimos.
Hoy el grito fue como lo he dicho ya, el inicio formal de una dictadura, de la dictadura de la ignorancia, la apatia, la corrupción y el descaro de un rapaz sociocomunista, un auténtico perro disfrazado de osito de peluche.