Por Eduardo Ibarra Aguirre
¿Qué es el Plan DN-III-E? La pregunta es de la Secretaría de la Defensa Nacional y la respuesta localizada en la página de internet de la misma Sedena, es la que sigue:
“México se localiza en una región geográfica vulnerable a diversos fenómenos perturbadores con alto potencial destructivo, principalmente los geológicos a consecuencia del Eje Neovolcánico y el Cinturón de Fuego e hidrometeorológicos por ser un país bioceánico; citados fenómenos, año con año afectan el territorio nacional, siendo una preocupación del gobierno federal, aminorar o limitar sus efectos en la población, que son de diversas magnitudes”.
Explica que “Por lo anterior y derivado de un mandato presidencial, en 1965, se elaboró e incluyó en la planeación estratégico-militar, el ‘Plan de auxilio a la población civil’ recibiendo la denominación de ‘Plan DN-III-E’ al integrarse como anexo ‘E’ de la Tercera Edición del Plan Director de Defensa Nacional (DN-III) entonces vigente”.
Ubica así el estreno del plan que ya resulta familiar precisamente por la ubicación geográfica de México: “Con motivo del impacto del huracán ‘Inés’ en octubre de 1966, que provocó el desbordamiento del río Pánuco afectando la porción sur de Tamaulipas y norte de Veracruz, se pone en ejecución por primera vez el citado plan, con resultados positivos, propiciando una recuperación rápida de la zona de desastre”.
Más de seis décadas de operación año con año del conocido simplemente como Plan DN-III por parte de millones de damnificados de las inclemencias de la naturaleza, pero sumamente influidas por factores económicos, sociales y educativos, dan abundantes testimonios de la eficacia del Ejército, pero también de la Marina, para salvar y proteger vidas, incluso a costa de la integridad física e intelectual de soldados y marinos.
Reconocer lo evidente no es en demérito de una visión crítica de las fuerzas armadas, que data de 1966 cuando la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, dirigida por Ramón Danzós Palomino, era hostigada por el Ejército. O bien durante octubre de 1993-febrero de 2002 con el caso del general Gallardo y la revista Forum reprimidos hasta la desmesura por los generales secretarios Antonio Riviello Bazán (con Carlos Salinas) y Enrique Cervantes Aguirre (con Ernesto Zedillo).
Es, en todo caso, leer la realidad sin prejuicios y ataduras. También reconocer complejidades en las que el mismo Ejército tiene la capacidad y las directrices de los altos mandos que le permiten auxiliar a la población damnificada con acciones hasta heroicas, a la vez que cometer atrocidades contra civiles inocentes durante la guerra contra el narcotráfico, decretada por Felipe Calderón en diciembre de 2006, pero no sólo también antes y después del ahora rebautizado como Comandante Borolas.
La explicación facilona sostendrá que son secciones muy distintas las que se ocupan de una y otra funciones. Puede ser, mas es la misma institución, el Ejército y Fuerza Aérea, agrupados y dirigidos desde la Sedena.
Y esto me lleva directo al núcleo de estas líneas, previas al puente por las fiestas patrias, el alegato político e ideológico tan extendido en diversos ámbitos de las sociedades política y civil de que los soldados y marinos están capacitados y aun educados en la lógica del enemigo, y al enemigo como es sabido es preciso abatirlo. Y que por ello mismo violentan de manera natural los derechos humanos cuando cumplen tareas y funciones relativas a la seguridad pública. ¿Será así?
Hasta el martes 17 por la noche.