Opinión CARLOS RAMOS PADILLA*
No ha pasado ni un mes cuando desde el extranjero han sometido a López Obrador a una calificación durisima. Vamos ni siquiera a al gobierno en su conjunto o a Mėxico como nación, sino a él.
Al presidente le molestó, le dolió el articulo publicado por The Economist donde se le nombró como El Falso Mesias. Tal fue su incomodidad que su desgaste verbal fue durante dos días superando por mucho cualquier discurso en favor de las víctimas del càncer o del colapso del Metro. Ebrard trató de debilitar el golpe con un texto que mas intentó justificar que defender.
Por supuesto Marcelo no se atrevió a subrayar el pésimo manejo de la pandemia, la corrupción en el circulo cercano y familiar del Ejecutivo, el incremento de la pobreza, la multiplicación de los pobres, los feminicidios e incluso el desplome en la Linea Dorada.
El tratamiento simuló una mañanera por escrito intentando desviar la atención, crear distractores y engañando a esos extranjeros que en verdad si tienen datos, inversiones e información real de lo que pasa en nuestro pais.
Ello, desde allà, con sus alianzas y sistemas de inteligencia saben mucho màs que todos los mexicanos sobre los movimientos autorizados por el gobierno al narcotràfico, los testigos protegidos, las mafias, los cómplices en la burocracia, en fin, lo que aquí se niega con la facilidad de decir «honestidad valiente».
Horas después otra valoración negativa desde Francia a través de Le Monde. Ahi demuestran como amlo esta interviniendo an la campaña electoral, la «electriza», señalan. Y en su turno, en Alemania, el diario WELT fustiga a amlo por si gestión autocrática e intenciones abiertas por acabar con las instituciones. en palabras mas, en palabras menos, eso se ha dicho cientos de ocasiones en nuestro país, pero aquí al gobierno se les resbala o ataca con descalificaciones.
Lo cierto es que esto demuestra que las gestiones diplomáticas de Ebrard han sido un rotundo fracaso y que la estampa de amlo en gran parte del mundo es de una absoluta descalificación y desconfianza. Y no se puede argumentar que allà son fifis o calderonistas, ven lo que muchos observamos aquí una constante en los errores y un propósito de considerar al presidente o como víctima de complots artificiales o como el salvador perdonavidas que necesitábamos para entender que nadie como él para engrandecer a México. Hemos referido y comprobado como, gracias al gobierno, somos la burla del mundo.
En su sano juicio no se puede creer que lo mismo demandamos disculpas por la conquista que ofrecemos disculpas por genocidio contra asiáticos. No es comprensible que antes que él todo era un pantano y por ello se lleva a juicio mediante una consulta callejera a expresidentes pero sus actos de enorme sospecha de corrupción son “aportaciones”.
No saben cómo es que come con la madre de uno de los delincuentes más peligrosos del mundo y deja en libertad a su hijo con razonamientos tan absurdos que dejan sin efecto al Estado de Derecho. Se burlan de él por la rifa del avión, por la compra de una refinería, por sentirse Juàrez, por sus estampitas milagrosas, por su rebeldía al tapabocas, por decir “caca”, “fuchi”, “al carajo”, “ya chole”.
En verdad en países desarrollados, cultos y educados no dan crédito a estas expresiones regaladas por un presidente a su pueblo. Por estas razones y otras más, “el legítimo” es severamente sancionado en el extranjero y aunque critique Ebrard la corriente ideológica de The Economist, ignora su fuerza editorial, que su tendencia es por la defensa de los actos liberales. No fue suficiente como para videograbar a un embajador robando libros o los come cacahuates en la Casa Blanca o al desorden en el consulado de México en Estambul, las fotos de los hijos del presidente gozando de millonarios privilegios en el mundo coloca a amlo en un balance difícil de defender. El lo sabe por eso está molesto, porque el héroe hasta hoy es de esa plastilina que empieza por derretirse.
*Conductor del programa VaEnSerio MexiquenseTV canal 34.2