Opinión. Francisco D´Angelo Ohep*
“Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Por eso hemos venido a cobrar ese cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia”.
Discurso “Tengo un Sueño”, 28 de agosto de 1963.
Dr. Martin Luther King.
En toda época los humanos siempre hemos pensado que nos toca vivir lo peor, un fin del mundo; John D. Rockefeller, en su libro “Autobiografía de un Titán”; decía “El pánico del año 1907 ha sido el peor, fue la caída más grande de la bolsa de valores de New York, por la falta de confianza de los ahorristas. Nadie escapo de él, ni grandes ni pequeñas organizaciones. Instituciones importantes debieron ser auxiliadas debido a la desconfianza y el miedo irrazonable”. No sabía Rockefeller que años después en 1917, se viviría una tragedia peor, la gripe española de finales de la primera guerra mundial.
Ya en 1916 se habían detectado 18,886 muertes por gripe. Pero España no formo parte de la primera guerra mundial, y siempre dio números ciertos de sus enfermos, mientras los países en guerra los ocultaban. Por esta razón, se supuso que en España había aparecido la primera víctima de la pandemia, cuando en realidad había sido en Francia. Entonces se le coloco el nombre de “Gripe Española”.
Esta Gripe mato a unos 50 millones de personas, entre ellas al Rey Alfonso XIII y al jefe del gobierno español Manuel García Prieto.
En ese momento se encontraron, para luchar contra esa amenaza, con pocos médicos, el analfabetismo y la ignorancia de la época. Paradójicamente hoy luchamos contra los mismos males, con escaso acceso a los servicios de salud, por ignorancia, al no implementar políticas que enfrenten estos problemas; además, aunque no por falta de médicos, se importan médicos cubanos cuestionados en su capacidad profesional.
Los discursos no han cambiado desde la época de la gripe española; en pleno siglo XXI los líderes de los países asumen posiciones diferentes frente a la pandemia, algunos tratan de decir la verdad y otros es evidente que bajan u ocultan las cifras.
La idea liberal es apoyar al estado y la iniciativa privada para enfrentar la crisis, mientras los ultra izquierdistas buscan que todas las acciones queden en manos del estado, sin darse cuenta que las criticas también las absorbe el gobierno. El Estado sin la iniciativa privada, no puede conseguir las metas de evolución nacional, porque para el logro de estas, se debe partir de la actuación de todos los sectores de la sociedad en conjunto.
Las pláticas de los dirigentes son distintas, unos buscan controlar, seleccionar y redistribuir el poder para dominar los acontecimientos y, como decía Foucault , “…conjurar los poderes, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad. En fin, torcer la realidad y tratar que las masas crean en la verdad del líder”.
Algunos líderes buscan agregar realismo mágico a su discurso, incluyendo elementos fantásticos en su narración, desde soluciones con amuletos, hasta negar la realidad diciendo que la enfermedad no existe o la crearon los enemigos del Gobierno, los extranjeros, gobiernos anteriores o una extensa lista de excusas, para así llegarle al pueblo.
Aunque sea difícil de creer, los discursos de los líderes pueden lograr que un país evolucione o se atrase, un demagogo hace que el país vaya lento, mientras que un líder diligente, que se basa en la verdad y la libertad, hace que la sociedad evolucione con rapidez.
Bien decía Lluís Duch. “A mayor velocidad, mayor poder, mayor control: es una constatación histórica irrefutable tanto en las culturas orientales como en las occidentales”. Dicen, que el dinero no es importante, pero este puede comprar soluciones, dar acceso a mejores oportunidades y aumentar la velocidad de respuesta a los problemas.
Veamos un ejemplo donde tres personas con morbilidades producto de enfermedades asociadas, enferman de Covid 19. Uno es un expatriado asignado a México que acude a un hospital privado con su seguro médico y bajo estas condiciones su posibilidad de muerte es de un 5%; el otro caso es un empleado público a quien su presidente le quitó el seguro privado, le bajó el sueldo y por tanto, no ha podido comprar un seguro de salud privado. Este individuo tiene que acudir al Seguro Social y su posibilidad de muerte aumenta a 11,7 %. Por último, está el caso de un solicitante de refugio que no tiene identificación en el país y por tanto, no lo atienden ni siquiera en una emergencia del Seguro Social, así que su caso puede resultar mortal.
En México, todos tienen supuestamente derecho a la salud, lo encontramos estipulado en el artículo 4 de la Constitución, además unos 50 millones de personas estaban asociadas al seguro popular hasta 2018; pero más de 30 millones de mexicanos trabajan en el sector informal, quien atiende a estas personas sin seguro alguno el día de hoy?.
Hace poco tiempo se eliminó el Seguro Popular y se creó el Instituto de Salud para el Bienestar INSABI; 23 estados se unieron a este programa que busca dar atención a las personas que no estén en el Seguro Social, aunque piden CURP o RFC, por cuanto quien no los tengan, esta fuera del sistema.
Este ha sido un cambio drástico, al parecer la intención era no dar atención a todos los ciudadanos, pues unos no pueden pagar; pero esto trajo consigo un fuerte desabasto de medicinas, ya que, anteriormente, los proveedores distribuían a los hospitales del IMSS, ISSSTE, SEDENA y Seguro Popular; entonces decidieron que fueran los mismos organismos los que distribuyeran la medicina, esto genero un caos y el mencionado desabasto.
Todos los empresarios en México saben lo complejo que es la distribución de cualquier producto en el país, por otra parte, el mundo farmacéutico es sumamente especializado, son pocos sus actores en todo el mundo; en fin, buscando supuestamente evitar monopolios, los que terminaron sufriendo sin tener acceso a medicinas fueron los pacientes, entre ellos los niños con Cáncer.
El cambio radical de políticas sin tener un remplazo estructurado, es un salto al vacío y quienes sufren son los más vulnerables; debemos estar atentos a los cambios que quiere hacer el gobierno a las Afores.
Esta terrible pandemia nos hace reflexionar en lo separado que esta el discurso de los gobiernos populistas de la realidad, porque aunque dicen querer ayudar a los pobres, hacen lo contrario.
Lo mismo que ocurre con la salud, lo podemos trasladar a otros sectores como: justicia, seguridad, educación, acceso a empleos y muchos otros. Los políticos conocen perfectamente cuales son las soluciones a los grandes problemas que se basan específicamente en la falta de igualdad de oportunidades.
Pero ellos tienen un discurso dirigido a la masa votante, solo con lo que ésta desea escuchar; luego dan órdenes diferentes y actúan de una forma contraria a todo lo planteado. Esta demagogia estratégica y deliberada la observamos en varios aspectos: primero, asegurar votos de sus partidarios adoctrinados e ignorantes, segundo, dar órdenes para que lleven su línea política y de intereses; todo esto, con la finalidad de acaparar el poder, destruir instituciones y a las personas que sean obstáculo para sus metas y propósitos.
Esta actuación se combina, en ese líder, entre alimentar el ego (hacer lo que le venga en gana) y a la vez fortalecer su poderío popular y económico; realmente lo que les interesa, son los votos y el dinero para mantener el poder. Esto último es típico y lo han aprendido de los delincuentes; con total falta de ética y moral tratan de acumular la mayor cantidad de dinero para comprar personas cuando sean descubiertos, o por si les va mal y pierden el poder o la popularidad,
Como decía el Dr. Luther King, seguimos esperando cobrar el cheque que nos “dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia”.
Francisco J D´Angelo Ohep*
Abogado, Master de Derecho Internacional Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es Director Fundador de VENEMEX una ONG de ayuda a los refugiados venezolanos en México.