Opinión. CARLOS RAMOS PADILLA
Nunca antes en nuestra nación se habían operado campos de exterminio, zonas para la desaparición de personas, áreas para eliminar cadáveres para que no existan registros. Jalisco y Tamaulipas son hoy por hoy el más claro ejemplo de la amplitud con que se manejan los criminales bajo la política de “abrazos no balazos”. Y los miembros de Morena ya no saben cómo esconder su narrativa contestataria contra los adversarios. “Es herencia sangrienta de Calderón” ufff ya explicaron, ya se exculparon. “No somos nosotros en Movimiento Ciudadano” zas! A traicionar a sus rémoras políticas. “Son asuntos locales no del gobierno”, ignorancia plena debido a que los crímenes de lesa humanidad y el narcotráfico así como el uso exclusivo de armamento militar son asuntos federales.
Lo ocurrido en Ayotzinapa fue la manipulación política de ese asunto aún sin resolver y que dejó en ridículo al gobierno de amlo y a Alejandro Encinas. De un evento local lo elevaron a federal acusando a Peña Nieto porque encontraron drogas y así protegieron a muchos involucrados incluyendo al exgobernador Ángel Aguirre. ¿Y qué a ocurrido?, se fortalecieron los narcos (grupos como los “ardillos”), y continúan controlando el corredor Acapulco, Chilpancingo, Taxco y Cuernavaca, donde por cierto recibe protección también, y ante las evidencias publicadas, el exgobernador Cuauhtémoc Blanco.
En Guerrero se descubrió un incinerador al aire libre, ahora en Jalisco un centro de exterminio. Pero el griterio de los de siempre en Morena en completo autismo. Ya no se oye a Epigmenio Ibarra, Andrés López Beltrán, Citlali Hernández, Paco Taibo, Abraham Mendieta y otros tantos guerrilleros del verbo ante esta locura que va más allá de cualquier entendimiento racional o del cumplimiento constitucional de garantizar la seguridad pública.
Aún con la gravedad del caso hay grotescos personajes como Noroña que sin entender la posición que ocupa intenta meter en prisión a sus incómodos adversarios como el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, que en ningún momento ha sido desmentido, si confrontado, por sus sólidos argumentos.
Noroña no ha podido contrarrestar los posicionamientos de los senadores de oposición que demandan respuestas claras y sanciones ejemplares ante la ineficiencia gubernamental de este y el sexenio pasado. Incluso, las averiguaciones, advertencias y acciones de otros gobiernos en el extranjero, así como de diversos medios de comunicación internacionales dan cuenta de los “amarres” y sociedad de autoridades federales con grupos delincuenciales.
Este es uno de los momentos más delicados por los que atraviesa México. Hoy no hay llamado masivo al zócalo para exigir la detención de los responsables de la existencia de campos de exterminio. Su insistencia en la soberanía se agotó el pasado domingo. Ahora es tiempo de excusas y de evasión.
Alejandro Moreno ha alzado la voz para defender los principios y valores nacionales y eso les molesta porque han hecho lo contrario, desde radicalizar a la sociedad, promover el crecimiento de la corrupción, hasta tratar de ocular los vínculos con los asesinos. Quieren que olvidemos como han cercenado la cabeza de un presidente municipal o como han acribillado a un exrector o eliminado a un centenar de aspirantes a cargos de elección popular a días de acudir a las urnas.
Pero esta vez se trata de hallazgos más crueles que los cementerios clandestinos, es la práctica sistemática de eliminar a personas.