Por Jesús Michel Narváez
Conocí a Armando Manzanero allá por los años setenta. Estaba entrando en la etapa del éxito total. No, Esta Tarde vi Llover, Somos Novios, sonaban a todas horas y en todas las estaciones de radio.
Yo era reportero de espectáculos en El Gráfico. Acudía generalmente todas las noches al teatro Blanquita. Y allí lo traté.
Le pregunté: ¿Qué se siente ser el compositor del año?
Sonriente, afable, me respondió:
“Pregúnteme eso dentro de 30 años”.
La oportunidad se me presentó cuando hubo un evento en la Sociedad de Autores y Compositores y al que asistía Miguel Ángel Mancera.
Busque afanosamente al maestro. Siempre rodeado de admiradores y admiradoras.
Imposible preguntarle lo que 45 años atrás le pregunté.
Me quedo con la duda de qué me habría contestado.
Porque no fueron 30 años. Fueron 50 de éxitos. De sostenerse en los primeros lugares a pesar del surgimiento de nuevos y buenos compositores.
Manzanero tenía la magia que sorprendía a todos: tocaba las fibras sensibles del ser humano y mostraba siempre su talento.
Su adversario de aquellos tiempos era Luis Demetrio quien me decía de Manzanero: “No sabe gramática ni ortografía”. Para mis adentros reflexionaba: ¿a alguien le importa si escribió esta tarde vi yover” si la letra lo decía todo aunque estuviera mal escrita?
No, Manzanero fue y seguirá siendo el compositor de 5 décadas.
Hasta siempre, maestro.