La crisis de inseguridad, impunidad o corrupción en México vino a romper la narrativa presidencial y a develar una especie de improvisación en las políticas públicas.
En sus conferencias mañaneras el presidente publicó hace tiempo un decálogo de buenas intenciones y culpó a algo subjetivo, como el neoliberalismo, cuya influencia en la sociedad devino en una caída del tejido social, según el presidente.
Cuando le preguntan sobre las acciones concretas que ha influido el neoliberalismo en la vida pública de México se ciñe a decir que su gobierno diario realiza acciones para evitar y combatir la inseguridad, la impunidad y la corrupción, sin precisar.
Son diversas las organizaciones de la sociedad civil que rechazan el contenido de las declaraciones del Ejecutivo Federal y desde tiempo atrás señalan que no existe una estrategia para enfrentar la crisis de seguridad. Por su parte el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta el aumento en algunos de los delitos en los que el Ejecutivo Federal afirma su decremento.
Mientras la frecuencia en el número de ejecutados, feminicidios y demás víctimas de delitos de alto impacto opacan el discurso presidencial, resalta la deficiencia en políticas de seguridad, que se pretende disfrazar con las capacidades de las Fuerzas Armadas, que no son menores pero su diseño en la estructura orgánica no es para seguridad pública.
El monopolio de la fuerza que ejerce el Estado y sus órganos es insuficiente o está mal dirigido, en el que se combina con la impunidad en la procuración e impartición de justicia y producen resultados terribles.
El presupuesto público federal y local es insuficiente, en veces está mal orientado y en ocasiones es desviado a actividades distintas al objeto con el que son diseñados.
Por otra parte, la denostación de la prensa que critica y señala los actos de gobierno viene a enrarecer el ánimo de la opinión pública, sumado a la cantidad de cuentas en redes sociales que se suman a la denostación política y social de los críticos al poder en turno.
La mafia del poder, la prensa fifí, los conservadores o cualquier otro calificativo que emita el presidente en sus conferencias de prensa matutina, solo viene a hundir el estado en que se encuentra la desprestigiada institución presidencial, sus políticas y retarda el lento proceso en que consiste una transformación cultural como lo fue, la independencia, la reforma o la revolución, hitos en que se basa la cuarta transformación.
Es cierto que esta administración heredó una crisis de credibilidad en la institución de gobierno. Es cierto que son muchos los problemas adquiridos, en muchas sino es que en todas las funciones de Estado y de gobierno, y que todavía no es cuantificable la responsabilidad de las anteriores administraciones, pero más que un avance en la cuarta transformación, se construye una versión maniquea y un modelo barato de división social.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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