Una de las conquistas de la histórica izquierda mexicana lo constituye, el respeto al voto que hizo suya de la consigna de Francisco I. Madero, que quedó inmortalizado en su frase “Sufragio Efectivo. No Reelección”.
Esto tuvo un alto costo político y social: fraudes en las elecciones de diputados, senadores, gobernadores, munícipes y hasta en la elección de presidente de la república y muertos a lo largo y ancho del país.
Hasta antes de la reforma electoral de 1977, la izquierda mexicana estaba organizada en el Partido Comunista Mexicano, principalmente, que después se convirtió en el Partido Socialista Unificado de México. Ahí se encontraban marxistas, trotskystas, leninistas, maoístas, integrantes de algunas izquierdas latinoamericanas y europeas radicados en México, los exiliados cubanos, integrantes de movimientos sociales que habían sido reprimidos por el gobierno mexicano, anarquistas y algunos grupos subversivos y terroristas, como el ERPI y el EPR, principalmente, que encontraron en esta reforma de 1977 la apertura en el espectro político mexicano para dar cauce a sus demandas. Estos grupos fueron los especímenes de investigación de la seguridad nacional mexicana de esos tiempos.
Poco a poco la izquierda mexicana colocó en la agenda nacional a través de sus representantes en el Congreso, temas de democracia, representación y gobernabilidad, y sobresalieron personajes como Rosario Ibarra de Piedra, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Pablo Gómez Álvarez, Ifigenia Martínez, entre otros.
Hoy la izquierda mexicana es una integración de corrientes diversas. Existe la izquierda que enarbola la ideología de Carlos Marx, pero que les gusta la forma de vida de Carlos Slim; una izquierda de closet que se acaban de dar cuenta que estuvieron reprimidos por muchos años, pero que siempre fueron de izquierda, como una amalgama de las distintas expresiones del PRI, del PRD y hasta del PAN; una izquierda radicalizada, cuyos exponentes se caracterizan por carecer de una moderación en su narrativa y, por el contrario, su objetivo es descalificar, denostar y, hasta insultar a quienes no coincidan con su reducida forma de pensar, y por último, la izquierda histórica de lucha social y política que viene a moderar el discurso oficial y las formas de las nuevas expresiones de la izquierda.
Sin embargo, la corrupción es la corrupción, y hay el señalamiento que los diputados locales de Baja California sucumbieron a un probable soborno, que compró sus voluntades para ampliar la gestión del gobernador electo de esa entidad, de dos a cinco años, en una inconstitucionalidad, una ilegalidad, una canallada y un perverso atentado contra la democracia que sangre, sudor y lágrimas le costó a los mexicanos y a la izquierda en México.
La izquierda histórica ha salido para censurar el proceder de los legisladores locales y pedir la desaparición de poderes en esa entidad federativa, la izquierda moderna dice que el cambio en el tiempo de gestión fue a petición de la ciudadanía, la izquierda radicalizada oscila entre la defensa del discurso oficial y un ataque a quién se atreva a cuestionarlos y, la izquierda de closet, como políticos experimentados, solo mirando el rumbo que toman los acontecimientos, pero sin tomar partido.
Todos los asuntos públicos están tomando esta tesitura, con las distintas visiones de la izquierda y sus actores. En este caso, la democracia mexicana es vulnerada.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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