La seguridad nacional mexicana debería tomar en cuenta la presencia de nuevas amenazas en el plano internacional, sin subestimar su capacidad.
La primera de ellas la constituye, el anuncio que hizo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por el que reaviva sus actividades hostiles hacia el Estado colombiano.
En un ataque del ejército colombiano en 2008, fue muerto Raúl Reyes, el segundo en la estructura de las FARC después de Manuel Marulanda, también conocido como «Tiro Fijo», a quién por información contenida en su computadora en el momento de su muerte, lo relacionaba con el mexicano Rogelio Ortega Martínez, exgobernador de Guerrero a la caída de Ángel Aguirre. Por su parte, Ortega Martínez ha salido en varias ocasiones para negar este señalamiento.
La Agenda Nacional de Riesgos del gobierno mexicano o quién diseñe su elaboración, debería integrar a sus escenarios y probabilidades, que entre la delincuencia organizada asentada en Guerrero y las FARC, se podrían constituir o reactivar viejos vínculos estrechos que fueron cortados mientras las FARC hicieron las paces con el gobierno de Colombia, para implementar nuevas formas de delincuencia que de en su momento, se obtuvieron dividendos para financiar actividades ilícitas.
La izquierda latinoamericana ha encontrado en una parte de la cultura, -la que se acerca al espectro social-, el espacio para formar nuevas expresiones o modelos del pensamiento político, económico y social. Pero también ha sido un nicho en donde coinciden movimientos de protesta social, subversivos, de guerrilla e incluso, antiimperialistas. Y México posee la mayoría de los estratos en que se divide el espectro de la cultura social, en donde se desenvuelve y conviven pensamientos de izquierda radicales, como las guerrillas latinoamericanas del último tercio del siglo XX.
No solo esto, sino que el dinero fácil producto de actividades ilícitas, suma a las organizaciones delictivas, grupos guerrilleros y cárteles, cuyo conjunto produce un campo de cultivo idóneo para acrecentar delitos o crear nuevas formas de delinquir.
La segunda amenaza, no menos importante lo constituye, el ataque con drones que los rebeldes yemeníes se adjudicaron la semana pasada, sobre la destrucción de dos instalaciones petroleras en Arabia Saudita.
Aquí la amenaza está constituida por la vulnerabilidad en la seguridad de las plataformas petroleras mexicanas asentadas en el Golfo de México. No es cosa menor.
De su seguridad depende en gran medida la economía mexicana, así como el funcionamiento de la mayoría del sector público mexicano.
Los ejemplos de vulnerabilidad los encontramos en los asaltos que fueron sujetas las plataformas de Petróleos Mexicanos, en donde los piratas no se robaban el petróleo, sino equipos muy costosos de extracción, que en el mercado negro son altamente cotizados.
Además de esta amenaza, está el riesgo que constituye que la delincuencia organizada transformados en piratas, obtengan material de guerra pudiendo ser equiparable al de la Armada, necesario para sus operaciones ilícitas, cuyas actividades abrirían un nuevo frente en los temas de la agenda de seguridad de la relación bilateral norteamericana.
El presidente López Obrador necesita urgentemente tomar decisiones audaces en materia de seguridad nacional. No le conviene un escenario que combine riesgos con los actores de seguridad nacional con los de seguridad pública.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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