En el operativo que capturaría a Iván Archibaldo y Ovidio Guzmán, hijos de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” hubo errores graves y no subsanables desde su diseño hasta su implementación, que determinaron el fracaso del operativo con el costo político y humillación de las instituciones del Estado mexicano. Ni hablar de las instituciones políticas y de gobierno de Sinaloa y Culiacán, quienes hicieron lo que bien saben hacer en seguridad: nada.
Entre los errores de diseño en su planeación se encuentra, no haber previsto las etapas y escenarios del antes, durante y después del operativo. Por ejemplo, no se diseñaron escenarios para proteger, custodiar y cerrar momentáneamente, en carretera y ciudad, instalaciones estratégicas, como gasolineras, plantas de luz, de suministro de agua potable, control y bloqueo de comunicaciones por telefonía convencional y celular, reforzamiento de centros penitenciarios o juzgados y el establecimiento de un sistema momentáneo de inteligencia en las vías secundarias por donde estaban llegando camionetas con sicarios, principalmente.
En la etapa del durante, no se previó la realización de varios operativos espejo en diversos puntos de la ciudad, que coordinadamente reprodujeran por tierra y por aire el mismo escenario en cuatro o cinco puntos de Culiacán, que confundiera a los sicarios. No se establecieron ni se coordinaron operativos para que mientras las fuerzas federales capturaran a los hijos de “El Chapo”, la policía estatal y municipal, protegiera a la población civil en espacios y oficinas públicas, centros comerciales, escuelas, universidades y hospitales, y otorgar a la ciudadanía la sensación de seguridad. No hubo información de inteligencia para prever el escenario de amenaza en la colonia militar y los sicarios tuvieron oportunidad de tomar como rehenes a militares para intercambiarlos por los hermanos Guzmán.
En la etapa del después, no se previó el escenario la reacción de los sicarios, se desestimó la capacidad de los sicarios y las fuerzas federales estaban superadas en cantidad de efectivos.
La comunicación oficial se tardó en dar una respuesta oficial y debió impedirse el acceso a medios de comunicación a los abogados de los hijos de “El Chapo” con el fin de agradecer al titular del Ejecutivo Federal su intervención, ya que es percibida como una humillación. En fin.
Parece ser que el poder político o quién haya diseñado el operativo, menospreció y subestimó la capacidad de las Fuerzas Armadas. El presidente tuvo que salir a medios a declarar que él personalmente ordenó la liberación de Ovidio Guzmán para evitar y no se pidió el auxilio de otras instituciones, como la DEA o el FBI, quienes tienen experiencia en este tipo de operaciones.
Pero parece que el presidente desconoce las capacidades de las Fuerzas Armadas mexicanas o le mal informaron. En los operativos para capturar a diversos capos, solo en 2009 para capturar en Cuernavaca a Arturo Beltrán Leyva «El Barbas» murieron él y los escoltas de su primer círculo de seguridad; en 2012 cuando se atrapó a “El Mencho” en Zapopan, Jalisco o en 2016 cuando se atrapó a “El Chapo” en un hotel de Los Mochis, Sinaloa, no hubo víctimas civiles.
Entre las diversas consecuencias por el fracaso del operativo para capturar a los hijos de El Chapo se encuentra, una reconfiguración en los temas de la relación bilateral con Estados Unidos, así como una nueva relación con la clase militar mexicana. Por otra parte, el empoderamiento de los carteles Jalisco Nueva Generación y Santa Rosa, de tal forma que, cuando sus líderes sean capturados, no les será difícil tomar Guadalajara o Guanajuato para presionar en su liberación.
La impericia e ineficiencia en el diseño del operativo y de la comunicación puso de rodillas al poder político.
Va mi reconocimiento personal a las Fuerzas Armadas por su valor y honor.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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