Los temas de la relación bilateral con Estados Unidos no se integran en la misma canasta, aunque no dejan de ser importantes para la Casa Blanca y para Palacio Nacional.
Lo que para un gobierno tiene importancia para su contraparte no necesariamente puede serlo, aunque hay ocasiones en que se coincide. Mientras que México trata cada tema por separado, Washington los integra y los relaciona entre sí. Esto tiene ventajas y desventajas.
Los temas económicos son importantes, debido a que una buena parte del PIB nacional se nutre de los ingresos provenientes de la balanza comercial con Estados Unidos, nuestro mayor socio comercial. En 2019 México tuvo un superávit en la balanza comercial con ese país por 153 mil millones de dólares.
Para Estados Unidos el tema político es relevante, en tanto contribuya al mejoramiento de los temas de su agenda bilateral con México. La relación de la administración del presidente López Obrador con la administración del expresidente Trump corrió bajo términos de cordialidad y mutuo respeto, debido a las coincidencias ideológicas de ambos mandatarios, sin que el Estado norteamericano se desviara de sus objetivos nacionales señalados en su Constitución.
Uno de los temas que Washington observa detenidamente es en el desarrollo de las democracias. Asuntos vulneran el estado de derecho o sus instituciones, como la corrupción e impunidad, son temas que son analizados y desarrollados con sumo cuidado, en un ejercicio de múltiples escenarios y con distintos grados de complejidad.
Por esta razón es que los pasos de la actual administración del presidente Biden es con cautela y prudencia, incluso, esta podría ser la razón por la que Estados Unidos no ha designado aún a su embajador y sólo sostiene a un encargado de negocios.
La administración del presidente López Obrador ha generado varios frentes con la administración Biden, entre ellos destaca, la reducción en las actividades de inteligencia que desarrollaba el personal de las agencias de seguridad norteamericana debido al arresto del exsecretario de defensa, Salvador Cienfuegos, así como los señalamientos que organizaciones no gubernamentales mexicanas reciben dinero de los Estados Unidos con fines eminentemente políticos, esta última actividad en un nacionalismo dirigido en una coyuntura electoral. No se olvida la liberación de Ovidio Guzmán.
Las relaciones militares mexicanas y norteamericanas parece que prefieren dejar a los civiles el manejo de la política y la diplomacia, debido a la despolitización de los temas de la agenda de seguridad y defensa, con sus excepciones.
Caso concreto, la detención o entrega de Joaquín Guzmán López y de Ismael Zambada García, que todo parece indicar que fue realizada en territorio mexicano, pero sin la participación o intervención de autoridades de seguridad mexicanas y que demuestra la insatisfacción del gobierno de Biden con la política de seguridad mexicana, o bien, con el desempeño de las autoridades de nuestro país. Todavía no está aclarado y hay más dudas que certezas.
La seguridad oscila entre lo urgente e importante para las relaciones bilaterales de México y Estados Unidos, en un escenario de diferencias estructurales, con una alta carga de tendencia a lo coyuntural y de un poco de prudencia proveniente de la desconfianza política.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
Correo electrónico: [email protected]
Twitter: @racevesj