La jueza Carol Bagley Amon de la Corte Federal de Brooklyn en Nueva York retiró los cargos en contra del exsecretario de defensa mexicano, general Salvador Cienfuegos, bajo el argumento del equilibrio de los intereses en la relación con México por “consideraciones sensibles y de política exterior que rebasaban el interés en seguir el proceso contra el acusado”.
Esto da cuenta de la presión política que ejerció la Cancillería Mexicana ante el Departamento de Estado norteamericano, por liberar al exmilitar.
Con las cartas sobre la mesa, la Cancillería negoció con reducir al mínimo la participación norteamericana en territorio nacional. Incluye la reducción en el número de agentes de la DEA así como la extradición de delincuentes, la suspensión reuniones de cooperación sobre seguridad, programas derivados del Plan Mérida, cursos de capacitación militar a personal de la Defensa Nacional y de la Armada, así como limitar la presencia de agentes del FBI o de la ATF en México. Y la Casa Blanca cedió.
A la hora de la negociación la ventana de oportunidad de la administración norteamericana se encontraba reducida a cero, producto de la derrota electoral del presidente Donald Trump; mientras que del lado mexicano no tenía nada que perder. Estaba perdido con anterioridad y con el exsecretario de defensa siendo procesado.
Cada parte tuvo sus propias razones. El gobierno del presidente López Obrador estaba siendo presionado por la clase militar por la liberación de Cienfuegos; y por otra parte, el gobierno mexicano tenía como argumento que la detención de Cienfuegos había roto el principio de confianza en la relación bilateral.
Mientras tanto el compromiso de la Fiscalía General de la República fue, que con las pruebas aportadas por la Fiscalía norteamericana investigaría al general, cuando una de las incertidumbres de la justicia norteamericana fue, que el caso se estancara en la impunidad mexicana.
No obstante lo anterior, tuvo más peso los intereses estratégicos de Washington que los objetivos coyunturales, en la liberación del general Cienfuegos.
La Casa Blanca sabía que si disminuía la presencia norteamericana de las agencias de seguridad o los diversos programas de cooperación de la agenda de seguridad, aumentaba el riesgo de delincuencia, narcotráfico y terrorismo.
Hoy por hoy, en la relación costo beneficio del gobierno de Donald Trump jugó con sus intereses estratégicos con México, quien parece que por hoy ganó.
Mientras que en algunos círculos de opinión la liberación del general mexicano es interpretada como un obsequio del presidente Trump al presidente López Obrador, cabe la posibilidad que la nueva administración del presidente electo Joe Biden no vea con simpatía estas acciones, sobre todo cuando parece que el gobierno mexicano no sale del espasmo por su triunfo electoral.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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