Se anunció que el mando de la Guardia Nacional correspondería a un militar en activo, y no a un civil, tal y como lo recomendaron organizaciones de la sociedad civil y académicos, en el proceso legislativo para su creación en ambas Cámaras del Congreso.
La pregunta que salta aquí es, ¿qué tan efectivo y confiable será que esta nueva institución sea dirigida por un militar y no por un civil?
La experiencia se contradice. En 1999 cuando fue creada la Policía Federal, se tomaron algunos batallones de la Policía Militar del Ejército y, junto con el personal operativo procedente de la Policía Federal de Caminos y Puertos, se creó la Policía Federal.
Entre sus mejores glorias se encuentra la penetración que hizo de Ciudad Universitaria para rescatarla de los porros que la tenían bloqueada.
El problema devino con posterioridad, cuando en las direcciones que conformaban la Policía Federal fueron colocados mandos del ejército y la marina, cuando en ese entonces las relaciones entre militares y marinos eran eminentemente instituciones, lejos de la cordialidad y camaradería de que hoy se disfruta, y esto trajo consigo una disputa interna por el poder, que vino a decaer la institución creada en la administración del presidente Ernesto Zedillo.
También poco a poco el mando de la Policía Federal vino a convivir entre mandos civiles, militares y marinos, pero al mismo tiempo, entre escándalos de violación de derechos humanos y corrupción en el personal. El montaje del grupo delictivo Los Zodíaco y del rancho El Sol en Michoacán, así como el mal manejo operativo en Nochistlán en Oaxaca, vinieron a desvirtuar el espíritu de la institución policial.
Sin embargo, la disyuntiva del mando no es halagadora tampoco en el mando civil. El caso del exfiscal de Nayarit y Jalisco, Edgar Veytia y Luis Carlos Nájera tampoco aportan mucha honorabilidad para permitirl el mando civil a cargo de la Guardia Nacional. El primero se encuentra preso en una prisión de Estados Unidos, mientras que el segundo, con serios señalamientos de proteger al Cartel Jalisco Nueva Generación, entre otros acontecimientos.
Ahora bien, en el análisis del proceso legislativo que siguió la creación de la Guardia Nacional, se invocaron los valores de lealtad y honorabilidad que poseen los miembros de las Fuerzas Armadas.
Se trata de los valores y el dogma de la disciplina militar que en más de alguna ocasión salvó a este país, en alguna de las guerras sostenidas a lo largo del siglo XIX.
Pero más allá de cuál sea el personal más idóneo para dirigir una institución en la que se pone todas las esperanzas de este país, se encuentran factores como el combate a la corrupción y la lealtad misma al país, cuyos valores no pertenecen al instituto armado, sino a la persona que los ejerce.
La lealtad y el honor le pertenecen al individuo, no a la institución. Hoy se requiere más que nunca de estos valores.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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