En 1910 durante el festejo por el centenario de la independencia uno de los momentos más emotivos y solemnes tuvo lugar, cuando el enviado español Camilo García, Marqués de Polavieja, hace entrega del uniforme con que fue capturado José María Morelos por el coronel realista Manuel de la Concha.
El presidente Porfirio Díaz, profundamente emocionado, se dice que casi con lágrimas en los ojos, señaló: «Yo no pensé que mi buena fortuna me reservara este día memorable, en que mis manos de viejo soldado son ungidas con el contacto del uniforme que cubrió el pecho de un valiente, que sintió palpitar el corazón de un héroe y prestó íntimo abrigo a un altísimo espíritu, que peleó contra los españoles, no porque fuesen españoles, sino porque eran los opositores de sus ideales”.
Morelos escribiría en sus memorias: “Pueblos enteros me siguen queriendo acompañarme a luchar por la independencia […]”, escribió al principio de su campaña, en noviembre de 1810, “pero les impido diciéndoles que es más poderosa su ayuda, labrando la tierra, para darnos el pan a los que nos lanzamos a la guerra […]”. Quizás este haya sido el sostén de la independencia dirigida por Morelos durante 5 años.
La importancia de Morelos para el establecimiento de la nación mexicana radica, en que consignó en los Sentimientos de la Nación el modelo político del Estado mexicano.
Estos sentimientos de la nación fueron redactados por Andrés Quintana Roo y expuestos por el Siervo de la Nación, en la sesión de apertura del Congreso de Anáhuac, del 13 al 14 de septiembre de 1813 en Chilpancingo, Gro.
Además de proclamar la libertad de México, secundando a Hidalgo en 1810, Morelos establece los poderes políticos y los principios de su funcionamiento.
Hoy en día la naturaleza, contenido y alcance de los Sentimientos de la Nación es materia de estudios en las escuelas de especialización estratégica militar, así como sus estrategias de guerra por el genio militar que lo caracterizaba.
A los dos meses del sitio de Cuautla de 1812, las fuerzas habían menguado en ambos bandos, realistas e insurgentes, y el ejército insurgente al mando de Morelos estaba necesitado de obligar a los realistas a gastar municiones, pedía voluntarios para que se acercaran a las trincheras enemigas y provocar los disparos de los españoles.
Como en la guerra y en el amor, todo se vale, entre los voluntarios a tan peligrosa misión, estaba una mujer: María Reyes. Una insurgente que se acercaba a las filas de los gachupines, se levantaba las enaguas mostrándoles las nalgas a los realistas y provocando sus disparos.
Seguramente esta mujer salió ilesa, ya que, con el tiempo fue juzgada por la Inquisición y encarcelada durante cinco años por tan osados actos.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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