La crisis por la suspensión en el abastecimiento y venta de gasolina en el país debe verse desde varios puntos de vista.
Se dice que las entidades federativas con más afectación, corresponde a estados gobernados por un partido distinto al del presidente de la República. Esto es coyuntural, sobre todo cuando la refinería de Salamanca fue construida mucho antes de que Guanajuato fuera gobernado por otra fuerza distinta a la del Partido Revolucionario Institucional.
Por otra parte, una persona común y corriente difícilmente puede ser propietaria de una gasolinería, cuya concesion normalmente corresponde, -como la mayoría de los negocios y concesiones que hace el gobierno federal-, a la clase política de los estados. Recuerde que el exsecretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, es propietario de varias conceciones para venta de gasolina en Quintana Roo, y así con todas las gasolinerías del país.
Uno de los principales problemas de las gasolinerías consiste, en que cabe la posibilidad de que por aumentar su ganancia, los concesionarios vendan gasolina robada o bien, despachan menos cantidad de litros de los debidos.
Obviamente el problema también no solo es de los concesionarios de gasolina, para que exista corrupción debe existir participación desde el interior de Petróleos Mexicanos (PEMEX), que permita realizar ilícitos a cambio de una ganancia indebida.
Se sabe que hasta noviembre del año pasado existían unas 40 mil tomas clandestinas en todo el país, lo que representa un aumento del 262% en el sexenio pasado, en el que se estima que esta ilegal comercialización produjo 30 mil millones de pesos en 2017.
En una actividad económicamente productiva como son las actividades derivadas del petróleo y sus derivados, asi como sus distintas etapas productivas y comerciales, las ventanas de oportunidad que generen nichos de corrupción, son múltples y variables.
Es sabido que ser contratista o proveedor de Petróleos Mexicanos es, uno de los mejores negocios que cualquier prestador de servicios o empresa puede aspirar. Pero el caso de PEMEX es además, que el sindicato no contribuye en la permanencia de las fuentes de empleo y por el contrario, se ha dedicado a que por medio del patrón, elevar a rango de pasivos públicos, las prestaciones de sus empleados que superan por mucho, a las prestaciones del resto de los empleados del sector público.
Claro está que esto provoca un desequilibrio en las finanzas de las paraestatal, no sin antes dejar pasar los señalamientos de corrupción y enriquecimiento que penden sobre el líder del sindicato petrolero.
Por la temporalidad en el combate al robo de combustible, parece que no tuvo una planeación de principio a fin, ni una línea de acción más que solo el desabasto para inhibir el consumo entre los ladrones de combustible y el consumidor final.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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