A casi un mes de la jornada electoral del próximo tres de noviembre, el viernes pasado el presidente Donald Trump anunció en su cuenta de Twitter que él y su esposa Melania habían dado positivo a COVID-19 y se declaró en cuarentena; luego fue trasladado al hospital militar Walter Reed, donde se le diagnosticaron síntomas leves de nuevo virus y se le prescribió tratamiento a base del esteroide dexametasona, indicado usualmente a pacientes graves de COVID-19. Tras tres días de internamiento hospitalario, el lunes Trump abandonó el Walter Reed con destino a la Casa Blanca, en trayecto a la aeronave Marine One, espetó ante reporteros: “Me siento realmente bien. No le tengan miedo al COVID. No dejen que domine sus vidas”.
Unas horas antes del anuncio, el 29 de septiembre, se desarrolló el desastroso primer debate presidencial entre Trump y el candidato demócrata Joe Biden, en este ejercicio se esperaba que, dado que The New York Times publicó que el Presidente no paga completos sus impuestos, Biden tomara una ventaja considerable y ganara el debate, no ocurrió así; la personalidad de Trump se impuso y la incapacidad del moderador del debate contribuyeron a que el mandatario resultara casi ileso. Este resultado lo dejó, digamos, positivo.
Como anécdota, en la campaña de la elección presidencial de 2016, la entonces candidata demócrata Hillary Clinton, salió precipitadamente de un acto conmemorativo del 11-S, y se anunció que padecía neumonía, a lo que su oponente, el entonces también candidato Donald Trump, hizo mofa en un acto de campaña, considerando esa enfermedad como un signo de debilidad de Clinton, algo que Trump no aceptaría para sí mismo.
En efecto, en su regreso de este lunes a la Casa Blanca, el presidente Trump posó para los medios de comunicación y repentinamente se retiró el cobre bocas como un símbolo de fortaleza, al más puro estilo de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. Al no cumplir la cuarentena mínima de 14 días que todo paciente de COVID-19 debe cumplir para evitar contagios, Trump regresa imprudentemente para no permitirse un acto de debilidad en su apurada campaña por un segundo mandato.
El presidente norteamericano, quien de acuerdo con diversas encuestas, se encuentra en desventaja frente a su oponente demócrata, y que dirige el país con el mayor número de contagios en el mundo, se muestra optimista, por lo que escribió también este lunes “Me siento mejor que hace 20 años”.
Así, a unas semanas de la elección, Estados Unidos tiene un Trump positivo.