Considerada la décima potencia comercial mundial, con un crecimiento del PIB superior al 3% en 2018, una población de 7 409 800 habitantes (2017), una extensión territorial de 1104.4 km², Hong Kong es una conexión geográfica estratégica entre Oriente y Occidente; la llamada “Perla del Oriente”, es una región de administración especial de China, a cargo de un jefe de gobierno, electo por cinco años por un comité electivo y aprobado por el gobierno central chino.
Hong Kong adquirió su relativa independencia del Reino Unido en 1997, para formar nuevamente parte de China, a este proceso se le conoce como la transferencia de soberanía. La denominada la “Ley Básica” es la norma constitucional que rige el gobierno en Hong Kong, la cual estará vigente hasta 2047.
Desde hace casi tres meses se registran Hong Kong distintas manifestaciones en contra de una controvertida ley que impulsó su jefa de gobierno, Carrie Lam; se trata de una ley que autorizaría la extradición de sospechosos para ser juzgados en China, los manifestantes aducen que esto abre la posibilidad de que opositores al régimen chino se conviertan en presos políticos. El movimiento de rechazo a esta ley ha adquirido otras dimensiones y hoy sus demandas son por ampliar las condiciones democráticas en la “Perla del Oriente”.
El gobierno chino de Xi Jinping ha señalado a Estados Unidos como uno de los promotores de estas manifestaciones, hay que recordar que China y la Unión Americana se encuentran enfrascados en una tensa guerra comercial; las protestas han aumentado en número de manifestantes y ya se han registrado enfrentamientos con los cuerpos policiacos. El acto simbólico de estas manifestaciones ha sido la toma del aeropuerto Internacional de Hong Kong, espacio abierto que permite a los inconformes mayor movilidad para no ser aprehendidos por las autoridades.
Quizá estemos presenciado el nacimiento de un movimiento por la verdadera autonomía de Hong Kong; es quizá esta generación de hongkoneses la que logre la abrogación de la “Ley Básica” y se conviertan en la nueva nación libre del Siglo XXI. Temo que la respuesta de China, que no se ha mostrado hasta ahora, será implacable, dado que no se permitiría el lujo de perder las aportaciones fiscales que le provee Hong Kong.
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