La guerra civil de El Salvador que se desarrolló en el periodo 1979-1992, dejó entre sus saldos la migración de alrededor de quinientos mil salvadoreños, de los cuales una parte significativa se estableció en Los Ángeles California, Estados Unidos. Serían las calles de esta entidad norteamericana las que presenciaron el nacimiento de pandillas como la Mara Salvatrucha y Barrio 18, las que surgieron inicialmente como formas de autoprotección comunitaria pero devinieron en organizaciones criminales; las pandillas se extendieron a otras entidades de la Unión Americana y se confrontaron con pandillas locales y de otras nacionalidades, aumentando la violencia, por ello el gobierno estadounidense deportó, entre 1996 y 2002, a unos doce mil salvadoreños. La guerra civil dejó en las calles mucho armamento que fue utilizado por los pandilleros cuando éstos fueron repatriados, por lo que la violencia también regresó.
El Salvador es el país con mayor proporción de población en cárceles, al albergar en estos centros a casi cuarenta mil personas en unos 25 centros penitenciarios, de acuerdo con estadísticas de la Dirección General de Centros Penales de ese país; Estados Unidos ocupa el nada honroso primer lugar en este rubro. Se ha documentado que el sistema penitenciario salvadoreño padece una severa crisis por la sobrepoblación y el hacinamiento de las personas privadas de libertad.
En el contexto de la pandemia mundial del COVID-19, el actual presidente de El Salvador, Nayib Bukele, anunció en su cuenta de Twitter el endurecimiento de medidas de seguridad en las prisiones, dado el repunte de violencia que se ha registrado con el confinamiento obligado por la pandemia. Bukele decretó estado de emergencia carcelario en la hipótesis de que la violencia en las calles proviene de las cárceles. Ya el domingo pasado el presidente salvadoreño había autorizado el uso de la fuerza letal en contra de miembros de pandillas para mantener el orden.
Este lunes 27 de abril circularon en distintos medios de comunicación, fotografías y videos de las primeras acciones en las prisiones, las que mostraron el reordenamiento de la población privada de libertad, quienes se encontraban prácticamente desnudas. Una de las medidas anunciadas por el viceministro de Justicia de El Salvador, Osiris Luna Meza, es que los miembros de pandillas rivales serán recluidos en una misma celda, contrario a la tradición de hacerlo de manera separada, de hecho había penales completos destinados a una solo pandilla. Otra medida que se implementa es la colocación de placas metálicas en las puertas celas para mantener a los presos incomunicados, “un encierro absoluto 24 horas al día”, declaró Bukele.
Se trata de una evidente crisis de su sistema penitenciario, que muestra sus carencias y limitaciones, que sin duda pone en riesgo los derechos humanos de los reclusos y se suma a las polémicas acciones emprendidas por el presidente de El Salvador.