La solemnidad ganó en el tercer y último debate presidencial. Los cuatro candidatos lanzaron baterías de propuestas en materia de economía, pobreza, desigualdad, ciencia, salud y medio ambiente.
Presentaron el diagnóstico pero no quedó clara la medicina. En su última presentación conjunta ante los electores, prevalecieron los ataques y las acusaciones mutuas por actos de corrupción.
En el Gran Museo Mundo Maya de esta ciudad, el panista Ricardo Anaya aprovechó el escaparate para desmarcarse de la red de lavado de dinero que se le acusa con los hermanos Manuel y Juan Carlos Barreiro.
Se dijo víctima de una persecución porque promete enjuiciar al presidente Enrique Peña Nieto por actos de corrupción como la Casa Blanca. Y fue más allá, al prometer también llevar a la justicia al candidato del PRI, José Antonio Meade, a quien involucró en el escándalo de Odebrecht.
El candidato del PRI, José Antonio Meade, también se subió al ring, y acusó a AMLO de destruir el empleo y las inversiones cuando fue jefe de Gobierno DF. /CON INFORMACIÓN DE EL ECONOMISTA