Las inundaciones, tormentas, incendios forestales, olas de calor, olas de frío, ciclones tropicales y sequías que arrasaron el planeta el año pasado provocaron que al menos 242 millones de estudiantes de 85 países vieran interrumpido su acceso a la escuela.
Estos fenómenos extremos, consecuencia de la crisis climática, impidieron a uno de cada siete alumnos acudir a clase, según un nuevo informe de Unicef publicado, coincidiendo con el Día Internacional de la Educación.
Una cifra “conservadora”, indican en el estudio, debido principalmente a las limitaciones de los datos. Además, explican, estos números no tienen en cuenta los impactos secundarios de estos peligros inducidos por el clima.
- Estos fueron “contaminación atmosférica causada por los incendios forestales o las sequías, las tensiones geopolíticas derivadas de la competencia por el agua o las epidemias resultantes de la reducción del acceso al agua potable debido a inundaciones o sequías”.
- El análisis se centra en la “interrupción escolar”, que define como cualquier acontecimiento que provoque la suspensión de las clases regulares, desde el cierre de escuelas, a la reducción de las horas lectivas, el adelanto de las vacaciones, el retraso en la apertura o la destrucción de colegios y aulas.
Además de las consecuencias sobre las infraestructuras escolares, estas interrupciones, sobre todo aquellas que son prolongadas, tienen un alto coste en la infancia y adolescencia.
“Cuanto más duren, más impacto van a tener en la vida de los niños y niñas, sobre todo en sus procesos de aprendizaje, que se van a ver interrumpidos, y también en la calidad de estos”, explica por videollamada Carlos García de Bakedano, especialista en Educación de Unicef España. Estos riesgos, incide el informe, se hacen mayores en aquellos contextos más frágiles.
“Cuanto más tiempo pase sin que vayan a la escuela o sin que accedan a la educación, más va a costar que vuelvan de nuevo, con lo cual se pueden ver más expuestos a riesgos de trabajo infantil, matrimonio infantil, embarazo temprano u otros tipos de abusos y explotación”, añade el experto.
- En Etiopía y Kenia, durante 2021 el matrimonio infantil aumentó en más de un 90% en las regiones más afectadas por la sequía, expulsando a las niñas de las escuelas. En estos casos, las niñas y adolescentes suelen verse afectadas de forma más desproporcionada.
“Esto pasa, en general, no solamente con las crisis derivadas del cambio climático, sino también, por ejemplo, en emergencias derivadas de conflictos. Por una discriminación de género, a muchas de ellas se les asigna una serie de roles de cuidado, de tareas domésticas, etcétera, que de alguna manera hacen que abandonen o dejen de ir a la escuela”, inciden desde Unicef.
“Esto les va a limitar en sus procesos de desarrollo y de oportunidades de futuro y también les va a exponer más a situaciones de abuso o de violencia. Hay estudios que dicen que aquellas niñas que son capaces de terminar la etapa secundaria tienen seis veces menos riesgo de sufrir matrimonio infantil”, cuenta García de Bakedano.
- El informe destaca, al hilo de esta problemática, que en Asia meridional y África oriental los fenómenos climáticos van asociados a un aumento de las tasas de matrimonio infantil, interrumpiendo para siempre la educación de miles de niñas y adolescentes.
- “En Etiopía y Kenia, durante 2021 el matrimonio infantil aumentó en más de un 90% en las regiones más afectadas por la sequía, expulsando a las niñas de las escuelas”, detalla el análisis de Unicef.
- En cuanto a la división por regiones, de los 242 millones de estudiantes que vieron su asistencia a clase interrumpida, casi el 74% se encontraban en países de renta baja y media-baja.
- Asia meridional fue la zona más perjudicada, con 128 millones de niños y adolescentes afectados. Le siguen Asia Oriental y el Pacífico, con 50 millones de estudiantes, y América Latina y el Caribe, con 30 millones de damnificados.
- En Oriente Próximo y el Norte de África, las tormentas y las inundaciones provocaron interrupciones escolares que afectaron a 8 millones de alumnos.
- Mientras tanto, en África occidental y central y África oriental y meridional, las inundaciones afectaron a 12 millones y 8 de estudiantes, respectivamente.
- En el continente africano, donde más de 107 millones de niños ya están sin escolarizar, las perturbaciones relacionadas con el clima en 2024 han puesto en riesgo de abandono escolar a otros 20 millones.
Más de 118 millones de alumnos afectados por olas de calor
Dentro de los fenómenos extremos, las olas de calor fueron el principal riesgo climático que llevó al cierre de escuelas en 2024, el año más cálido registrado en el planeta.
En abril, más de 118 millones de alumnos resultaron afectados por las altas temperaturas, según Unicef, que destaca que países como Bangladés o Filipinas sufrieron cierres generalizados en ese mes, mientras que otros, como Camboya, redujeron su jornada escolar dos horas. En mayo, los termómetros alcanzaron los 47 grados en algunas zonas de Asia meridional, poniendo en riesgo la salud de los más pequeños.
“Los niños son más vulnerables a los efectos de las crisis meteorológicas, como olas de calor, tormentas, sequías e inundaciones más fuertes y frecuentes”, declaró en un comunicado Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef.
“Su cuerpo es especialmente vulnerable. Se calientan más rápido, sudan de forma menos eficiente y se enfrían más lentamente que los adultos. Los niños no pueden concentrarse en aulas que no les ofrecen un respiro del calor sofocante, y no pueden llegar a la escuela si el camino está inundado, o si las escuelas son arrasadas por el agua”.
- Según las previsiones de otro informe de Unicef publicado recientemente, esta problemática irá a peor en los próximos años. En 2050, el número de menores expuestos a olas de calor extremas será ocho veces mayor al registrado en la década de 2000. El de niños y niñas expuestos a inundaciones extremas será tres veces superior, y el de afectados por incendios forestales extremos prácticamente se duplicará.
Más financiación y escuelas más resilientes
“Las escuelas y los sistemas educativos están en gran medida mal equipados para proteger a los alumnos de estos impactos, ya que las inversiones financieras en educación centradas en el clima siguen siendo sorprendentemente bajas, y los datos globales sobre las interrupciones escolares debidas a peligros climáticos son limitados”, dice el comunicado de la organización. Para ello, desde Unicef piden acelerar la financiación para mejorar la resiliencia climática en el sector educativo.
- “Los niños no pueden concentrarse en aulas que no les ofrecen un respiro del calor sofocante, y no pueden llegar a la escuela si el camino está inundado, o si las escuelas son arrasadas por el agua”.- Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef
- “Cuando se da algún tipo de crisis humanitaria, del tipo que sea, lógicamente se pone mucho el foco en el acceso a agua segura, a la salud, nutrición, a la protección de niños y niñas para que no se vean expuestos».
- Pero es verdad que la inversión en educación, que también es un sector fundamental en un contexto de emergencia y que permite de alguna manera a los niños y niñas verse más protegidos, muchas veces es mucho más baja.
- «Habría que poner el foco en que la educación en emergencias reciba la financiación suficiente. Ya no solamente la respuesta cuando se da un fenómeno, sino incluso en toda la parte de prevención y de construcción de resiliencia”, incide García de Bakedano.
- Las soluciones pasan, explica el especialista, por aumentar la capacidad de respuesta de las infraestructuras escolares, hacerlas más resistentes a los efectos de estos fenómenos extremos y poner en marcha planes de gestión de riesgos y contingencia.
“Es fundamental preparar a toda la comunidad escolar y que se impliquen. Por otro lado, es necesario incorporar contenidos sobre el cambio climático en los currículos escolares. Todo esto con la participación relevante e importante del profesorado como figura clave”, añade.
- Sin olvidar tampoco a los afectados, los niños y niñas. Incentivar la participación del alumnado y de la población adolescente como motores del cambio, de sensibilización y de generación de nuevas dinámicas es imprescindible para García de Bakedano.
“Los y las jóvenes nos están poniendo las pilas llamando la atención sobre lo que nos estamos jugando, sobre todo para su futuro”.
Los impactos del cambio climático en la educación
Los estragos del cambio climático se están sintiendo en todo el mundo. Desde olas de calor y sequías hasta grandes incendios, ciclones y aumento del nivel del mar, es imposible negar que el futuro ya está aquí.
Según un nuevo Reporte del Estado del Clima en América Latina y El Caribe 2020 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tan sólo en América Latina y el Caribe, se perdieron más de 312,000 vidas y más de 277 millones de personas se vieron afectadas entre 1998 y el 2020.
- Muchos de los impactos del calentamiento global ya son irreversibles, y aunque se habla mucho de cómo el cambio climático ha afectado sectores como la agricultura, un tema igual de importante es el de la educación.
- No sólo porque es importante enseñar cómo atenuar y remediar sus efectos, y sensibilizar a las personas sobre las cuestiones relativas al desarrollo sostenible, sino también porque es una área que se ha visto gravemente afectada por estos cambios.
Cuando se trata de cambio climático, las necesidades educativas son invisibles en la mayoría de las discusiones. Los países normalmente no incluyen temas educativos al hablar de las acciones a tomar, no consideran cómo éste puede interrumpir el proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Muchas escuelas han sido destruidas o han tenido que cerrar en respuesta a incendios, calor extremo, inundaciones y otros desastres naturales que son cada vez más frecuentes. Además de destruir los caminos hacia las escuelas al tumbar puentes o carreteras y materiales de aprendizaje.
Estas pausas han afectado el aprendizaje y la salud física y mental de los estudiantes. En otros casos, personal académico, estudiantes y familias se han lesionado o incluso fallecido como consecuencia de estos fenómenos naturales, lo que podría tener consecuencias devastadoras para la educación a largo plazo.
- La crisis climática afecta la calidad del aire, el acceso a agua potable, la producción de alimentos y una vivienda segura, lo que sólo aumenta el ausentismo, la deserción y amenazan el aprendizaje, además que impactan negativamente en el bienestar y la seguridad de los estudiantes.
- Con este contexto, los sistemas educativos deben adaptarse para proteger a los estudiantes de tales casos, especialmente a los más vulnerables. Todos estos impactos, directos o indirectos, deben ser considerados en las discusiones del cambio climático y buscar cómo brindar acciones efectivas y preventivas.
Los efectos ya se están sintiendo
Según una encuesta representativa a nivel nacional de educadores estadounidenses realizada por el EdWeek Research Center, uno de cada cuatro maestros, directores y líderes distritales de Estados Unidos confirman que el cambio climático ha afectado su escuela o distrito hasta cierto punto. Un 18 % respondió que, si bien, aún no han sido afectados, ven los impactos como una amenaza inminente.
Aún así, la mayoría de los distritos escolares de Estados Unidos no han tomado ninguna medida para prepararse ante cualquier desastre natural o golpes de calor. La respuesta más popular sobre el motivo de esta inacción es que el 36 % de los líderes escolares y distritales consideran que sus instalaciones están ubicadas en áreas que no esperan que sean afectadas por el cambio climático en el futuro cercano.
Creer que el cambio climático sólo afecta ciertas áreas geográficas sólo demuestra el malentendido sobre cómo los cambios en los patrones climáticos afectan y afectarán a todos. Panmao Zhai, copresidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) dijo a la ONU que “el cambio climático está afectando cada rincón del planeta de múltiples formas. Los cambios que experimentamos aumentarán con el incremento del calentamiento”.
- Uno de los primeros ejemplos de cómo ningún lugar está exento fue el famoso “día cero” en la Ciudad del Cabo, Sudáfrica. A finales del 2017, la capital de Sudáfrica enfrentó una escasez de agua a tal punto que se amenazaba que llegarían al “día cero” donde su población de cuatro millones de personas se quedarían sin agua. Más allá de ser un inconveniente, esta situación se volvió una amenaza para la salud, higiene y el funcionamiento de la ciudad.
Durante esta época, se decidió que las escuelas debían permanecer abiertas ya que, para los gobernantes que tomaron esta decisión, los estudiantes deben poder aprender a pesar de las circunstancias. Incluso, la entonces primera ministra del Cabo Occidental, Helen Zille, declaró que su trabajo “es asegurarnos de que las escuelas permanezcan abiertas y operativas, con un suministro de agua alternativo adecuado para hacerlo”.
El Departamento de Educación de Western Cape (WCED) pensó en el peor de los casos y analizaron la capacidad de cada escuela de obtener y almacenar suministros de agua para poder satisfacer lo que ellos consideraron las tres necesidades principales:
- higiene, seguridad contra incendios y agua potable. Aún así, gran parte de la carga la tenían las madres, padres y familiares, ya que se les pedía que enviaran a sus hijos a la escuela con agua.
- Un artículo de Daniella Cheslow publicado en 2018 por National Public Radio (NPR), reunió la opinión de varios ciudadanos enfrentando la situación, entre ellos Yoliswa Qomoyi, directora de una escuela primaria.
- Ella compartió que colocó cubiertas y candados sobre grifos exteriores y cerró todos los lavamanos menos uno en cada uno de los baños para cumplir con las restricciones, además de pedir a las familias que mandaran a los niños con agua.
La ciudad también respondió mandando camiones cargados con galones de agua así que cuando era el turno de la escuela de Qomoyim, los estudiantes formaban una cadena para pasar envases llenos de agua a sus compañeros, quienes lo llevaban a donde la almacenaban.
El artículo también mencionó los casos de Hlomla Myendeki, de 12 años, quien tenía que caminar más de una milla para llegar a la escuela cargando agua desde su casa. Por su parte, Awonke Matinise, de la misma edad, confesó que la escasez de agua dificulta su aprendizaje. «A veces tengo sed y me doy cuenta de que no hay agua en nuestra escuela», dijo para NPR. «Así que solo tengo que quedarme allí y escribir».
- La UNESCO reconoce que la educación es crucial para atender la crisis climática ya que “ayuda a las personas a comprender y abordar los impactos de la crisis climática, brindándoles el conocimiento, las habilidades, los valores y las actitudes necesarias para actuar como agentes de cambio”.
- Y organismos como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Acuerdo de París y la agenda de Acción para el Empoderamiento Climático (ACE), coinciden y reconocen la importancia de la educación y la formación para hacer frente al cambio climático.
Sin embargo, ignoran que esta área también está siendo afectada fuertemente por el cambio climático y los desastres naturales. Tan sólo en la región de América Latina y el Caribe 277 millones de personas se vieron afectadas por el cambio climático en los últimos 22 años. Y se espera que si la crisis climática continúa empeorando, será una de las regiones más afectadas./PUNTOporPUNTO
Documento Íntegro a Continuación:
https://www.unicef.org/media/167116/file/Global-snapshot-climate-related-school-disruptions-2024.pdf