El país
Por la mañana, un cadáver colgado de un puente en Iztapalapa. Por la tarde, un asalto relámpago y a mano armada al restaurante de moda en la Roma. Dos golpes el mismo día –este lunes– y en dos zonas antagónicas del DF –una es de las más deprimidas, la otra es la más chic– que han vuelto a retratar las grietas en el ecosistema social y de seguridad en la capital mexicana, una inmensidad urbana de 9 millones de habitantes, que está sufriendo la peor crecida de violencia en 17 años.
El cadáver apareció en la madrugada en la colonia Lomas de Zaragoza, una de las zonas más duras de Iztapalapa, colindante al este con el Estado de México. Con las manos atadas a la espalda, embutido en vendas blancas y con el rostro tapado por una máscara negra, el cuerpo fue retirado por un equipo de bomberos. La fiscalía capitalina confirmó que se trata de un hombre de unos treinta años, con señales de tortura y dos balazos en la cabeza. Las autoridades encontraron también una cartulina con un mensaje dirigido supuestamente a una banda rival.
Este tipo de escenas, propias de los años de mayor actividad de las mafias del narcotráfico en México, no son habituales en la capital, considerado como un oasis de seguridad durante los peores episodios del narcoterror vividos durante el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). El gobierno capitalino se afana en negar la presencia de mafias del crimen organizado, pero esa imagen casi idílica de la ciudad como refugió aparece cada vez más resquebrajada.
Una ristra de eventos luctuosos con la marca del narco lleva sacudiendo al DF durante los últimos meses. En mayo, un grupo de hombres armados irrumpió en las dependencias la fiscalía y liberó a tiros a un presunto cabecilla del Cartel Jalisco Nueva Generación. En junio, el dueño de un bar de la colonia Condesa, el otro barrio de moda en la capital, fue asesinado a balazos cuando bajaba de su coche a las puertas de su negocio. Las cifras constatan además que la capital vive la peor ola de homicidios en 17 años. Hasta agosto, se han registrado 1.147 casos según cifras de la secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de Estadística (INEGI).
Una ristra de eventos luctuosos con la marca del narco lleva sacudiendo el DF durante los últimos meses
“Esto está más inseguro y piensas que lo mejor sea contratar seguridad privada y armada”. Esta es la conclusión de Israel Colón, el gerente del restaurante Belmondo, un local de moda en la colonia acomodada y chic de La Roma. Cinco hombres asaltaron al caer la tarde su restaurante a punta de pistola. En menos de cinco minutos se llevaron las carteras y los teléfonos móviles de unos 25 clientes y escaparon en una furgoneta blanca por la calle Tabasco. “No es la primera vez que roban aquí. La semana pasada fue la moto de un vecino. Es una calle muy oscura”, explica Colón.
A apenas 200 metros de esa calle oscura, se abre la avenida Álvaro Obregón, una de las arterias comerciales y de ocio más sofisticada de la ciudad: hoteles boutique, restaurantes de comida orgánica, tiendas de ropa de diseño. Un espejo de los barrios pretendidamente bohemios de cualquier gran capital occidental que parecen sacados del mismo molde. La asociación civil Alto el Secuestro asegura que por esas mismas calles del céntrico distrito de Cuauhtémoc se pasean emisarios de los carteles para extorsionar a empresarios y comerciantes. “En el Distrito Federal, pese a que no lo niegue el propio jefe de Gobierno y el procurador, sí hay delincuencia organizada, sí hay extorsión, derecho de piso y secuestrados”, apuntó este lunes su portavoz, Isabel Miranda, a un medio mexicano.
Iztapalapa –uno de los distritos periféricos, más pobres y más poblados, con casi dos millones- y Cuauhtémoc –el corazón histórico de la ciudad, de apenas medio millón- representan el corte transversal de la violencia. Son las dos zonas con más presión delictiva de una ciudad en la que, según datos de la fiscalía capitalina, la policía abrió en septiembre una media de 500 expedientes diarios.