Abrasadoras olas de calor que cobran vidas en el norte de América; inundaciones que devastan naciones como Alemania y China, e inéditos incendios forestales fuera de control en Siberia, Turquía y Grecia.
- El mundo padece así las consecuencias del aumento desproporcionado de la temperatura del planeta por culpa de la actividad humana. Una realidad mucho más próxima que las igualmente preocupantes imágenes de glaciares derritiéndose y osos polares en crisis de alimentación.
«Todo esto nos parece muy dramático, pero lo sentimos lejos, y eso es un problema de comunicación que no se ha logrado dar correctamente.
«El tema del cambio climático lo tenemos en casa, lo tenemos ya, ahora», remarca en entrevista telefónica la bióloga Julia Carabias, con el referente inmediato de las sequías excepcionales al norte del País, las cifras récord de calor alcanzadas el año pasado y los fenómenos meteorológicos extremos, como el reciente huracán Grace.
- Ante el deficiente esfuerzo humano por controlar el calentamiento del globo, la ciencia no ha podido sino concluir que este tipo de impactos ambientales sólo van a intensificarse en magnitud y frecuencia sin que quede rincón alguno donde evadirlos, tal como presenta el más reciente informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU.
- «El reporte muestra que no hay ninguna zona prácticamente en el planeta que esté alejada de esta aceleración del cambio climático», reitera la doctora en ciencias de la Tierra Ana Cecilia Conde.
«Como dijo una colega: Simplemente está garantizado que irán a peor las condiciones del clima y los cambios que está observando la gente -inundación, sequía, incendios forestales, etcétera-«, agrega la investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, en referencia a lo dicho por Linda Mearns, científica climática senior del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos.
De acuerdo con este informe, que es una actualización de toda la base científica en la materia, los seres humanos ya han calentado el planeta alrededor de 1.1 grados celsius desde el siglo 19, principalmente por la quema de carbón, petróleo y gas.
Si el ritmo actual continúa sin freno, advierten, el planeta llegará a un calentamiento de 1.5 grados celsius en 2030, una década antes de lo previsto en los cálculos realizados en 2018. Cada grado adicional de temperatura respecto a los niveles preindustriales (1850-1900) conlleva mayores riesgos, comenzando por el aumento acelerado del nivel del mar.
- Mientras los pequeños estados insulares del mundo ven amenazada su existencia por esto, ¿cuáles son los riesgos para un territorio como el de México, ubicado entre dos océanos, con 10 mil kilómetros de litorales y 17 entidades costeras?
«(En el mundo) van a desaparecer las ciudades costeras: Nueva York, Miami, etcétera. Y en México también», advierte Fernando Aragón Durand, doctor en planeación del desarrollo por la University College London, quien no obvia la actual erosión en algunas costas mexicanas -como las de Tabasco- por el aumento del nivel del mar.
- «El incremento es de 10 milímetros, digamos, cada año, cada dos años. Diría alguien que no es mucho, pero teniendo esa tendencia y en el acumulado, pues se vuelve algo significativo», añade el profesor del posgrado de Ciencias de la Sostenibilidad de la UNAM.
Entre las consecuencias de esto están las alteraciones en la calidad del agua con una mayor intrusión salina; deterioro de los arrecifes de coral; mayor vulnerabilidad de los asentamientos humanos por la disminución de la superficie terrestre; pérdida de agricultura y vegetación; inundaciones permanentes, inestabilidad social y migración.
Por otra parte, el cambio climático también impactará en México con mayores sequías, un problema del cual no se habla lo suficiente por ocurrir lenta y progresivamente; «pero el País tiene ciudades que están en zonas que están sufriendo ya importantes sequías», alerta Aragón Durand.
«Hay algunos escenarios que están planteando que la zona norte y centro del País, y sobre todo la noroeste, de la península de Baja California, Chihuahua, Sinaloa, Sonora, Durango, van a ser sitios más secos, mucho más secos, igual que el Altiplano mexicano», añade Carabias, miembro de El Colegio Nacional y Secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca de 1994 a 2000.
«Mientras que la humedad, la lluvia, se espera que va a ser mayor en toda la zona sur del País», continúa la bióloga. «Un cambio de régimen pluvial, de régimen de lluvias y de temperaturas, que va a afectar profundamente los patrones de producción de alimentos. Así está pronosticado en el País si no hacemos nada».
Si bien esa es la proyección a futuro -uno no muy lejano-, las actuales lluvias extremas y desplazamiento del régimen pluviométrico en el territorio nacional, con potenciales consecuencias en el abastecimiento del agua, son ya una consecuencia de la alteración climática.
«Sí hay evidencia altamente confiable, con un alto nivel de certidumbre, que nos indica que las lluvias extremas son atribuidas en buena medida al cambio climático», subraya Aragón Durand.
- Sobre todo, y por si lo anterior no resultara lo suficientemente preocupante, está proyectado que los ciclones tropicales y tormentas severas sean más extremos en la región del Caribe, Centroamérica y México, refrenda Conde, para quien es necesario que el País tenga un papel muy activo en la próxima Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26), a celebrarse en noviembre en Glasgow, Escocia.
Sin duda el daño generado por los humanos será considerable, aunque no sólo para éstos, sino para la biodiversidad misma -de la que México también posee una enorme y delicada riqueza-, con la pronosticada extinción de un millón de especies para fin de siglo.
Por más lejano que esto pudiera sonar, ya han nacido hoy quienes lo habrán de atestiguar.
«Los niños de hoy van a tener 70 años cuando suceda esta realidad dramática que es la extinción de un millón de especies. O sea, ¿quiénes somos los humanos como para definir que vamos a suspender la vida en el planeta de un millón de especies?», reprocha Carabias.
«Eso es una cuestión que nos está quedando muy clara desde la ciencia, pero nos está costando mucho trabajo que la sociedad se dé cuenta que hay una responsabilidad individual, una colectiva, una de los Gobiernos y una de los empresarios».
El huracán Ida es solo un adelanto de los que están por llegar
El huracán Ida es el noveno de esta temporada y, por tanto, un huracán temprano. En la magnitud de la destrucción causada en Luisiana es el segundo, tras el Katrina, y similar en la intensidad de sus vientos al huracán Laura de 2020.
- Si bien todavía se está determinando la contribución del cambio climático a estos fenómenos, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) estima que está ya influyendo en la intensidad y en la cantidad de precipitación que producen , y que estas aumentarán a lo largo del presente siglo XXI. De hecho, aunque las instituciones son enormemente prudentes, me atrevo a afirmar que la intensidad y la magnitud de la precipitación han aumentado y seguirán haciéndolo como consecuencia del cambio climático.
La razón es clara, y la estamos viviendo este año en España. Los océanos en general están más calientes, y el Ártico mucho más. Un mar más caliente que hace 50 años evapora mucha más agua, que luego precipita (en América con los huracanes y en España con las DANA ).
El viaje de los huracanes
Los huracanes se comienzan a formar frente a las costas occidentales de África, en los mares tropicales calientes, y se desplazan, uniéndose unos a otros, hacia el Caribe arrastrados por los vientos alisios. Al llegar al Caribe, se encuentra con un mar casi cerrado, y por lo tanto más caliente que el Atlántico.
- Cuando transcurren sobre estas zonas de alta evaporación, los huracanes se intensifican a medida que el agua en forma de vapor condensa en la parte alta del vórtice que forman. Obtienen energía de la condensación del vapor y su paso a agua líquida, liberando 0,63 kWh por cada litro de agua condensado. Y esa agua condensada cae como lluvia en mayor cantidad, produciendo inundaciones más intensas.
Algunos se mueven, causando destrucción, sobre las islas caribeñas hasta tocar tierra en las costas continentales. Allí desaparece el aporte de vapor de agua, y disminuyen en intensidad y desaparecen tierra adentro, salvo cuando se deslizan, como el Ida, hacia el norte a lo largo de la costa oriental de los EE. UU./Agencias-PUNTOporPUNTO