AGENCIAS
En la Ciudad de México «viven alrededor de 500.000 indígenas y se hablan prácticamente todas las lenguas de México», declaró el secretario de Cultura local, Eduardo Vázquez, quien apoyó la lucha del pueblo huichol en defensa del territorio sagrado de Wirikuta.
«En la Cuenca de Anáhuac viven los pueblos originarios, que están aquí desde antes de la Conquista, antes de la caída de Tenochtitlan y aun antes de Tenochtitlan, junto con los pueblos migrantes, los que han hecho de ésta su tierra, quienes aquí conviven y dan riqueza a la ciudad», dijo Vázquez, según un comunicado de la Secretaría de Cultura de la ciudad.
«La Ciudad de México es pues la capital indígena del país», añadió anoche el funcionario en el marco de la Fiesta de las Culturas Indígenas organizada por el Gobierno local.
Al presentar en el Zócalo capitalino el documental «Huicholes: Los últimos guardianes del peyote», Vázquez sostuvo también que la defensa del territorio sagrado de Wirikuta en el desierto de San Luis Potosí por parte de los Wirrárikas (huicholes) es en realidad «la defensa de la madre tierra, del planeta».
«Más allá, pero sin olvidarlo, (es) la defensa de una planta mágica que es vehículo entre el espíritu y la carne, entre los dioses y los seres humanos», añadió ante las más altas autoridades tradicionales del pueblo huichol y cientos de personas que se reunieron en el Zócalo para asistir a la proyección del documental.
La cinta, del director argentino Hernán Vilchez, aborda la defensa de Wirikuta, el territorio sagrado de la etnia huichol, ante la amenaza de la explotación minera.
Por su parte, las autoridades huicholes leyeron una carta que entregarán a la Presidencia en la que demandan «la cancelación de todas y cada una de las 78 concesiones mineras autorizadas por el Estado mexicano a empresas canadienses en los lugares sagrados de Wirikuta».
En 2010, el Gobierno mexicano otorgó concesiones a varias compañías para explotar esta área, una reserva natural de 140.000 hectáreas de desierto y sierra ubicada en el central estado mexicano de San Luis Potosí, rica en oro, plata y otros minerales.
Desde entonces, numerosos ciudadanos se implicaron en una lucha por defender esta zona a la que peregrinan cada año los indígenas de la etnia huichol, que suman unos 70.000 y están dispersos en los estados de Nayarit, Durango y Jalisco.
Esa lucha logró que un tribunal federal suspendiera -que no cancelara- las licencias de explotación hasta que se resuelva el amparo interpuesto por el pueblo.
Entre los rituales que realizan en Wirikuta, los indígenas piden que llueva y fructifiquen sus cosechas, se conectan con sus ancestros gracias a una cactácea con propiedades alucinógenas llamada peyote, y recogen agua con la que bañarán a sus hijos para que tengan buena salud.