El 2011, en medio de la peor crisis de seguridad pública en México, Lourdes, Lidia y Laura, junto con otras 18 mujeres fueron víctimas de los arrestos masivos que se dieron en el marco de la llamada “guerra contra el narcotráfico”; hoy -9 años después- todo es peor.
- Estas mujeres fueron detenidas de manera ilegal, encarceladas y olvidadas en prisiones lejos de sus lugares de origen, sólo porque estaban en el lugar y la hora menos indicada, concluye la organización no gubernamental AsíLegal que documentó cada uno de estos 21 casos que tras estos años siguen sin saber por qué fueron detenidas.
- Son las mujeres que han sido olvidadas en los centros penitenciarios locales, sostiene José Luis Gutiérrez Román, director de AsíLegal. En entrevista refiere que no son solo 21 las mujeres que han sido encarceladas, sin sentencia, en las prisiones, sino que son cientos más.
- Algunas de ellas trabajaban en un bar que había sido señalado por algún ilícito. Llegaron los militares y sin mediar más se las llevaron o los otros casos de mujeres que estaban en sus casas y que al llegar las fuerzas federales en búsqueda de sus parejas sentimentales, se las llevaron aún si tener acusación alguna, explicó Gutiérrez Román.
Su organización ha ubicado a estas mujeres en el penal estatal de Mexicali, Baja California. Y detalla que ellas han pasado mucho tiempo en prisión preventiva. “Ya pasaron los dos años que la ley establece si no se les encuentran cargos, así que por ley son inocentes, por lo que se les debe da cambiar la medida cautelar para que puedan quedar libres”.
- En este sentido, Gutiérrez Román refirió que según las estadísticas del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2019, existen 410 mujeres del fuero federal en prisión preventiva por delitos contra la salud y relacionados con narcotráfico.
“Ellas son las otras víctimas de esta guerra, las víctimas de las que nadie habla. El simple hecho de ser mujeres fue aprovechado por las autoridades para fabricar su culpabilidad a través de confesiones obtenidas mediante tortura sexual, física y psicológica”, manifestó.
El activista recordó que estas mujeres han padecido cuestiones jurídicas que son realmente descabelladas, debido a que en la mayoría de los casos sus procesos están en la Ciudad de México, el juez en Tamaulipas y su defensor en Morelos, por lo que a través de videollamadas es como se establece el contacto para sus audiencias.
- “Pero resulta que en estas audiencias, no cuentan con un abogado propio, siempre es uno defensor por oficio y no conocen sus casos a profundidad y los casos se van dejando, se aplazan y se vuelve a sumar más tiempo en prisión preventiva”, dijo.
- “El gran tema es que existe una discriminación entre las mujeres del fuero local al federal, ya que ellas que están siendo procesadas por delitos del fuero federal, pero internadas en centros penales estatales, como en el caso de Baja California, pasan cerca de 24 horas privadas de su libertad dentro su celda”.
Aunado a ello, José Luis Gutiérrez dijo que ellas están lejos de sus lugares de origen y por ende no hay nadie quien las visite, no hay visita familiar.
- “Pero también encontramos en estos cosas que ellas han pedido, con resolución en mano de un juez, ser trasladas a centros penitenciarios más cercanos y el sistema penitenciario no pasan por ellas, la Policía Federal o quien tenga que hacer el traslado en esa entidad a sus lugares de origen, pues no han ido a recogerlas y siguen ahí esperando desde hace años con una resolución, una orden de un juez.
Derecho a la higiene no existe en las cárceles
Las mujeres privadas de la libertad que carecen de visita familiar o dinero tienen que improvisar con trapos viejos, calcetines o pedazos de tela como sustituto de las toallas sanitarias, lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades.
EL GRAN DIARIO DE MÉXICO entrevistó a mujeres que estuvieron y que están en prisiones federales y estatales. En la cárcel femenil de Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México, algunas utilizan trapos que recogen.
- En la antigua prisión de Islas Marías usaban las blusas del uniforme, mientras que en la cárcel de Morelos se quitan los calcetines para utilizarlos como compresas. La alternativa es trabajar extra para adquirir estos insumos en las tiendas de las penitenciarías.
- Las autoridades no proporcionan condiciones adecuadas para la higiene menstrual, las ignoran. Para diversos organismos que defienden esta causa, la omisión impide la rehabilitación de las reclusas por violar derechos, como a la salud y la educación.
Ante la falta de toallas sanitarias gratuitas y un trato apropiado, mujeres privadas de la lidertad usan trapos y calcetas; las autoridades simplemente las ignoran, de ahí que en prisión hasta un calcetín sirve como toalla durante la menstruación.
- Algunas mujeres, como Isabel se aíslan cada que menstrúan y no hay agua en la cárcel; Abigail aprendió que cualquier pedazo de tela es valioso para la regla.
- Las tres mujeres descubrieron que en las cárceles de México el derecho a la higiene menstrual no existe.
Según diversas entrevistas con mujeres que están o han pasado por la cárcel y con cuestionamientos vía transparencia, las autoridades no otorgan insumos para el periodo menstrual, por lo que las reclusas dependen de las visitas familiares para tener toallas o tampones o para comprarlos adentro.
- “En el Cefereso de Morelos yo tenía hemorragias por mala alimentación y pérdida de peso. Primero perdí la regla, pero cuando volvió era muy abundan te. Yo no tenía tienda, porque no tenía depósito. ¿Qué podía hacer? Usar calcetines como toallas.
- “Me da tristeza, porque yo recordaba cómo afuera dejaba la toalla por ahí y en ese momento la necesitaba.
- “Nos daban cuatro calcetines: dos cafés y dos blancos, pero luego se acababan, porque el cambio de uniformes era cada medio año”, narra Viridiana, quien tiene 30 años y salió de prisión en 2019.
De acuerdo con ella, en la prisión federal de Morelos, un paquete de toallas nocturnas costaba hasta 80 pesos; sin embargo, en tiendas regulares se encuentran entre 25 y 60 pesos.
- La higiene menstrual es un derecho humano, según diversas organizaciones internacionales, como Human Rights Watch y Wash United, que subrayan que se trata de una base para garantizar la equidad de género.
“Cuando las mujeres y niñas no pueden manejar su higiene menstrual, puede afectar negativamente su derecho a la educación, al trabajo y a la salud”, expresa la guía Entendiendo la higiene menstrual y los derechos huma nos, de ambas organizaciones/Agencias-PUNTOporPUNTO