Yohali Resendiz
Son 2:20 de la mañana, un mensaje de una amiga es dejado en mi inbox. Al abrir varias veo varias fotos de un pequeño de al menos cinco años de edad y varios mensajes de la que seguramente es su madre:
«Que latoso es este niño alguien lo kiere»
Imformes (sic)
7491056922
Luego otro mensaje y otra foto:
«15mil pesos ya no puedo con el gasto
Imformes (sic)
7491056922»
Después otra foto en la que aclara y se disculpa:
«150mil fue error de dedo en la otra foto disculpen
necesito dinero, yo ya no puedo con el gasto»
La lada del número telefónico corresponde a Nanacamilpa, Tlaxcala, y el nombre de usuario en Facebook de quien vende al niño es Brenda Raymundo. Esta reportera llamó y corroboró que efectivamente el niño está a la venta. Me dejó entrever que no quería bromas y que la venta era seria.
–¿Dónde vives? –pregunté
— Nanacamilpa, Tlaxcala
Se escuchaban llantos de pequeños
–¿Cuántos años tiene? –repliqué
«¡Cállense que no oigo!», se escuchó por el teléfono.
Pero los pequeños no hicieron caso
«¡Que se callen!, ¡Que te dije!
Y se escuchó más llanto.
Mi interlocutora se escuchaba desesperada, harta….
–No quiero trampas, es venta seria, –me dijo.
–Claro que es serio, tan serio que iré por él, tú dime dónde nos vemos
—¿De dónde viene?
–Estoy a hora y media, llegaría en la madrugada
–Mmmmmm espere.
La mujer tapó el auricular y enseguida dijo: «Te veo en la central de camiones de Apizaco, hago una hora, ¿Como vas vestida para saber?”
La intención de la llamada fue primero saber si existía el número, si la publicación era cierta y para denunciar a la autoridad correspondiente y darle protección al menor.
Después de que colgué, me percaté de que la usuaria que ofrecía a su hijo en venta seguía respondiendo llamadas de otros números.
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