DESPLAZAMIENTO FORZADO otra de las CONSECUENCIAS del CAMBIO CLIMÁTICO que ya vive CENTROAMÉRICA

La Organización Internacional para las Migraciones informó que, en recientes entrevistas realizadas a migrantes varados en distintas ciudades de la frontera entre México y EE. UU., “lo que todos tienen en común es que lo perdieron todo por el paso de los huracanes”.

Tabasco

Un estudio de Organización Internacional para las Migraciones (OIM), revela un aumento de los “migrantes climáticos” desde Centroamérica hacía la frontera de México con Estados Unidos.

  • Según la investigación, basada en múltiples entrevistas, a las causas ya conocidas que impulsan la migración como la pobreza, la violencia y la discriminación, se le suma ahora el cambio climático.
  • De acuerdo con el organismo de las Naciones Unidas, cada vez más personas buscan emigrar “para dejar atrás los desastres causados por fenómenos meteorológicos extremos que han devastado sus comunidades.”

Los testimonios recogidos en el documento dejan en evidencia, a criterio del organismo, “cómo la migración en todo el mundo se ve cada vez más afectada por las consecuencias de las inundaciones, huracanes y tormentas”.

Prueba de los efectos que poseen los fenómenos climáticos en la región es el hecho de que la migración desde el Triángulo Norte se vio exacerbada luego de que los huracanes Iota y Eta azotarán la región.

Las catástrofes definen las tendencias migratorias

Decenas de miles de personas migrantes llegan cada año a la ciudad mexicana de Tijuana, fronteriza con Estados Unidos, para tratar de cambiar de vida en ese país.

  • Emigran solos o en grandes grupos, y por múltiples razones: huir de la pobreza, de la violencia, de la discriminación, pero cada vez más, se desplazan para dejar atrás desastres causados por fenómenos climáticos extremos que han devastado sus comunidades.
  • Un equipo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) conversó con varios de ellos. Tienen en común que lo perdieron todo por el paso de los huracanes “Eta” e “Iota” en noviembre de 2020.

Son “migrantes climáticos”, personas, familias enteras cuyos testimonios evidencian cómo las migraciones en todo el mundo dependen cada vez más de las consecuencias de inundaciones, huracanes y tormentas.

Huir de la naturaleza

La región centroamericana ha sido caracterizada como particularmente vulnerable a los impactos de cambios ambientales y climáticos. En el Corredor Seco, un espacio árido que ocupa amplias porciones de Guatemala, Honduras y El Salvador, la agricultura de subsistencia se ve regularmente afectada por la sequía.

  • En este escenario, desastres repentinos como los que acontecieron en noviembre de 2020 acaban de sobrepasar la capacidad de resiliencia de los hogares.
  • Marvin, Jenny y Carlos no se conocen, pero los tres son centroamericanos. Están en Tijuana por la misma causa: lo perdieron todo a fines del pasado año como consecuencia de los huracanes “Eta” e “Iota”.

Los tres están varados, expectantes, en una de las ciudades de la frontera México-EEUU con más tránsito diario. Desean poder pasar de alguna manera del otro lado y dejar atrás el momento de sus vidas en que la naturaleza aniquiló sus propiedades y sueños.

Marvin: “El río Motagua es destructor”

Marvin ronda los treinta años. Ha migrado con Karen, su esposa, y sus dos hijos. Viene del departamento de Izabal (Guatemala). Lo que dejó atrás es una pesadilla.

  • En noviembre de 2020 los huracanes “Eta” e “Iota”, de categorías 4 y 5 respectivamente en la escala Saffir-Simpson, arrasaron América Central y dejaron a 7 millones de personas damnificadas en diez países, entre ellos centroamericanos, caribeños y México.

La Matriz de Seguimiento del Desplazamiento (DTM) de OIM, un estudio que se hizo para evaluar el impacto de aquella contingencia detalló que Guatemala fue uno de los países más afectados por los huracanes junto con Honduras y Nicaragua. Según el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno, “Eta” e “Iota” causaron 1.7 millones de nuevos desplazamientos, especialmente en Nicaragua, Guatemala y Honduras.

Marvin y los suyos lo vivieron de cerca.

“Cuando a nosotros nos dijeron que venía ‘la llena’ (la crecida del río) no lo creímos. Llovía poco pero no sabíamos que en el occidente del país estaban grandes tormentas, un río que viene de Honduras se llenó por completo, terminó de llenar el río Motagua”, relata el agricultor.

“Yo tenía un animalito, un caballo, para jalar el producto, el maíz, la yuca…me salía trabajo también de jornalear para sacar productos para sacarlos afuera del campo, al camino para agarrar el autobús o el carro para sacar el producto a los mercados, y también se lo llevó (la inundación), se murió el animalito, lo perdimos, se perdieron cercos, se perdió todo”, agrega.

En la zona había una empresa bananera donde Marvin trabajaba con contratos de no más de dos meses.

“La compañía se vino abajo, despidió a toda su gente, prácticamente dependemos de ellos porque si no hay trabajo ahí no tenemos cómo seguir trabajando nosotros la tierra, cómo comprar las semillas, abonos, líquidos que se necesitan”, cuenta Marvin.

  • Junto a él, su esposa Karen Patricia completa la historia de lo difícil que fue aquel momento y explica cómo emigrar se convirtió en su única alternativa de vida:
  • “Mis niños querían comer y no teníamos nada. Era muy duro pasar eso y tomamos la decisión de salir de ahí; no teníamos otra opción”, señala la madre migrante.

Cruzar México no fue fácil. Ahorran detalles, pero dejan claro que el camino también ha estado lleno de penalidades.

“Yo lo que quiero es que mis hijos no pasen por lo que nosotros estamos pasando. Es muy duro que ellos vuelvan a vivir esto”, indica Marvin, quien guarda un reproche contra las autoridades de su país: jamás les dieron aviso de que llegaba “Eta”.

El agua se llevó todo, todo, todo

Jenny, por su parte, es hondureña, de una zona del departamento de Cortés llamada Bajos de Choloma. En 2020 trabajaba en una empresa de costura, pero debido a la pandemia del COVID-19 se quedó sin trabajo, como muchas otras personas.

En su caso, la experiencia de ‘Eta’ e ‘Iota’ le hizo recordar ese otro momento traumático de su vida, el paso del huracán «Mitch» por su comunidad hace 23 años.

  • «Cuando pasó el huracán ‘Mitch’ nos tuvieron que sacar en botes para un cerro y de ahí, gracias a Dios, mi papá y mi mamá, nos recuperamos, pero ahora con los huracanes ‘Eta’ e ‘Iota’ prácticamente lo perdimos todo…», explica al borde de las lágrimas.
  • La zona en la que vive está rodeada de «bordos» (presas de contención) que, durante las fuertes lluvias, como en esta ocasión, se rompen y desbordan provocando inundaciones y destrozos. Cuenta que la familia se salvó, pero perdió sus bienes.

Cuando regresó al pueblo, sus peores temores se hicieron realidad: «las casas se perdieron, el agua se llevó todo, todo, todo. Fue triste para nosotros volver y no encontrar nada después de tantos años de lucha por tener algo», dice.

El dolor de ver perderlo todo

La misma experiencia vivió Carlos: «Fue muy doloroso ver cómo se perdía lo poco que se tenía».

«Soy agricultor y me dedicaba a la agricultura en mi país, pero con el paso de los huracanes lo perdí todo y decidí emigrar a Estados Unidos», cuenta este campesino de la comunidad de El Belloto, en el departamento hondureño de Lempira, que emigró con su hijo de 5 años.

La zona montañosa en la que vivía no es especialmente propicia para la agricultura, pero solía plantar café, maíz y frijoles, cultivos básicos en Centroamérica.

«Vivíamos bien, no nos faltaba nada. Después de los huracanes, nuestra casa quedó destruida, perdimos la parcela donde trabajábamos, la cosa se puso fea», dice.

Fueron varias semanas de lluvias que provocaron que «nos quedáramos con las manos vacías» y que mucha gente acabara en la calle, sin trabajo, sin posibilidad de ganarse la vida. Sin opciones para mantener económicamente a su familia, Carlos pensó que la mejor opción era marcharse.

  • El 1 de febrero, junto a su hijo, partió hacia Tijuana llegando el 19 de marzo. La decisión no le pesa: «Es horrible quedarse sin nada de la noche a la mañana. Es como si no se te ocurriera nada, no había nada que hacer en ese momento y se me ocurrió mudarme aquí, a Estados Unidos, porque es la única manera», añade.
  • Junto a su hijo, Carlos Alfredo, recuerda lo que dejaron atrás e insiste en que, pase lo que pase, volverán a su comunidad. Sin embargo, le recuerda a su hijo pequeño que las cosas no serán iguales.

«La lección que le dejó (el haber emigrado) es que, aunque te enfrentes a la adversidad, siempre puedes levantarte, por mucho que te cueste. Se va a dar cuenta de lo que perdimos y que, por Dios, lo vamos a recuperar algún día, ¿no? Y, gracias a Dios, que está viviendo la aventura conmigo aquí», comparte Carlos.

  • La Organización Internacional para las Migraciones lleva décadas trabajando sobre los vínculos entre migración, medio ambiente y cambio climático. Esta agencia de la ONU ayuda a las personas y a los gobiernos a prepararse para los efectos adversos del cambio climático en la migración. También lleva a cabo programas de adaptación y mitigación del cambio climático, de reducción del riesgo de catástrofes y de estabilización comunitaria para ayudar a las personas a permanecer en sus hogares y evitar la migración forzosa.

Cuando la migración es la única opción, la Organización trabaja con los gobiernos para garantizar vías seguras, ordenadas y regulares para la migración, y proporciona ayuda a quienes se ven obligados a huir de sus hogares.

La OIM ha publicado, junto con la Secretaría del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), un estudio reciente sobre la relación entre la migración, los desastres y el cambio climático en Centroamérica. También apoya el desarrollo de políticas adecuadas para prevenir la migración forzada y atender las necesidades de los migrantes climáticos./Agencias-PUNTOporPUNTO

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