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Cada vez más mujeres migrantes viajan en busca de trabajo y mayores oportunidades de desarrollo económico, y no sólo para reunirse con su pareja o sus familiares, dijeron expertas.
Son algunos de los resultados del informe “Aproximaciones al conocimiento cuantitativo y de identidades de las mujeres en la migración”, elaborado por las organizaciones civiles Incide Social y Sin Fronteras.
Según el estudio, durante los últimos 40 años el principal cambio que se observó en la migración femenina fue que cada vez más mujeres emigran de manera independiente; es decir, sin compañía de un hombre.
La principal motivación de las migrantes para abandonar sus países es la necesidad económica y el propósito de alcanzar una mejor vida para ellas y sus familias; por lo tanto, emigran en busca de empleo y no para unirse con sus parejas, se asienta en el documento.
Esta dinámica destaca en América Latina (AL), primera región en el mundo en registrar paridad en el número de mujeres y hombres migrantes.
Una muestra de la migración por razones económicas es que en 2010 la tasa de participación de las mexicanas en el mercado laboral estadounidense fue de 54.9 por ciento, superior a la registrada por la población femenina ocupada en México, que fue de 42.21 por ciento, según datos oficiales retomados por las investigadoras.
Los principales países de origen de las migrantes son Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, y, de acuerdo con el documento, la falta de oportunidades y empleos para las mujeres se debe a los índices elevados de violencia, la pobreza y las desigualdades de género.
El estudio indica que la edad de estas migrantes va de los 15 a los 35 años; es decir, están en edad productiva. Sin embargo, acceden principalmente a trabajos con estatus de “servilismo” (como trabajadoras del hogar y de cuidado) y “degradación” (explotación sexual).
Además, las migrantes que viajan a otros países para trabajar enfrentan explotación económica, discriminación y otros riesgos al interior de sus centros de trabajo (los cuales son los hogares y el campo). Esta violencia está relacionada con su condición migratoria irregular y su condición de género, explican las organizaciones.
A decir de las expertas que realizaron el estudio, la mayoría de las investigaciones y las acciones enfocadas a regular las condiciones de la migración se centran en las dinámicas masculinas, lo que provocó un sesgo de género que invisibilizó la participación de ellas en la migración, así como sus motivaciones particulares.
Por esto, Incide Social y Sin Fronteras recomendaron a los países implicados en los flujos migratorios visibilizar a la población indocumentada y destinar recursos económicos para realizar censos de manera periódica, e integrar la perspectiva de género como eje transversal en la cuantificación de los flujos migratorios.
REALIDAD
Por regiones, la población migrante femenina despunta en Europa con (51.9 por ciento); AL (51.6 por ciento), y América del Norte (50.2 por ciento), por lo que su participación es igual o un poco mayor que la masculina.
En número totales, se contabiliza la participación de 111.3 millones de mujeres en la migración, lo que representa más de 1 por ciento de la población total en el mundo.
De acuerdo con el análisis, las migrantes (y cada vez más los varones) se asientan en los países de destino. Como ejemplo, debido al gran número de mujeres que emigran de Nicaragua (segundo país más pobre de AL) a Costa Rica (con gran tradición agrícola), en este segundo país existen 17 mil hogares con jefatura femenina nicaragüense en la que no hay un cónyuge.
De acuerdo con el informe, de la década de los años 60 (cuando se empezó a visibilizar la participación de las mujeres) al año 2010 la población femenina migrante internacional se incrementó de 46 por ciento a 49.7 por ciento, especialmente en la década de los 90.
No obstante, a partir de 2013 la migración femenina podría estar en descenso, ya que la Organización Internacional para las Migraciones informó que se contabilizó 1 por ciento menos mujeres migrantes que en 2010, lo cual está asociado a las políticas migratorias de deportación.
Cabe señalar que aunque las mujeres se incorporaron desde hace 100 años a la migración, la mayoría de las acciones impulsadas para regular los flujos migratorios estuvieron centradas en los varones, por lo que casi no se cuenta con información específica sobre ellas durante largos periodos, se concluye en el documento.