Imagen: @Omarel44
AGENCIAS
Cientos de manifestantes retuvieron hoy por cerca de 40 minutos el vehículo en el que se desplazaba el alcalde del puerto mexicano de Acapulco, Luis Walton, para reclamarle por la desaparición de 43 estudiantes hace casi tres meses.
El vehículo fue bloqueado por una valla humana en momentos en que Walton arribaba al Centro Internacional Acapulco, donde encabezaría un evento público.
Los manifestantes, entre los que se encuentran familiares de los alumnos desaparecidos e integrantes de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (Ceteg), desinflaron las llantas del vehículo y le pintaron mensajes.
«Fue el Estado», «Ayotzinapa vive», y «Asesinos viajan aquí» fueron algunos de los mensajes escritos en el vehículo, desde el que se vio al alcalde asustado y realizando llamadas telefónicas.
La toma inició poco después del mediodía y en la misma los estudiantes de la escuela para maestros de Ayotzinapa, a la que pertenecían los jóvenes que desaparecieron el 26 de septiembre en Iguala a manos de policías corruptos y criminales, reclamaron el esclarecimiento del caso.
«No vinimos a agredir a nadie, solamente a pedir que se esclarezca el caso de Iguala, que nos presenten con vida a los estudiantes, y castigo por parte del Gobierno federal a los responsables», aseguró uno de los manifestantes.
Las personas que bloquearon el vehículo oficial del alcalde llegaron a Acapulco en al menos cuatro autobuses procedentes de distintos puntos de Guerrero.
Después de 40 minutos de bloqueo, Walton salió del vehículo para conversar con una de las madres de los desaparecidos que se le acercó, a la que dijo que se solidarizaba con su situación.
La mujer le pidió que ordenara el retiro de agentes federales que se encontraban cerca de la concentración y Walton respondió que lo intentaría, pero que no era un tema de su jurisdicción.
Tras la conversación, el alcalde salió del lugar y se fue en otro vehículo.
Desde la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa se han realizado numerosas manifestaciones dentro y fuera del país, algunas de las cuales han concluido con actos violentos, como la quema de vehículos y edificios públicos.
Los 43 estudiantes desaparecieron la noche del 26 de septiembre después de una ola de ataques a tiros presuntamente ordenados por el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, en los que murieron seis personas y 25 resultaron heridas.
Según la investigación oficial, los jóvenes fueron detenidos por policías y entregados al cártel Guerreros Unidos, que presuntamente los asesinó e incineró en un basurero del municipio de Cocula, vecino a Iguala, una versión en la que los familiares no creen.