Ayer por la noche el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se entregó a la Policía Federal para cumplir con la orden de detención emitida por el juez Sérgio Moro. Poco antes, en un discurso ante sus seguidores, confesó que su crimen fue colocar pobres en la universidad, negros en la universidad, que los pobres coman carne, compren autos, viajen en avión, hagan su pequeña agricultura, sean microemprendedores, tengan casa propia.
Si ese es el crimen que cometí, quiero decir que voy a continuar siendo criminal en este país, porque voy a hacer mucho más. En Sao Bernardo do Campo, donde se ubica el Sindicato de Metalúrgicos, su cuna política, reivindicó su inocencia y recordó que hace muchos años soñé que era posible gobernar este país involucrando a millones y millones de personas pobres en la economía, llevando millones de personas a las universidades, creando millones de empleos en este país.
No soy un hombre, soy una idea
- Tras recordar la larga lucha sindical que lo llevó a encabezar una de las huelgas más exitosas de Brasil en 1979 y a construir el Partido de los Trabajadores, que lo llevó al poder, Lula agradeció el apoyo del pueblo que se ha mantenido junto a él y aseguró que no voy a parar, porque no soy sólo un ser humano, soy una idea, una idea mezclada con las de ustedes.
En referencia al aparato judicial que lo condenó a 12 años de prisión, afirmó: Ellos tienen que saber que la muerte de un combatiente no detiene la revolución. Tras rechazar que fuera un fugitivo o que tuviera miedo, agregó que entre más días pase en la cárcel más Lulas nacerán en este país y más gente va a pelear por este país, porque en una democracia no hay límites, no hay hora cierta para pelear, y rememoró una frase que, dijo, escuchó a una niña en 1982: los poderosos pueden matar una, dos o tres rosas, pero nunca podrán detener la primavera./AGENCIAS- PUNTOporPUNTO