La PRODUCCIÓN de ARMAMENTO en EU creció en veinte años; el país vecino INUNDA a MÉXICO con armas de fuego

Entre un 70% y un 90% de las armas en México vienen de Estados Unidos, según las autoridades.

Las empresas fabricantes de armas en Estados Unidos están haciendo un gran negocio con las muertes discretas en México: entre el año 2000 y el 2023 aumentó en más del 8 mil por ciento la manufactura de los silenciadores, es decir, dispositivos diseñados para disminuir o amortiguar el estallido que produce el disparo de un arma de fuego.

  • La cifra, desconocida hasta este 8 de enero, está mencionada en un par de renglones entre los cientos de cuartillas que integran el reporte “Protegiendo a Estados Unidos del tráfico de armas de fuego”, elaborado por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos todavía en la administración del presidente Joe Biden.

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Un día más tarde, el gobierno mexicano –a través de la Secretaría de Economía– emitió un documento que contextualiza ese dato aparentemente trivial: “Estos silenciadores, y otros componentes de armas de fuego, también son adquiridos por el crimen organizado en México”.

Una revisión hemerográfica hecha por MILENIO confirma los dichos de la dependencia que encabeza Marcelo Ebrard: a medida que se incrementa la fabricación de silenciadores en la Unión Americana, también crece su uso por brazos armados y aumenta la incautación de estos dispositivos en México, ya que son usados para pistolas o para armas largas como subametralladoras calibre 45 milímetros.

  • Este medio hizo un análisis de noticias y boletines de prensa del sexenio actual y los dos anteriores para encontrar que los silenciadores decomisados en México empezaron a ser anunciados con una frecuencia superior al 30 por ciento a partir de 2012 y hasta el 2020 comenzó a mencionárseles como artefactos que suscitan preocupación nacional.
  • A partir de esa fecha hay reportes del gobierno de Estados Unidos que reconocen que los silenciadores estadunidenses terminan en manos de los cárteles de las drogas.
  • Por ejemplo, la Fiscalía del Distrito del Sur de California publicó un comunicado de prensa el 19 de octubre de 2023 en el que anunció que dos hermanos, Homero y Mauricio Cervantes Rosales, originarios de Perris, California, se habían declarado culpables por el delito de tráfico de armas hacia México.

Homero y Mauricio reconocieron ante la jueza Karen Crawford que intercambiaron grandes cantidades de mariguana con sus socios en Texas a cambio de recibir armas y productos relacionados con ellas para venderlos a traficantes de drogas con conexiones con los cárteles mexicanos.

Entre febrero y abril de ese 2023, los hermanos Cervantes Rosales vendieron armas y municiones, pero también silenciadores como sus productos insignia.

Sus dichos causaron tanta preocupación que la fiscal estadunidense Tara K. McGrath aseguró que sin la intervención de las autoridades ese “arsenal” hubiera puesto en riesgo vidas humanas en ambos lados de la frontera.

Silenciadores, fuera de las demandas mexicanas

Un asesor del gobierno mexicano asegura que los silenciadores tienen una razón de existir: atacar sin llamar la atención. Las armas con estos dispositivos aseguran al crimen organizado la realización de misiones furtivas y encubiertas, que aumentan la supervivencia de los sicarios durante la huida o emboscada, mientras que maximizan la tasa de letalidad.

  • Las armas silenciosas ayudan a retrasar la movilización de militares y policías, evitan que los objetivos del cártel se anticipen a un ataque y reducen el pánico entre civiles, en caso de que el asesinato se lleve a cabo en un lugar público. En suma, tapa los oídos de las autoridades y convierte a los homicidas en fantasmas.
  • A pesar de la peligrosidad de estos dispositivos, el gobierno mexicano excluyó a los silenciadores en los juicios contra las armerías estadunidenses por su responsabilidad en la violencia en suelo nacional, plantea un especialista muy cercano a los litigios que sostiene México con los establecimientos de EU que venden armas cortas y largas.
  • “El gran problema de la violencia armada son las armas y las balas. Y en las demandas que ha hecho el gobierno mexicano lo que se tiene que acreditar es un nexo causal, es decir, la relación entre el daño en México y lo que hacen –o dejan de hacer– las armerías en Estados Unidos.

«La forma más perfecta de establecer ese nexo de causalidades es por la información de trazabilidad: el número de serie”, aseguró el experto.

  • Sin embargo, ni los chalecos antibalas ni los cascos ni las rodilleras –todo lo que usan los criminales como “equipo extra” para generar violencia– tiene número de serie. Eso incluye a los silenciadores.
  • Según el especialista, la industria armera ha sido muy reacia a avanzar en tecnologías como el microestampado por lote; sin ello es casi imposible registrar el origen de los insumos de las armas y, por lo tanto, su cadena de distribución. Una omisión conveniente ahora que están en el banquillo de los acusados.

“Sabemos la marca del silenciador, pero no sabemos de dónde proviene. Entonces, una acción legal contra los fabricantes y distribuidores de estos insumos es muy compleja. «¿Por qué no están incluidos estos dispositivos en las demandas? Porque tenemos nosotros que acreditar que hubo un daño, y por sí mismo un silenciador, técnicamente, no causa daño. Lo que lo causa es el disparo”, contó a MILENIO ese litigante que el gobierno mexicano contrató para ir contra las armerías estadounidenses.

La discreción de los sicarios

Uno de los primeros crímenes con silenciadores que conmocionó al país ocurrió en 2009 y tenía la firma del crimen organizado en el bastión del viejo Cártel de Guadalajara.

  • En mayo de aquel año, Roberto Francisco Machuca Aguilar, ex director de la Policía Judicial de Jalisco (1985-1993) y prominente abogado de internos acusados de narcotráfico en el penal de Puente Grande, fue asesinado mientras caminaba hacia su Mercedes-Benz último modelo. Dos sujetos se orillaron a su lado y le dispararon a quemarropa sin que los paseantes se dieran cuenta.
  • A las pocas horas, autoridades encontraron en el Parque Alcalde, en Guadalajara, el arma que usaron los sicarios y la razón de la discreción del crimen: una escuadra calibre .9 milímetros con un mofle supresor de sonido hecho en Estados Unidos.

En 2020, el museo de la agencia antidrogas DEA, ubicado en Arlington, Virginia, añadió a su colección abierta al público un arma que le fue decomisada a Joaquín El Chapo Guzmán en una de sus casas de seguridad en Sinaloa: una Beretta Parabellum 9 milímetros –una “pistola de servicio” que desde 1985 fue adoptada por las fuerzas armadas de los Estados Unidos– con baño de oro, la leyenda “Versace” y un silenciador con incrustaciones de diamante.

  • Dos años más tarde, otro silenciador se encontró en uno de los casos de sicariato más conocidos de la Ciudad de México: el multihomicidio en 2022 en un despacho legal de la colonia Roma que dirigía el abogado Rodolfo Castelán.
  • El asesino mató con seis tiros al litigante, su yerno y asistente para luego huir sin problemas gracias a que usó un arma calibre .40 con silenciador. El autor intelectual fue identificado como líder de La Resistencia, una escisión del cártel de los Beltrán Leyva.

Trump junior, su activo promotor

El informe del Departamento de Justicia también establece que los cárteles se están abasteciendo de armas y silenciadores, principalmente a través cinco canales de Estados Unidos hacia México: el canal de Arizona a Sonora –el más dominante–; de Texas a Tamaulipas; de Texas a Nuevo León; Texas a Chihuahua y el de Texas a Guanajuato, único estado mencionado que no es fronterizo.

“El 82 por ciento de las armas de fuego rastreadas en México se recuperaron en un estado con una presencia dominante de los cárteles de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación o de ambos”, aseguran los autores.

  • En cuanto a silenciadores, la búsqueda hemerográfica hecha por este medio arroja que estos aparatos también aparecen con más frecuencia en entidades como Chihuahua, Tamaulipas, Zacatecas, Estado de México, Ciudad de México, Guerrero y Chiapas, donde operan el Cártel de Juárez, Cártel del Golfo, Cártel del Noreste, Nueva Familia Michoacana, Unión Tepito y brazos armados como La Barredora y el Cártel Chamula.
  • El documento también ofrece un dato preocupante: la producción de armas de fuego superó ampliamente el crecimiento de la población estadunidense: entre 2000 y 2023, la cantidad de armas fabricadas por cada 100 mil personas aumentó un 113 por ciento, mientras que la población de Estados Unidos creció un 19 por ciento. Es decir, en ese país hay más armas que personas y muchos de esos artefactos terminan en México.

Pero acaso lo más alarmante es que uno de los principales promotores de los silenciadores es el hijo mayor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump Junior, quien desde 2016 ha aparecido en televisión elogiando los supresores de silencio y promueve que se eliminen restricciones para su venta argumentando beneficios a la salud.

  • “¡Esto es una maravilla! (…) Francamente, para mí, es cuestión de seguridad, una cuestión de salud”, dice ‘Don Junior’ en un infomercial de la empresa estadunidense SilencerCo, tras disparar un rifle de alto poder en un simulacro de cacería deportiva. Su argumento: los silenciadores no hacen las armas más peligrosas y, en cambio, protegen el tímpano de los tiradores.

Actualmente, los silenciadores están regulados por la Ley Nacional de Armas de Fuego y su venta es legal en 42 estados. En la segunda presidencia de Donald Trump, la familia del republicano quiere más de ese tipo de silencio, sin restricciones.

Estados Unidos inunda de armas a México

  • “Lo que más ocupo son los chivitos y los cacahuates para el chivito”. Apenas pasa de la una de la tarde cuando se da la llamada. En un lado de la línea está una mujer identificada como Fernanda, que se dedica a conseguir armas para los carteles.
  • Le acaban de pasar un nuevo contacto. Busca rifles AK-47, conocidos en México como cuernos de chivo, y sus cacahuates (municiones), pero quiere saber qué más hay en el menú.
  • Le interesa ver si hay ametralladoras M-240, históricamente populares entre las fuerzas de la OTAN y el ejército estadounidense, pero también entre los grupos criminales. Pregunta también por pistolas “Glock y aparatos grandes”, de alto calibre.

“Mire, se lo puedo conseguir”, contesta el contacto en Estados Unidos, según documentos judiciales a los que ha tenido acceso EL PAÍS. “Mándeme a alguien, le puedo enseñar el inventario que está a la mano en ese momento, porque el rollo también sería que tengo que pagar flete, pa’ que me lo traigan a… ¿En dónde lo quiere usted? ¿El Paso? ¿Laredo?”, pregunta el intermediario. Ambos lados tantean si pueden confiar en el otro, si el trato va en serio. Construir esa relación toma tiempo, pero al final logran ponerse de acuerdo.

En un par de semanas, ella enviará a dos personas a la frontera de Texas. El contacto y un chófer de confianza los esperarán en el estacionamiento de una tienda de conveniencia o de un restaurante de comida rápida —un sitio público, pero donde no haya muchas miradas—, revisarán que traigan la suma acordada y harán la entrega de la mercancía de forma discreta, un par de calles más adelante. “Me siguen, vamos a la bodeguita y ahí va estar todo. Solo hay que estar seguros para traer el material y la feria [el dinero]”, dice el hombre.

“Okay, ándele pues, ojalá sigamos trabajando mucho tiempo”, responde Fernanda. El trato se cierra por 63.000 dólares a cambio de 20 cuernos de chivo y dos rifles Barrett calibre 50, a pesar de que nunca se han visto las caras. Ella no lo sabe, pero su contacto es un agente encubierto.

Después de meses de tensiones, México vio la luz al final del túnel de la guerra arancelaria anunciada por Donald Trump. Claudia Sheinbaum alcanzó un acuerdo para aplazar la imposición de tarifas por un mes, a cambio de desplegar 10.000 militares en la frontera.

Sheinbaum sacó pecho al esquivar un golpe severo al comercio y plantear en la mesa de negociaciones que Washington tome acciones más contundentes contra el tráfico ilegal de armas. “Por primera vez, el Gobierno de Estados Unidos dice: ‘Vamos a trabajar conjuntamente para evitar que las armas de alto poder entren a México”, señaló el lunes.

  • Entre un 70% y un 90% de las armas en México vienen de Estados Unidos, según las autoridades. “Es un fenómeno de oferta y demanda”, explica Ieva Jusionyte, académica de la Universidad de Brown.
  • “En Estados Unidos hay una enorme demanda de drogas y una gran oferta de armas, y en México funciona al revés”, señala la autora de Heridas de salida: cómo las armas de EE UU alimentan la violencia a lo largo de la frontera.

Hay otro factor clave detrás del tráfico ilegal. En México solo hay una tienda que distribuye armas, a cargo del Ejército. En Estados Unidos, más de 75.000.

  • “De un lado es ilegal y del otro, legal”, apunta Carlos Pérez Ricart, del Centro de Investigación y Docencia Económicas. “En Estados Unidos es más fácil comprar un cuerno de chivo que una botella de alcohol o unos cigarros si tienes menos de 21 años”.

Gracias a la mano invisible de los mercados ilícitos, la guerra contra el narco se ha convertido en un negocio multimillonario. La industria produce el doble de armas que hace 25 años y ha vendido más de 106 millones de unidades desde 2017, según la ATF, la agencia reguladora de Estados Unidos. En tanto, entre 200.000 y 500.000 armas cruzan la frontera cada año de forma ilegal, de acuerdo con estimaciones oficiales.

  • En 2021, el Gobierno mexicano anunció una demanda sin precedentes contra los gigantes de la industria armamentística, el primer eslabón de la cadena de tráfico. Las autoridades reclaman prácticas comerciales negligentes y exigen una indemnización cercana a los 10.000 millones de dólares.
  • El litigio está detenido en una corte de Boston y su futuro está en manos del Supremo estadounidense, que definirá este año si México puede superar el blindaje legal que protege a los grandes productores.
  • Otra demanda en Arizona, presentada contra los distribuidores, avanza por un carril separado desde 2022. Glock, Beretta, Smith & Wesson y Colt están entre las marcas más comunes en los decomisos al sur de la frontera. También encabezan la lista de las compañías demandadas.

“Aquí lo estoy esperando, me acaban de dar su número”. El agente encubierto está impaciente. Fernanda envió a dos hombres a El Paso para hacer el trato, pero llevan cuatro horas de retraso. Cuando uno de ellos le dice que están cerca, las autoridades empiezan a movilizarse. “Ok, muchachos, prepárense”, advierte. Minutos más tarde, se concreta la transacción y el arresto.

“Una vez que ya entregara el dinero, el otro iba a recoger las armas y llevarlas a México”, admite uno de los detenidos, en medio de un intenso interrogatorio. Los agentes presionan para que delate a sus socios, pero el hombre teme que maten a su familia y exige garantías antes de hablar. “Si traes a mi esposa y a mi hijo para acá, te digo para dónde van, de quién son y cómo se las llevan”, promete.

  • Finalmente, no hay acuerdo y la conversación se vuelve evidencia en un juicio. En septiembre pasado, el acusado fue sentenciado a 25 años de cárcel. Otros dos cómplices se declararon culpables. Fernanda sigue prófuga.
  • “El tráfico de armas suele tener mucha más gente involucrada que el narcotráfico”, señala Jusionyte. La modalidad más común de tráfico inicia con una venta legal a través de prestanombres.
  • “Las personas que compran normalmente son ciudadanos americanos: un amigo o un conocido que compra una pistola para alguien más a cambio de una comisión”, apunta la investigadora.

Muchas veces son personas de a pie, sin antecedentes penales, que no levantan sospechas. “Después, esa gente pasa las armas a otros intermediarios, a veces transportistas, mensajeros o quienes tienen contacto directo con los carteles y corren más riesgos”, agrega. “Los compradores originales casi nunca tienen idea de adónde van esas armas”.

  • Otras fuentes comunes son las ferias (gun shows), donde se promocionan y venden las armas de forma abierta, sin mayores restricciones para los compradores. Se organizan alrededor de 5.000 eventos de este tipo cada año en Estados Unidos, 100 cada fin de semana, según la Asociación Nacional de Armas.
  • A veces, los carteles acuden a redes sociales o foros de internet, donde clientes privados revenden sus productos, venden las armas por partes (sin ensamblar) u ofrecen las llamadas “armas fantasma”, fusiles de fabricación casera o hechos en impresoras 3D, sin regulación ni número de serie para ser rastreadas.

Hay también armas robadas o supuestos casos de corrupción en las fuerzas del orden, aunque representan menos del 10% de los casos.

En ocasiones, no hace falta recurrir a los esquemas ilegales. Se puede ir directamente a las páginas de los fabricantes, donde algunas compañías han tenido campañas publicitarias con trasfondo bélico y motivos mexicanos, parte central de la demanda de México.

“Es una cadena de negligencias, donde cada eslabón decide mirar a otro lado”, afirma Alejandro Celorio, que encabezó el litigio hasta octubre pasado.

  • Cada miembro de la cadena obtiene ganancias distintas. Un traficante de Ohio condenado el año pasado vendía un rifle AR-15 o una carabina M-4 por 3.000 dólares y un AK-47 por 4.500 dólares. Un vendedor de Texas ofrecía “armas fantasma” por 2.000 dólares. En cambio, un contrabandista atrapado la semana pasada obtenía sólo 100 dólares por cada fusil que cruzaba a México.

Casi siempre hay armas donde hay drogas. La célula de Fernanda aprovechaba los viajes: llevaba metanfetaminas desde México y reinvertía las ganancias para comprar arsenales en Estados Unidos.

  • “Las armas son lo que permite a las organizaciones en México diversificar su portafolio criminal y no sólo dedicarse al narcotráfico”, asegura Pérez Ricart. Son también un factor poderoso para explicar por qué muchos deciden migrar. “Sin armas no hay secuestro ni cobro de derecho de piso [extorsión]”, agrega. “Sin armas no hay crimen organizado”.
  • Las armas también propician que haya más armas y de mayor calibre. “La principal preocupación del Gobierno de México es la espiral de violencia ascendente”, señala Celorio.
  • “Si un delincuente tiene un arma, su rival va a querer tener otra más poderosa y las autoridades también van a tener que incrementar su poder de fuego… es una carrera armamentista, el combustible de la maquinaria de todos los tráficos”, afirma el exfuncionario.

Solo 10 condados concentran el 60% del tráfico hacia México. La mayoría están en Texas y Arizona, cercanos a la frontera, pero también donde las regulaciones son más laxas. Otros están cerca de la zona fronteriza de California, un punto de confluencia del tráfico interestatal, o en regiones del noreste de Estados Unidos, donde algunos fabricantes tienen sus sedes, explica Celorio.

Las principales rutas de tráfico están claramente delimitadas en el último informe de la ATF y hay una correlación clara: los Estados mexicanos más azotados por la violencia son también los que recuperan más armas traficadas desde Estados Unidos. La mayoría de esas armas fueron vendidas originalmente en territorios estadounidenses con leyes laxas para la venta de armamento.

Los corredores más importantes son de Arizona a Sonora y de Texas a Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Guanajuato. Baja California, Michoacán, Sinaloa y Zacatecas también aparecen entre los primeros 10 lugares. Todas son, a su vez, entidades con alta presencia del Cartel de Sinaloa o el Cartel Jalisco Nueva Generación.

  • Ocho de cada 10 armas aseguradas en México fueron en Estados donde esos carteles están presentes, según la ATF. Prácticamente, todos los Estados de EE UU aparecen como puntos de origen, desde Alaska hasta Hawái.
  • El impacto también es evidente. Siete de cada 10 víctimas de homicidio doloso en México fueron asesinadas el año pasado con armas de fuego, casi 22.000 personas, según datos oficiales.
  • “El mayor predictor de la violencia en el país es si recibiste un disparo de bala, aunque no mueras”, afirma Pérez Ricart. “Ese individuo es con mucha probabilidad quien va a disparar un arma de fuego o quien va a recibir otro disparo”.

Al margen de las demandas en los tribunales, el tráfico de armas es un argumento recurrente de México hacia Estados Unidos. La crisis de los aranceles no ha sido la excepción. A pesar de que Sheinbaum dijo que Trump se mostró receptivo, el tema se quedó fuera de los comunicados oficiales de la Casa Blanca sobre la prórroga a las tarifas.

Washington se centró, en cambio, en la crisis migratoria y los flujos de fentanilo, y predomina un enorme escepticismo sobre la disposición real del presidente entrante de colaborar contra la violencia armada.

“Me cuesta trabajo imaginar que Trump haga algo contra las armas”, señala Jusionyte. Celorio es optimista sobre lo que se ha conseguido en los últimos años, como la ley impulsada por Joe Biden en 2022 para limitar el acceso a armas de alto calibre y reconocer por primera vez el tráfico como un delito federal, pero admite que la visión predominante considera que tomar acciones es “costoso políticamente”, ante el enorme poder de la industria y el derecho constitucional a portar armas.

“Son actores que han financiado varias campañas y que están muy en el centro de MAGA [el movimiento político de Trump]”, comenta Pérez Ricart.

“Estados Unidos prefiere convertir a México en un chivo expiatorio que cuestionarse lo que ha hecho mal”.

Los especialistas coinciden en que es una estrategia diplomática loable, aunque afirman que queda mucho por hacer, porque la mayoría del público estadounidense no sabe que la guerra al sur de la frontera se pelea con sus armas.

“México no tiene muchas cartas y se sienta en la mesa de negociación con alguien que no respeta los acuerdos”, señala el investigador. “Pero el impacto del tráfico es un argumento demoledor e incuestionable”. /Agencias-PUNTOporPUNTO

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