INFLACIÓN ALIMENTARIA se convierte en una CRISIS generalizada que podría superar el Impacto de la PANDEMIA

Rusia y los países occidentales se culparon este lunes mutuamente en el Consejo de Seguridad de la ONU del alza mundial de los precios alimentarios globales, que anuncia escenarios de penuria y hambre para muchas partes del mundo, en especial a países enfrascados en largas crisis.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia significa que la inflación alimentaria que ha estado asolando a los consumidores de todo el mundo se está convirtiendo en una crisis generalizada, y podría superar incluso el impacto de la pandemia y llevar a millones de personas más a padecer hambre.

Juntas, Rusia y Ucrania representan una parte enorme de los suministros agrícolas del mundo: exportan tanto trigo, maíz, aceite de girasol y otros alimentos que suman más de una décima parte de todas las calorías comercializadas a nivel mundial. Ahora, los envíos de ambos países prácticamente se han paralizado.

  • Los mercados de materias primas se han disparado: el trigo ha subido un 50% en dos semanas y el maíz acaba de alcanzar su nivel más alto de la década. El aumento de los costos podría terminar afectado las monedas de mercados emergentes, donde los alimentos representan una mayor parte de la canasta de precios de los consumidores.
  • Y los analistas prevén que los flujos de exportación seguirán interrumpidos durante meses, incluso si la guerra terminara mañana.
  • La crisis va más allá del impacto de las exportaciones de cereales (por muy críticas que sean). Rusia es también un proveedor clave de fertilizantes. Prácticamente todos los cultivos importantes del mundo dependen de insumos como la potasa y el nitrógeno y, sin un flujo constante, los agricultores tendrán más dificultades para cultivar todo tipo de productos, desde café hasta arroz y soja.

En definitiva, hay pocos lugares en el planeta en los que un conflicto como este podría suponer un golpe tan devastador a la posibilidad de garantizar que el suministro de alimentos siga siendo abundante y asequible. Por eso se conoce a Rusia y Ucrania como los “graneros” del mundo.

“Es un shock alimentario increíble”, dijo Abdolreza Abbassian, analista de mercado independiente y execonomista sénior de la Organización de lasNaciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. “No se de una situación así en los 30 años que estuve involucrado en este sector”.

En Brasil, otra potencia agrícola, los agricultores no pueden conseguir los fertilizantes que necesitan porque los minoristas son reacios a proporcionar cotizaciones de precios. En China, uno de los mayores importadores de alimentos del mundo, los compradores están buscando a toda prisa los suministros de maíz y soja de Estados Unidos en medio de la preocupación de que la disminución de los envíos de cultivos de Rusia y Ucrania pueda desencadenar una lucha mundial por los cereales.

  • En Egipto, la gente está preocupada por la posibilidad de que los precios de las hogazas de pan subvencionadas de las que dependen suban por primera vez en cuatro décadas, mientras que imágenes de ciudadanos en Turquía intentando conseguir latas de aceite más barato se hicieron virales. Y en la propia Ucrania, los alimentos escasean en algunas ciudades importantes.

“El daño ya está hecho”, dijo Abbassian. “Pasarán meses antes de que volvamos a algo llamado normalidad”.

El momento no podría ser peor. Cuando la pandemia golpeó por primera vez en 2020, las imágenes de filas serpenteando alrededor de los bancos de alimentos y las estanterías vacías de los supermercados conmocionaron al mundo, ya que casi una décima parte de la población mundial pasaba hambre. Pero en ese momento, los inventarios de alimentos aún eran abundantes.

Eso ya no es así. Los cereales son los productos básicos que alimentan al mundo, y el trigo, el maíz y el arroz representan más del 40% de todas las calorías consumidas. Pero las reservas de cereales están a punto de sufrir un quinto descenso anual consecutivo. Una combinación de costos de transporte más elevados, inflación energética, clima extremo y escasez de mano de obra han dificultado la producción de alimentos.

  • Como resultado, los precios mundiales de los alimentos ya están en máximos históricos, y el índice de referencia de la ONU ha aumentado más del 40% en los últimos dos años. El incremento ha tenido consecuencias devastadoras. La inseguridad alimentaria se ha duplicado en los dos últimos años, y el Programa Mundial de Alimentos calcula que 45 millones de personas están al borde de la hambruna.

La crisis actual va a empeorar las cosas, probablemente llevando el hambre a niveles sin precedentes, ya que el conflicto convierte a millones de personas en refugiados y eleva aún más los precios de los alimentos.

“Las balas y las bombas en Ucrania podrían llevar la crisis mundial del hambre a niveles más allá de lo que hemos visto antes”, dijo en un comunicado David Beasley, director ejecutivo de la agencia de la ONU.

Rusia y países de Occidente se echan la bolita por alza de precios mundiales

Rusia y los países occidentales se culparon este lunes mutuamente en el Consejo de Seguridad de la ONU del alza mundial de los precios alimentarios globales, que anuncia escenarios de penuria y hambre para muchas partes del mundo, en especial a países enfrascados en largas crisis.

  • La sesión, una más de las convocadas en el Consejo de Seguridad para discutir las consecuencias humanitarias de la guerra en Ucrania, se convirtió en un nuevo recordatorio de la necesidad de que pese a los combates, se garantice la protección de civiles, el trabajo del personal asistencial y los corredores de evacuación.

Pero la discusión se extendió a las disrupciones que la guerra de Ucrania está causando en el suministro alimentario en el mundo, dada la condición de Ucrania y Rusia de grandes productores mundiales de cereal (trigo y girasol, mayormente).

  • La “número dos” del departamento humanitario de la ONU, Joyce Msuya, recordó que el corte en los suministros “puede empeorar aún más las cosas en las grandes crisis humanitarias del mundo: Afganistán, Yemen y el Cuerno de África (donde) el alza de precios alimentarios, de fertilizantes y de combustibles van a golpear duro ahora y en adelante. Y estamos solo empezando a ver la amplitud de la crisis en otras regiones”.
  • A la sesión se había presentado hoy la vicejefa del Departamento de Estado de Estados Unidos, Wendy Sherman, quien acusó a Rusia de bombardear barcos ucranianos cargados con alimentos para exportación, de bloquear puertos de ese país, de inutilizar aeropuertos y tomar como blanco graneros y almacenes de comida.

Como consecuencia -advirtió- trece millones de personas en el mundo pueden sumarse a los 138 millones que ya dependen de la asistencia que provee el Programa Mundial de Alimentos en países como Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Nigeria y Yemen.

Los embajadores de Francia, Albania, Noruega e Irlanda abundaron en la misma idea: que solo Moscú es responsable de esta crisis mundial, y la embajadora británica lo expresó de forma gráfica: “El apetito de Rusia equivale a quitar los alimentos de la mesa mundial”, dijo Barbara Woodward.

  • A todos ellos respondió el embajador ruso Vasili Nebenzia para recordar que lo que llamó “presunta crisis alimentaria” se debe “no a las actuaciones de Rusia, sino a la histeria desencadenada por el mundo occidental, su intento de aislar a Rusia” de los canales de distribución”, algo que solo podrá superarse “si se rechazan las restricciones unilaterales”.

Una vez más, la delegación de China ante la ONU salió en auxilio de su colega ruso, al decir que “las sanciones cada vez más indiscriminadas (en referencia a las medidas económicas contra Rusia) han afectado al comercio de energía y alimentos, y esto va a acarrear nuevos problemas humanitarios”, recordó.

Insistió el representante chino en que “los países en desarrollo no son parte de este conflicto ni tienen por qué sufrir los enfrentamientos geopolíticos de las superpotencias”, dando a entender que lo que se dirime en la guerra de Ucrania es un conflicto entre Rusia y Estados Unidos.

Guerra en Ucrania e inflación en el mundo: lo peor está por venir

Los problemas de logística del año pasado estuvieron en el núcleo de la insuficiente expansión de la oferta de bienes frente a una demanda a la suba de bienes y servicios. El mundo en general descontaba que el eventual fogonazo inflacionario no llegaría a “niveles argentinos” y sería un episodio transitorio.

La corrección vía subas de tasas de interés de la mayoría de los bancos centrales gradualmente se fue generalizando y las perspectivas de crecimiento en el mundo en 2022 y 2023 no se apartaban demasiado de las del FMI. Se perfilaba un horizonte muy lejos del retorno a tasas de crecimiento previas a las de 2020, o mejor aún a las anteriores a la crisis subprime. La única novedad, y previsible, era el de una suba de tasas de interés de la mayoría de los bancos centrales para controlar la demanda de bienes y la inflación.

Pero el 24 de febrero, Vladimir Putin invadió a Ucrania, y todo cambió.

La estrategia de Moscú es la de “desmilitarizar y desnazificar Ucrania”. Pero la realidad sugiere la intención de anexar el país (no sólo las provincias pro-rusas) y aniquilar la herencia cultural ucraniana, su idioma y buena parte de su población.

  • Ante la errada táctica por la vía terrestre, es probable que Rusia opte por más bombardeos a blancos civiles. Al menos por este año ya nadie imagina ninguna normalización de la navegación comercial en el Mar Negro ni de la producción y exportación de commodities agrícolas y no agrícolas, al menos desde Ucrania.
  • Las sanciones económicas al Gobierno ruso se harán sentir a partir del próximo semestre. La solución de sustituir exportaciones de gas a Europa por ventas a China no parece ser factible por lo menos hasta la segunda mitad de esta década, y la exigencia de cobrar a países “hostiles” en rublos complementa, y no sustituye, el efecto aislacionista de las sanciones aplicadas. Por la vía de los hidrocarburos se complicará no sólo el cumplimiento de contratos en curso, sino el normal ritmo de extracción y distribución interno y hacia el exterior.

Primer problema para el mundo en materia de inflación: suba de costo de combustibles y energía en el resto del mundo, sobre todo para los países que sustituyan el abastecimiento ruso por otros proveedores.

La suba del costo de los fletes impulsará nuevas subas precios de precios mayoristas y al consumidor.

Abandonar el expansionismo monetario es lo recomendable, pero cuánto subir tasas de interés sin aumentar excesivamente los costos financieros para las empresas, es algo hoy por hoy bastante incierto. Al menos por esta vía, el horizonte es inevitablemente inflacionario para gran parte del mundo.

  • Segundo problema: suba de costos para el agro ruso y ucraniano por faltante de fertilizantes. El impacto alcista sobre commodities agrícolas será más fuerte en los países más dependientes de la importación de fertilizantes de Rusia y Ucrania y tenderá a propagarse si el conflicto bélico se extiende en el tiempo y/o participan activamente otros países.
  • Tercero: el impacto inflacionario por la sustitución de productos primarios de origen ruso o ucraniano por los otros países. Esto ya tiene impacto en los precios de diversos agroalimentos, y podría agudizarse en línea con lo mencionado en el punto anterior
  • Cuarto: la suba de precios de minerales y de insumos industriales de los cuales Rusia y Ucrania eran grandes proveedores mundiales. Esto ha impulsado a la suba significativa del precio internacional de varios metales exportados por ambos países, como cobre y hierro (de múltiples usos industriales), níquel (para acero inoxidable y baterías de autos eléctricos), paladio (para convertidores catalíticos de autos, microprocesadores e insumos medicinales), titanio (para la industria aeroespacial), y otros. Esto forzará a los clientes del resto del mundo a sustituirlos por otros proveedores, sosteniendo la presión alcista de los precios.

A esto se suma la escasez de algunos insumos críticos. Hasta febrero pasado, aproximadamente el 90% del neón utilizado en todo el mundo para la litografía de microprocesadores (chips) provenía de Rusia y la purificación del 60% la realizaba una sola empresa con sede en Odesa (Ucrania). Ya cuando Rusia ocupó Crimea en 2014 el precio de un insumo esencial para dicho proceso, el gas neón, había saltado 600%.

Ningún país está en condiciones de sustituir en pocos meses el suministro desde esa región, dada las demoras y costos que exige fabricar máquinas litográficas. Algunas de las de última generación se han comercializado el año pasado en Europa a precios superiores a los U$S 1.000 millones.

Por la escasez de chips de 2020 (causadas por las cuarentenas), junto a las tardías entregas por escasez de contenedores, las plantas de varios países debieron parar su actividad por varios meses.

Pero esta vez la extensión de la guerra podría afectar no sólo a la oferta de chips para las automotrices, sino también para a la electrónica de todo tipo de bienes durables de consumo./Agencias-PUNTOporPUNTO

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