Todos los días se camina medio o más kilómetros de la casa al Metro para ir al trabajo. A veces, las prisas la obligan a acelerar el paso, en otras incluso tiene que correr por algunos tramos y ese trayecto se convierte en una carrera en la que por lo menos cada dos o tres metros tiene que esquivar algunas heces secas y frescas que obstaculizan el andar tanto en las banquetas como debajo de éstas.
En general se sortea la materia fecal que está a la vista, pero lo que no puede eludir son los parásitos que se forman en ésta y que una vez seca se convierten en polvo, que aspira por su nariz y entran por sus ojos, con el riesgo latente de contraer una enfermedad estomacal o una conjuntivitis.
- Y es que el fecalismo es uno de los problemas de salud más graves en la Ciudad de México; se estima que cada año se emite al aire de esta urbe media tonelada de residuos fecales, principales responsables de la proliferación de enfermedades gastrointestinales, señaló Irma Aburto López, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM.
- Al respecto, el director de la Agencia de Protección Sanitaria de la Secretaría de Salud, José Jesús Trujillo, explicó que las heces en las calles tienen parásitos y en esta época de más calor se secan con rapidez, “se convierten en polvo que forma parte del aire que respiramos y puede dañar la salud, caer en los ojos o en los alimentos que la gente consume en la vía pública”.
- En consecuencia, en esta temporada hay un mayor riesgo de contraer este tipo de enfermedades que provocan ausentismo laboral o escolar, sin saber que la causa fue por haber respirado las heces que, aún pulverizadas y en el aire, conservan los parásitos.
Si bien la mayoría de estos desechos proviene de perros y gatos, una parte considerable son humanos, subrayó la especialista en salud pública de la UNAM y aunque no hay una cifra exacta de cuántas están al aire libre en la vía pública o incluso en las casas, sí hay un estimado de que 500 kilogramos al año se convierten en parte del aire que respiramos todos los días en el Valle de México.
- Si no hubiera luz eléctrica en la ciudad y si las heces fueran luminosas, podríamos alumbrarnos con ellas por las noches.
Esta ironía, dijo, se debe a que es tanta la materia fecal expuesta al medio ambiente, que al deshidratarse se convierte en polvo que es arrastrado por el viento; así, se vuelven un factor potencial de transmisión de enfermedades como el cólera, gastroenteritis viral o bacteriana, además de propiciar la proliferación de fauna nociva. /EXCÉLSIOR- REDACCIÓN