El peor año fue 2019. En esos 12 meses, en México se denunciaron 22.239 desapariciones. Es la cifra más alta en la historia. Y aunque después la tendencia fue a la baja, la tragedia humanitaria no cesa.
- La crisis se refleja en el récord de casi 100.000 desaparecidos que reporta el Gobierno y que confirma que el país padece una de las crisis en derechos humanos más graves a escala global.
- Según los últimos datos oficiales disponibles, desde 1964 hasta este miércoles se reportó la desaparición de 229.458 personas, de las cuales fueron encontradas 136.276, es decir, el 54 %.
- Sin embargo, siguen desaparecidas o no localizadas 93.182 personas. Y las denuncias se incrementan todos los días.
Los adjetivos ya no alcanzan para describir la magnitud del dolor que atraviesan cientos de miles de personas que no saben en dónde están sus familiares. Un día dejaron de verlos, de tener noticias. Y siguen sin saber qué les pasó. La incertidumbre los sume en un limbo que les impide transitar los necesarios duelos. No tienen un cuerpo para enterrar, ni una tumba en donde llorar o llevar flores.
En muchos casos, a sabiendas de que las organizaciones criminales secuestran a hombres y mujeres para forzarlos a trabajar a su servicio, no pierden la esperanza de encontrarlos con vida.
Por eso los familiares no dejan de buscarlos ni de exigir justicia. El gran problema es que la impunidad sigue siendo la norma. Lo reconoció la semana pasada Karla Quintana, la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, al informar ante el Senado que sólo hay 35 sentencias judiciales por casos de desaparición de personas.
La historia
El 19 de mayo de 1969, el profesor Epifanio Avilés Rojas fue detenido y llevado en una avioneta desde Guerrero, un estado del sureste, al Campo Militar Número 1 ubicado en la Ciudad de México
Nunca más se supo nada de él. Desde entonces está identificado como la primera víctima de desaparición forzada del país. Por lo menos, la primera registrada.
En los años 70, las desapariciones se acentuaron debido a la llamada ‘guerra sucia’ que el presidente Luis Echeverría lanzó contra militantes y activistas que luchaban, en algunos casos a través de guerrillas, en distintos estados.
- La hipocresía fue el eje de esa estrategia, porque Echeverría se granjeó aplausos a nivel internacional por acoger a miles de exiliados argentinos, chilenos y uruguayos que eran perseguidos por las dictaduras de sus países. Pero, al mismo tiempo, cometía violaciones masivas de derechos humanos en México que pasaban desapercibidas casi por completo. Y que incluían las desapariciones.
- Ello explica, en parte, que en 1971, su primer año de Gobierno, haya registro de 15 desaparecidos. Sólo tres años más tarde, la cifra se disparó a 283. Fue su propio récord. En total, durante su sexenio se reportaron 482 personas víctimas de desaparición.
- La militarización del combate al narcotráfico durante el sexenio de Calderón sólo disparó la violencia y la extendió hacia la población en general, sin que mermara el poder de los cárteles.
En las tres décadas siguientes las desapariciones anuales se acumulaban por decenas. A veces llegaban solamente a un dígito, lo que no necesariamente significa que no hubiera, sino que no se registraban o denunciaban como tales.
A principios de siglo, durante el Gobierno de Vicente Fox, las desapariciones comenzaron a contarse por cientos. De las 95 reportadas en 2001, su primer año de gestión, pasaron a 575 al fin de su sexenio en 2006.
Pero el verdadero año fatídico fue 2006. Y el responsable, el expresidente Felipe Calderón.
La guerra narco
En diciembre de 2006, apenas asumir la presidencia, Calderón anunció una guerra contra el narcotráfico de la que nada había dicho hasta entonces, ni siquiera durante la campaña electoral.
- La militarización del combate al narcotráfico sólo disparó la violencia y la extendió hacia la población en general, sin que mermara el poder de los cárteles que se dividían o, ante las detenciones de algunos capos, cambiaban de liderazgos. La corrupción de los cuerpos de Seguridad fue la norma. Las violaciones de derechos humanos por parte del Ejército y de otros representantes del Estado se incrementaron. Los muertos comenzaron a amontonarse por miles. Y los desaparecidos, también.
Así, su primer año de Gobierno dejó un saldo de 2.929 denuncias por desaparición de personas. La cifra no dejó de crecer: 3.127 en 2008; 4.691 en 2009; 7.192 en 2010 y 10.640 en 2011. En 2012, último año de su sexenio, hubo una ligera disminución al llegar a los 10.590.
En términos globales, durante el sexenio calderonista se registraron 39.169 personas desaparecidas, de las cuales 16.559 personas siguen sin ser encontradas.
- Con Enrique Peña Nieto (2012-2018) la tragedia alcanzó escalas más altas: 96.834 personas fueron reportadas como desaparecidas. De ellas, todavía falta saber en dónde están 35.706.
- El triunfo de López Obrador implicó la puesta en marcha de una nueva estrategia que, si bien no satisface por completo al movimiento de víctimas ni a los familiares que buscan a sus desaparecidos, sí implica cambios.
Ninguno de los dos presidentes ayudó a las víctimas ni a sus familiares. Por el contrario. Calderón las calificó de manera despectiva como «daños colaterales», mientras que Peña Nieto quedó marcado por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y la manipulación del caso que provocó una conmoción nacional e internacional. Ambos han sido denunciados por crímenes de lesa humanidad.
El triunfo de López Obrador implicó la puesta en marcha de una nueva estrategia que, si bien no satisface por completo al movimiento de víctimas de la guerra contra el narcotráfico ni a todos los familiares que buscan a sus desaparecidos, sí implica cambios en las políticas para abordar la tragedia humanitaria con base en la promesa de dar respuestas a la sociedad y justicia y reparación para las víctimas.
Lo más importante es el reconocimiento de que el Estado es el responsable.
La esperanza
El 1 de diciembre de 2018, cuando asumió como presidente, López Obrador anunció la creación de una Comisión de la Verdad por los 43 estudiantes desaparecidos en septiembre de 2014 en Ayotzinapa. Es el caso de desaparición forzada en México que tuvo mayor repercusión internacional.
Los reclamos de los familiares de los otros miles de desaparecidos fueron inmediatos. Un par de meses después, el presidente anunció un plan nacional de búsqueda. Pero, al término de 2019, su primer año de Gobierno, se registró el récord de 22.239 personas desaparecidas, de las cuales se sigue buscando a 9.211.
- El Gobierno también publicó una base oficial de datos sobre desapariciones que se ha convertido en una herramienta fundamental. Ahí se pueden ver las denuncias en tiempo real. La consulta no deja de conmocionar, porque los números aumentan a cada rato y es necesario recordar que no son cifras, sino personas.
- La nueva estrategia reconoce no sólo las desapariciones de la guerra narco. A principios de octubre, López Obrador firmó un decreto para crear una Comisión para el Acceso a la Verdad y el Impulso a la Justicia de las Violaciones Graves a los Derechos Humanos cometidas de 1965 a 1990. Es decir, durante la «guerra sucia».
Una de ellos es Alicia de los Ríos, una profesora militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre que el 5 de enero de 1978, a los 33 años de edad, fue detenida en la Ciudad de México por policías de la temible Dirección Federal de Seguridad. Su hija, que lleva el mismo nombre y hoy es una respetada activista en derechos humanos, sigue bregando para encontrar a los culpables.
«Este 22 de septiembre celebraremos tu 69 aniversario y pediré el deseo de siempre: encontrarte. Por ti y por la pequeña Lichita que te esperó siempre, en fechas importantes o en cualquier día. Feliz no cumpleaños, mamá, donde quiera que te encuentres», escribió este año en una carta pública que evidenció, una vez más, la inclaudicable lucha de los familiares de las y los desaparecidos.
El ejemplo
En este proceso, las mujeres tienen un papel protagónico. Al igual que ha ocurrido en otras partes del mundo, muchas madres han salido en masa a buscar a sus hijas e hijos desaparecidos. Tuvieron que abandonar el trabajo hogareño, los empleos precarios, para especializarse en exhumaciones, peritajes, investigaciones forenses y denuncias judiciales.
Su drama personal, que es a la vez un drama colectivo, las forzó a organizarse, a marchar, protestar, interpelar, desmentir y criticar a las autoridades.
De 2006 a 2021 se encontraron 4.806 fosas clandestinas con 8.202 cuerpos. La mayoría de ellos permanece sin identificar porque la cantidad de muertos ha desatado una inédita crisis forense.
Son ellas, las «buscadoras», como son conocidas ahora, las que, ignoradas por el Estado, comenzaron a recorrer el país para escarbar en la tierra con sus propias manos, apoyadas apenas con palas y cubetas, con la esperanza de encontrar los cuerpos o restos de sus desaparecidos.
Según las cifras oficiales, de 2006 a 2021 se encontraron 4.806 fosas clandestinas con 8.202 cuerpos. La mayoría de ellos permanece sin identificar porque la cantidad de muertos ha desatado una inédita crisis forense en un país en donde los cadáveres son tantos que ya no caben en las morgues.
Ese es uno de los principales reclamos de los colectivos que se dispersan por todo el país para buscar a sus desaparecidos y a quienes el Gobierno de López Obrador les ha recortado fondos estatales para que continúen su labor humanitaria.
- Sus nombres son una definición en sí misma: Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos, Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, Caravana Internacional de Búsqueda en Vida de Personas Desaparecidas en Michoacán, Brigadas de Búsqueda de Guerrero, Colectivos de Familiares y Amigos Desaparecidos en Tamaulipas, Familiares de Desaparecidos de Orizaba y Córdoba, Red de Madres Buscando a sus Hijos, Asociación Unidos por los Desaparecidos de Baja California, Familias Unidas por la Verdad y la Justicia, Deudos y Defensores por la Dignidad de Nuestros Desaparecidos, Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco, Comité de Familiares de Familiares y Amigos Secuestrados, Desaparecidos y Asesinados en Guerrero, Red de Desaparecidos de Tamaulipas, Unidas por el Dolor, Las Buscadoras…
Son cientos de personas organizadas que coordinan fuerzas a nivel nacional e internacional, porque también hay madres de desaparecidos centroamericanos. Eran migrantes que estaban atravesando el país con la intención de llegar a Estados Unidos.
Desde 2011, cada 10 de mayo, Día de la Madre, estos colectivos realizan la ‘Marcha de la Dignidad Nacional: Madres buscando a sus hijos e hijas’, en la que advierten que no tienen nada que celebrar.
Además, el pasado sábado diferentes organizaciones lograron comenzar en el estado de Morelos la Sexta Brigada Nacional de Búsqueda que había sido pospuesta por la pandemia. Una y otra vez prometen que no se rendirán, hasta encontrarles.
Familias recorren México en busca de sus desaparecidos
Dos voluntarias vestidas con camisetas de manga larga, pantalones de mezclilla y cubrebocas escarban con sus manos, protegidas sólo por unos guantes de hilo, en una de las laderas de un intrincado riachuelo utilizado como desagüe de un centro comercial del municipio de Cuautla, en Morelos.
- Ni el putrefacto olor ni el intenso calor las detiene en su desesperado intento por encontrar entre la tierra los restos de alguna de las decenas de miles de personas que engrosan la lista de desaparecidos en México y que va camino a los 100 mil, según cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB).
El sombrío registro, considerado uno de los más altos que se haya reportado en el continente y que ha crecido en un año más de 20%, ha desalentado a los activistas y analistas que ven pocas posibilidades de que la violencia que golpea a México desde hace más de una década pueda revertirse en el mediano plazo.
La escalada de las desapariciones es considerada por algunos analistas, como la doctora Angélica Durán-Martínez, profesora asociada de la Universidad de Massachusetts, como un reflejo del “deterioro muy fuerte” de la seguridad en México, la incapacidad del Estado para controlar la violencia, el aumento del poder de los grupos criminales y una severa impunidad.
La cifra
20 por ciento ha crecido el registro de desaparecidos en México en un año.
Busca a su hermano desde hace 15 años
A Hernández la secunda Yadira González, una de las fundadoras de la brigada que desde hace 15 años busca a su hermano a quien, asegura, se lo “tragó la tierra” en el estado central de Querétaro cuando salió a mostrar un vehículo para la venta.
“El hecho de que no demos un positivo dentro de la brigada no quiere decir que no sea buen trabajo”, dijo González, de 38 años. Independientemente del resultado la jornada representó una “bendición” para las familias de la zona porque “las ayuda acabar con la zozobra”, agregó. “La brigada le deja a las familias locales un lugar menos donde trabajar y ellas pueden seguir avanzando en otros sitios”.
Luego de buscar durante varias horas entre cultivos de sorgo que bordean el riachuelo, Ely Esparsa, una humilde estilista, aprovechó unos minutos para descansar sentada en una acera del centro comercial bajo un gran árbol.
Fue su primera jornada en las brigadas, a las que incorporó luego de la desaparición hace seis meses de su hijo Jesús, de 21 años, quien salió la mañana del 6 de abril de su vivienda en Cuautla para trabajar como chofer de camiones y nunca volvió.
“Es como estar muerta en vida”, dijo la estilista de 38 años con los ojos llenos de lágrimas. “Es estar con la zozobra permanente de no saber si está, si no está, si está sufriendo. Como madre siempre tienes la idea de que él va a volver tarde o temprano”.
Pendientes en el caso Ayotzinapa
Desde que asumió el gobierno en 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó como una de sus banderas el esclarecimiento de uno de los casos más emblemáticos en materia de derechos humanos de México: la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Guerrero, en septiembre de 2014.
- Pese a la designación de un equipo especial para impulsar la investigación y el apoyo de asesores internacionales aún no se ha logrado esclarecer el caso, lo que ha alimentado el pesimismo de muchas familias que tienen seres queridos desaparecidos.
- Tras bajar por un empinado barranco repleto de maleza, una antropóloga hunde en el terreno una varilla de metal que dictamina que allí no hay nada enterrado e invita a las jóvenes a continuar la búsqueda por otras áreas de la cañada. También participan decenas de familiares, activistas, guardias nacionales acompañados de dos perros rastreadores, policías e integrantes de la CNB.
De esa forma transcurrió una de las jornadas de la sexta edición de la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas que se inició esta semana y se extenderá hasta el 24 de octubre en Morelos, que a pesar de ser uno de los más pequeños de los 32 estados de México y tener apenas dos millones de habitantes, ostenta altos registros de homicidios, más de 2 mil 659 desaparecidos y una impunidad que supera el 90%, de acuerdo con el activista Israel Hernández, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de ese estado.
Apoyo de autoridades estatales y municipales
Las actividades de la brigada han contado con el apoyo de las autoridades estatales y municipales de Morelos, señaló la regidora del ayuntamiento del municipio de Jojutla, Alicia Rebollo, quien precisó que “estamos tratando de colaborar en la medida de nuestras posibilidades, todo en el marco de la legalidad”.
Rebollo admitió que el tema de los desaparecidos “es algo que nos ha rebasado”.
- Luego de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa la Red de Enlaces Nacionales (REN) se acercó a los familiares de los estudiantes para ayudar en las labores de búsqueda. Dos años después la REN creó las brigadas, que hoy integran 160 colectivos en 26 estados y que viajan por todo el país para apoyar a cientos de madres, padres y hermanos en la agotadora y desgastante búsqueda de sus familiares, una actividad que se ha convertido para muchos en su único alivio en medio de su tragedia.
El caso de Tranquilina
Así lo reconoció Tranquilina Hernández, una artesana que integra el colectivo Unión de Familias Resilientes Buscando a sus Corazones Desaparecidos, que desde hace siete años busca a su hija Mireya, de la que no se supo nada más luego de salir una tarde de septiembre con su novio en Cuernavaca, la capital de Morelos.
- Con la ayuda de un pequeño machete, un rastrillo y una pala, Hernández -vestida con una camiseta que lleva estampada una foto de su hija y botas de goma-, revisa minuciosamente los alrededores del riachuelo adonde llegaron los brigadistas gracias a reportes de los lugareños que informaron de manera anónima que en las cercanías del lugar operó un centro donde eran asesinadas personas que luego eran lanzadas a la cañada.
En su recorrido la menuda mujer, de 44 años, se topó con la mandíbula y la vértebra de un perro y las costillas de una vaca. La infructuosa jornada, que se extendió por más de seis horas, no desalentó a Hernández, quien afirmó que “nuestra esperanza, nuestra fe, no se acaba si llegamos a un punto y no encontramos nada. Al contrario, seguimos con más ganas y seguimos luchando y seguimos buscando hasta encontrarles”./Agencias-PUNTOporPUNTO