La brecha entre los gastos y los ingresos del sector público se hace cada vez más amplia ante la crisis económica más fuerte que ha vivido México en los últimos 100 años.
Analistas consultados por Expansión y cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) muestran cómo el ritmo de los ingresos petroleros y vía impuestos se aminora, mientras que los gastos en pensiones, la deuda, los programas sociales y las transferencias para los estados crecen inercialmente.
- Existen riesgos de una crisis fiscal debido a los menores recursos provenientes de fideicomisos extintos y los fondos de emergencia financiera que el sector público ha utilizado para sanar las finanzas; así como la poca o nula transferencia de recursos por los remanentes de operación del banco central, una una economía que tardará en recuperarse y la falta de una reforma fiscal.
- “El país mantiene una posición fiscal sujeta a riesgos por el hecho de que ha sido incapaz de fortalecer la recaudación, al mismo tiempo que se tiene toda una agenda de gasto social bastante pesada”, opinó Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics.
- En 2019, la recaudación de impuestos perdió dinamismo. En 2020 – el año de la pandemia – apenas creció 0.1%. Pero el panorama de los ingresos petroleros fue peor con una caída a noviembre de 42.5% frente a mismo periodo de 2019. Los ingresos del sector público cayeron más que su presupuesto.
En los últimos dos años, para continuar financiando los programas sociales, cumplir los gastos obligatorios como intereses por la deuda o pensiones, la administración federal ha recurrido a fuentes no permanentes de ingresos como la cancelación de fideicomisos, el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) y financiamientos.
- Además se confiaba en que, por la depreciación del peso mexicano frente al dólar estadounidense en 2020, se recibirían transferencias de Banco de México por sus remanentes de operación, pero por su apreciación observada a fin de 2020 se espera que estos recursos no lleguen en abril de 2021.
- El problema es que estos ingresos, como su nombre lo indica; no son recurrentes, mientras el gasto público crece.
“Crece por naturaleza de manera inercial, es decir, una vez que marca una tendencia creciente, es difícil contenerlo a menos que se dé un frenón de golpe”, explicó Coutiño.
Estos gastos inerciales se ven especialmente en conceptos como programas sociales, en onerosas pensiones e intereses de la deuda, gastos que, desde la perspectiva de Alejandra Macías, jefa de investigación del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), absorben recursos que pueden ser más redituables y para atender otras necesidades de la población como salud o educación.
“Estos gastos no parecen disminuir, van aumentando año con año, si no tenemos otra fuente de ingresos, si no gastamos mejor los recursos que tenemos esto parece súper inviable, nada sostenible para las siguientes generaciones”, dijo Macías.
Desilusión
Mientras los gastos obligatorios crecen, los “salvavidas o colchones” con los que México ha amortiguado la caída de los ingresos tributarios y petroleros se desinflan.
“Estamos al borde de una crisis fiscal, la diferencia con 2020, es que ya no tenemos FEIP, este existe desde 2002, en 2009 hizo la diferencia. A finales de enero, Hacienda informa cuánto usaron de este Fondo el año pasado, la estimación de todos es que ya se acabó, se tuvo que usar para cerrar las cuentas”, comentó Mariana Campos, coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de México Evalúa.
En el FEIP, de acuerdo a nuestros cálculos queda 0.2% del PIB, a inicios de 2020 eran 7 puntos del PIB, “ya casi se agotó”, informa Ariane Ortiz-Bollin, VP-Senior Analyst de la agencia calificadora Moody’s Investors Service.
Otro “colchón” que se desinfla, es el de la llegada del remanente del Banco de México (Banxico).
“Dado que el peso cerró en 2020 en cerca de 20 pesos, y no tan distinto a como cerró 2019, es muy posible que este remanente no se materialice y que el gobierno no vaya a poder contar con este excedente”, explicó Ortiz-Bollin.
- Por la depreciación del peso frente al dólar el año pasado, el gobierno de López Obrador estimaba recibir remanentes de operación del Banco de México por hasta 20,000 millones de dólares. Incluso el jefe del Ejecutivo planteó la posibilidad de recibir un adelanto de este remanente al gobernador de Banxico, Alejandro Díaz de León, pero esta fue negada en abril de 2020.
“No va a llegar el remanente que se esperaba, no va haber FEIP, y la situación económica se recrudece. Se volvió a semáforo rojo, económicamente va estar durísima la situación y eso también va a ser una diferencia en los ingresos del gobierno”, comentó Campos.
- En tanto, Moody’s Investors Service refirió en un análisis la semana pasada que el presupuesto de México se basa en un pronóstico del PIB optimista de 4.6% en 2021 (estimado por Hacienda), mientras que su proyección es de 3.5%.
- Esta perspectiva optimista sobrestima la llegada de los ingresos del gobierno, además de que el presupuesto también subestima el apoyo financiero que requerirá Pemex, para lo que se tendrán que hacer reasignación de recursos del sector público. Pero esto puede no ser suficiente para evitar un aumento de la deuda como porcentaje del PIB, advirtió la calificadora.
Política social de la 4T no ‘blindó’ combate a pobreza
La política social del presidente Andrés Manuel López Obrador, basada en programas que entregan transferencias monetarias, intentó contener los estragos de la pandemia, sin embargo, no evitará el retroceso de una década en los avances obtenidos en la reducción de la pobreza, advirtieron el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y expertos.
- José Nabor Cruz, secretario ejecutivo de Coneval, señaló que los programas sociales en el ámbito federal han priorizado las transferencias monetarias no condicionadas, lo que sirvió para complementar los ingresos de los hogares, no obstante, prevalece el reto de que la política social evite que se reviertan los avances obtenidos en la reducción de carencias sociales.
- “La política social pudo haber contenido los efectos de la pandemia en la pobreza. Ha habido complementariedad de los programas entre estados, municipios y federación, pero lo que planteamos es que tendría que redoblarse la coordinación a nivel federal en los responsables de los programas prioritarios”, sostuvo en entrevista con El Financiero.
Armando Bartra, investigador académico de Coneval, alertó que “hace un año se podía decir que se había recuperado lo perdido en la crisis de 2008-2009, pero llegó la COVID-19 y lo echó para atrás. Se regresó a niveles de hace 10 años. Después de 10 años de esfuerzo, de gasto y de política social, regresamos a la situación de hace una década, sobre todo pobreza por ingresos”.
- Gonzalo Hernández, director de la Red de Pobreza Multidimensional y extitular del Coneval, subrayó que la política social no ayudará a evitar que se reviertan los avances en la reducción de pobres “porque en 2020 nos encontramos con un problema que no había en 2019 ni 2018, pero el gobierno no hizo programas de apoyo para el problema nuevo y ha estado pensando que los programas previos a la pandemia serán la solución”.
Alexandra Haas, directora ejecutiva de Oxfam México, afirmó que “los programas de transferencia actuales no incluyen a todos los grupos afectados por la crisis de COVID-19, como son los trabajadores urbanos que viven al día, que no están contemplados y están en riesgo de perder ingreso cotidiano”.
Claudia Maldonado, investigadora del Coneval, dijo que “si bien las transferencias aspiran a una visión universalista no están adecuadamente concebidas en clave de protección porque no están diseñadas para prevenir, mitigar o atenuar los riesgos que pueden tener las personas a lo largo de su vida”./Agencias-PUNTOporPUNTO