El Fondo Monetario Internacional rebajó su proyección del crecimiento mundial para el próximo año, no son advertir de una aceleración de los riesgos, que van desde las guerras hasta el proteccionismo comercial.
- En la actualización de las Perspectivas de la economía mundial publicadas en octubre pasado, el organismo internacional recortó una décima su estimación del PIB global para 2025 a 3.2 por ciento, respecto de su previsión de julio. Así, la proyección para este año se mantuvo inalterada en 3.2 por ciento.
- En este sentido, el FMI estimó que la inflación se desacelerará a 4.3 por ciento el próximo año, frente al 5.8 por ciento en 2024.
- El fondo viene advirtiendo desde hace un par de años que es probable que la economía mundial se expanda a su mediocre nivel actual en el mediano plazo, demasiado poco para dar a las naciones los recursos necesarios para reducir la pobreza y enfrentar el cambio climático.
“Las últimas previsiones de crecimiento mundial para dentro de cinco años a partir de ahora muestran una tendencia mediocre de 3.1 por ciento, mientras que aumentan las vulnerabilidades financieras globales”, enfatizó el organismo financiero.
Acercan metas
Pierre-Olivier Gourinchas, director del departamento de investigación del FMI, dijo en conferencia que “entre las buenas noticias, la batalla contra la inflación casi se ha ganado, sin una recesión global: después de su repunte, a 9.4 por ciento interanual en el tercer trimestre de 2022, ahora proyectamos que la inflación general caerá a 3.5 por ciento para fines del próximo año”.
- La inflación en la mayoría de los países ahora se mantiene cerca de los objetivos de los bancos centrales, abundó el experto.
- En este sentido, el francés previó que el crecimiento de Estados Unidos se enfriará desde 2.8 por ciento en 2024 a 2.2 por ciento en 2025, mientras que otras economías avanzadas mostrarán signos de recuperación en su ciclo económico.
- En las perspectivas actuales, el desempeño en Asia emergente se mantiene a pesar de la ligera revisión a la baja.
Por su parte, India crecerá 7 por ciento este año y 6.5 por ciento en 2025, mientras que China lo hará 4.8 y 4.5 por ciento; por su parte, Brasil crecerá 3 por ciento y 2.2 por ciento, respectivamente.
Tasas en orden
Pierre-Oliver Gourinchas expuso que las tasas de interés más bajas en las principales economías también aliviarán la presión sobre las economías de mercados emergentes.
- El éxito exige aplicar, cuando sea necesario y sin demora, una estrategia sostenida de ajuste fiscal, subrayó el experto; sin embargo, advirtió que lo más difícil será el crecimiento y la respuesta a las reformas.
Reconoció que muchos países están implementando medidas de política industrial y comercial para proteger a los trabajadores domésticos y las industrias.
- “En ocasiones, estas medidas pueden impulsar la inversión y la actividad en el corto plazo, pero a menudo conducen a represalias y, en última instancia, no logran mejoras sostenidas en los niveles de vida, por lo que deben evitarse”, recomendó.
- En cambio, el crecimiento económico debe provenir de reformas internas ambiciosas que impulsen la innovación, aumenten el capital humano y mejoren la competencia y los recursos, recalcó.
- El economista reconoció que se elevó la preocupación por la desconexión entre una mayor incertidumbre, especialmente relacionada con mayores riesgos geopolíticos, y la volatilidad de los mercados financieros.
“Tal desconexión hace que los shocks sean más probables, porque una alta tensión geopolítica podría desencadenar ventas masivas repentinas en los mercados financieros y hacer que la volatilidad regrese”, alertó.
Elevados riesgos para la deuda pública requieren ajustes
El nivel mundial de deuda pública es muy elevado. Se prevé que para el final de este año supere los USD 100 billones, el 93% del PIB mundial, y que se acerque al 100% del PIB para 2030. Esto supone 10 puntos porcentuales del PIB más que la cota observada en 2019, antes de la pandemia.
Aunque el panorama no es homogéneo —se espera que la deuda pública se estabilice o disminuya en dos tercios de los países—, la edición de octubre de 2024 del informe Monitor Fiscal del FMI pone de manifiesto que los niveles de deuda futuros podrían superar las proyecciones, y que para que la probabilidad de estabilizarlos o reducirlos sea alta, será necesario realizar ajustes fiscales mucho mayores de los previstos.
El informe sostiene que los países deberían afrontar ahora los riesgos de deuda por medio de políticas fiscales bien diseñadas que protejan el crecimiento y a los hogares vulnerables, aprovechando el ciclo de flexibilización de la política monetaria.
Peor de lo esperado
Las perspectivas fiscales de muchos países podrían ser peores de lo esperado por tres motivos: las grandes presiones sobre el gasto, el sesgo optimista de las proyecciones de deuda y la sustancial deuda no identificada.
- Anteriores estudios del FMI han mostrado que el discurso en cuestiones fiscales se ha inclinado cada vez más hacia un aumento del gasto en todo el espectro político. Además, los países tendrán que incrementar el gasto para hacer frente al envejecimiento y la consiguiente atención médica de la población; la transición verde y la adaptación al cambio climático; y las necesidades de defensa y seguridad energética generadas por las crecientes tensiones geopolíticas.
Por otro lado, la experiencia pasada sugiere que las proyecciones de deuda tienden a subestimar los resultados reales por un margen considerable. En promedio, la relación deuda/PIB efectiva a cinco años vista puede llegar a superar las proyecciones en 10 puntos porcentuales del PIB.
- El Monitor Fiscal presenta un novedoso marco de “deuda en riesgo” que vincula las condiciones macrofinancieras y políticas actuales con todo el espectro de posibles resultados futuros de deuda. Este método va más allá del típico enfoque centrado en las estimaciones puntuales de los pronósticos de deuda y ayuda a las autoridades a cuantificar los riesgos para las perspectivas de la deuda y a identificar sus fuentes.
- Este marco muestra que, en un escenario adverso extremo, la deuda pública mundial alcanzaría el 115% del PIB en tres años, lo que supone casi 20 puntos porcentuales más de lo previsto actualmente. Esto podría deberse a varios motivos: un crecimiento más débil, condiciones de financiamiento más estrictas, desviaciones fiscales y una mayor incertidumbre económica y de las políticas.
La organización señaló que los países son cada vez más vulnerables a factores mundiales que afectan a sus costos de endeudamiento, incluidos los efectos transfronterizos de un aumento de la incertidumbre en torno a las políticas en países de importancia sistémica, como Estados Unidos.
La importante deuda no identificada es otro de los motivos por los que la deuda pública puede resultar considerablemente más alta de lo previsto. Un análisis de más de 30 países detectó que el 40% de la deuda no identificada procede de pasivos contingentes y de riesgos fiscales que afrontan los gobiernos, la mayoría relacionados con pérdidas de empresas estatales. Históricamente, la deuda no identificada ha sido abultada —ha oscilado entre el 1% y el 1,5% del PIB en promedio—, y aumenta de manera pronunciada durante períodos de tensión financiera.
Una mayor consolidación fiscal
Si la deuda pública es más elevada de lo que parece, probablemente el esfuerzo fiscal actual sea menor de lo necesario.
- La consolidación fiscal es crucial para contener los riesgos de la deuda. Ahora que la inflación se está moderando y los bancos centrales están bajando sus tasas de interés de política monetaria, las economías están en mejores condiciones para absorber los efectos económicos del endurecimiento de la política fiscal.
- Retrasar este ajuste sería costoso y arriesgado, ya que la corrección necesaria aumenta con el transcurso del tiempo. Además, la experiencia demuestra que una deuda elevada y la ausencia de planes fiscales creíbles pueden desencadenar reacciones adversas de los mercados, lo que limitaría el margen de maniobra en caso de turbulencia.
Nuestro análisis, que tiene en cuenta riesgos nacionales específicos para las perspectivas de la deuda, indica que los ajustes fiscales actualmente en curso —en promedio, el 1% del PIB a lo largo de seis años hasta 2029— no bastarían, incluso si se ejecutan íntegramente, para que la probabilidad de reducir de manera significativa o de estabilizar la deuda sea alta. Para que una economía media tenga una alta probabilidad de estabilización de la deuda haría falta un endurecimiento acumulado de aproximadamente el 3,8% del PIB durante ese mismo período.
En los países en los que no se espera una estabilización de la deuda, como China y Estados Unidos, el esfuerzo necesario es sustancialmente mayor. Sin embargo, estas dos economías tienen a su disposición muchas más opciones de política monetaria que otros países.
3,000 familias más ricas del mundo controlan el 13% del PIB global
Año a año se ensancha la brecha entre ricos y pobres. El mundo tiene más de 8.000 millones de personas, pero solo 3.000 familias concentran el 13% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, por lo que tienen en sus manos unos 14 billones de dólares. En 1987, acumulaban una riqueza combinada equivalente al 3% del PIB.
- Un crecimiento de 10 puntos en cuatro décadas, según el informe presentado en septiembre pasado por Oxfam en el que analiza El multilateralismo en una era de oligarquía global.
- Mientras unos pocos engordan sus bolsillos, casi la mitad de la población mundial vive por debajo de la línea de la pobreza, el equivalente a unos 6,85 dólares por día (unos 6,14 euros al cambio).
- La mayoría de estas familias viven en lo que la organización denomina el “norte global”, que abarca a las regiones históricamente ricas y poderosas, como América del Norte, Europa y Australia. ¿Cómo es posible que tan pocos hogares acumulen tanto?
Según el informe, es resultado de políticas económicas globales diseñadas para favorecer a los más ricos. Entre 1980 y 1990, los gobiernos adoptaron medidas neoliberales que dieron prioridad al crecimiento privado sobre el bienestar social. Este desequilibrio explica que a día de hoy, el 80% de las familias posean menos de un tercio de la riqueza total.
- Esta élite económica está estrechamente vinculada al poder corporativo, de ahí que cada vez sea menor el número de empresas que dominan mercados clave en sectores como la farmacéutica, la agricultura y la tecnología.
En la actualidad, dos compañías controlan el 40% del mercado mundial de semillas, tres gigantes tecnológicos tienen el 75% de los ingresos publicitarios, y el 10% de las empresas más grandes de Estados Unidos poseen el 95% de las ganancias corporativas que se generan después de impuestos.
El monopolio ha dado pie a otros problemas económicos, según denuncia el informe, entre los que destaca la evasión fiscal. Mientras los países del sur luchan por financiar servicios públicos esenciales como la educación o la salud, las familias más ricas del mundo buscan formas para minimizar sus impuestos, moviendo su dinero a través de paraísos fiscales y aprovechando vacíos legales.
- Esta fuga de capitales implica la pérdida de miles de millones que las regiones en desarrollo podrían invertir en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Las estimaciones son, de manera conservadora, que el abuso fiscal por parte de los multimillonarios y las corporaciones cuesta a los países de bajos ingresos 47.000 millones de dólares anuales.
El poder que han adquirido en estos años quienes detentan el poder económico les ha permitido influir en los intentos de los organismos internacionales por emprender reformas fiscales globales.
El mayor ejemplo, según Oxfam, es el Marco Inclusivo sobre la Erosión de Bases Imponibles y el Traslado de Beneficios (BEPS), promovido por la OCDE en 2021 para imponer un impuesto mínimo a nivel internacional a las grandes empresas. Los expertos señalan que el marco no fue suficientemente ambicioso para abordar de manera efectiva la evasión de impuestos, lo que ha permitido a las multinacionales seguir trasladando sus beneficios a jurisdicciones con baja imposición.
- El poder de estas familias no se limita solo a las finanzas. Sus decisiones también tienen un impacto en el cambio climático. El documento recuerda que en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26) estuvieron presentes más de 500 lobistas de combustibles fósiles, superando la representación conjunta que tenían los ocho países más afectados por la crisis climática, entre los que figuraba Pakistán, Filipinas y Mozambique.
- En la reunión que se hizo dos años después, una cuarta parte de los delegados más ricos ahí presentes había hecho su fortuna en industrias como la petroquímica, la minería o la producción de carne de vaca. Oxfam subraya que el 1% más rico de la población mundial —del cual son parte estas 3.000 familias— es responsable de una cantidad de emisiones de dióxido de carbono mayor que la de los dos tercios más pobres del planeta, y emiten tres millones de toneladas cada año.
Su poder se extiende también a la legislación internacional sobre la propiedad intelectual. El organismo recuerda que durante la pandemia, las farmacéuticas gastaron millones en cabildeo para asegurarse de mantener los derechos sobre las vacunas. Esto “contribuyó en última instancia a un apartheid de las vacunas” donde los países ricos acapararon las dosis mientras impedían que otros productores fabricaran las dosis y aumentaran el suministro disponible para los países de menores ingresos.
- La organización remite a otros estudios recientes, según los cuales una distribución más equitativa de vacunas habría prevenido hasta un 13,3% de muertes a nivel global, y hasta un 39% en los países de bajos ingresos.
- Aunque en 2022 se aprobó una renuncia parcial a los derechos de propiedad intelectual, fue limitada y llegó demasiado tarde para tener un impacto significativo. Un año antes, cuando todavía el mundo estaba volcado en controlar la crisis sanitaria, gigantes como Pfizer pagaron millones en dividendos a sus accionistas gracias a las ganancias que obtuvieron en este periodo.
- El informe relata que mientras una minoría ha acaparado riqueza y poder, en los últimos años el impacto de la pandemia y las crisis geopolíticas han incrementado las dificultades presupuestarias en muchas economías en desarrollo.
En algunos casos, los Estados gastan hasta un 40% de sus presupuestos anuales en servicio de deuda, superando con creces lo que invierten en educación, salud o protección social.
Además, estos países se ven obligados a recurrir a nuevos préstamos para pagar los anteriores, quedando atrapados en un ciclo interminable de deuda, impulsado por prestamistas privados que cobran intereses volátiles y desproporcionados. /Agencias-PUNTOporPUNTO