En las últimas cuatro décadas se han adoptado a nivel federal seis grandes estrategias de coordinación institucional para enfrentar la pobreza, en las cuales se han repetido fallas de diseño, de monitoreo y en el involucramiento de los beneficiarios, reportó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
- En el documento 40 Años de Estrategias de Coordinación Interinstitucional para la Política de Desarrollo en México, divulgado esta semana, el organismo analizó el desempeño de Coplamar, Progresa, Microrregiones, 100×100, la Cruzada Nacional contra el Hambre y la Estrategia Nacional de Inclusión, las dos últimas puestas en marcha en la Administración que está por concluir.
- De acuerdo con el estudio, estas estrategias no tuvieron los resultados esperados debido a que no lograron construir objetivos claros y no definieron de manera concreta el problema a atender, lo que impidió que establecieran con precisión aspectos básicos como las intervenciones necesarias, la población objetivo y las instituciones que debían participar.
- «Esto significa que no existe un nivel óptimo de actores o dependencias que deben estar involucradas en la toma de decisiones ni tampoco del número idóneo de instrumentos de política (programas o acciones de Gobierno) que deba ser articulado para lograr una intervención coherente», señala.
- Un ejemplo de ello, explica, es la estrategia 100X100, implementada durante el sexenio de Felipe Calderón, cuyo objetivo era totalmente impreciso: promover el desarrollo integral de los municipios con mayores rezagos sociales en el país.
Lo anterior, advierte, se debió a que en ningún caso el Gobierno federal contó con la información necesaria para focalizar sus acciones. Así, detalla, fue hasta que Coplamar se puso en marcha que se llevaron a cabo estudios, mientras que Progresa definió sus objetivos sin que existiera información suficiente sobre los hogares a atender.
Ante estas ineficiencias, indica el Coneval, las estrategias antipobreza quedaron sujetas a los programas sociales existentes, aún cuando éstos no respondieran a las necesidades de cada una de ellas. El Coneval advierte que los estados también tienen una responsabilidad en el fracaso de los planes, toda vez que la respuesta de éstos ante la dispersión de la política social ha sido indistinta.
«En lugar de crear una estrategia propia, otros estados han decidido contribuir con sus programas y recursos a la estrategia de coordinación impulsada desde el Gobierno federal. En estos casos, los gobiernos estatales se convierten en una pieza más que debe ser coordinada», indica./ CON INFORMACIÓN DE REFORMA