Se pierden 100 MILLONES de Hectáreas de TIERRA FÉRTIL; suelo en México se EROSIONA

Las actividades humanas, incluidas la deforestación y las prácticas agrícolas, y el cambio climático se encuentran entre las principales causas.

Un informe reciente de la ONU reveló que al menos 100 millones de hectáreas de tierra sana y productiva desaparecen anualmente, una preocupante tendencia que se discutió en la última Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD).

  • Las actividades humanas, incluidas la deforestación y las prácticas agrícolas, y el cambio climático se encuentran entre las principales causas.
  • En un lapso de cinco años, entre 2014 y 2019, más de 420 millones de hectáreas de tierra experimentaron degradación a nivel mundial, superando la extensión combinada de cinco naciones de Asia Central.

António Guterres, Secretario General de la ONU, enfatizó este dato durante una conferencia de la UNCCD en Uzbekistán, donde se abordó la expansión progresiva de tierras degradadas. Destacó la urgente necesidad de restaurar la salud de 1.500 millones de hectáreas de tierra degradada para 2030 si se continúa en la trayectoria actual.

Como parte del seguimiento del progreso hacia el decimoquinto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU, “vida en la tierra”, 115 países informaron antes de la reunión sobre tres medidas para restaurar tierras y suelos degradados: el área utilizada para agricultura o cubierta por bosques, pastizales o humedales; productividad, la capacidad de la tierra para sustentar y sostener la vida; y reservas de carbono superficiales y subterráneas.

  • La sesión del Comité de Revisión de la Implementación de la Convención (CRIC 21) de la UNCCD se llevó a cabo por primera vez en Asia Central, una región cada vez más afectada por problemas como la arena y las tormentas de polvo, con un 20% de su superficie terrestre afectada por la degradación.

Ibrahim Thiaw, Secretario Ejecutivo de la UNCCD, ilustró la magnitud del problema al señalar la desaparición casi total del Mar de Aral en una sola generación.

“En una sola generación, el Mar de Aral, un lago de agua dulce que alguna vez fue tan grande que se confundió con un mar, ha desaparecido en gran medida y ahora está lleno de dunas de arena”, dijo.

  • La información presentada en el CRIC 21 reveló que entre 2015 y 2019 se perdieron al menos 100 millones de hectáreas de tierra fértil cada año debido a actividades humanas como la deforestación, prácticas agrícolas y el cambio climático.
  • Esto contradice el objetivo de alcanzar la “neutralidad en la degradación de las tierras” para 2030, ya que la proporción global de tierras degradadas aumentó del 14,7% al 18,9% durante este período, con ejemplos preocupantes como México y la India experimentando incrementos considerables en tierras degradadas.

La UNCCD es la pieza central de los esfuerzos de la comunidad internacional para combatir la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía (DDTS). Solicitada por la Agenda 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992, fue adoptada el 17 de junio de 1994. Entró en vigor el 26 de diciembre de 1996 y actualmente cuenta con 197 partes.

A pesar de este panorama desalentador, hay destellos de esperanza. Países como Ecuador, Botswana y Burkina Faso han logrado reducir significativamente la superficie de tierra degradada. Este trabajo es crucial para cambiar el rumbo. Y algunos países están avanzando en la dirección correcta.

  • En Ecuador, por ejemplo, la superficie de tierra clasificada como degradada pasó del 21,9% al 12,8% entre 2015 y 2019. Durante el mismo período, la superficie degradada en Botswana disminuyó del 36,3% al 17,1%, y en Burkina Faso del 34,6% al 8,2%.

En regiones como África, América Latina y el Caribe, la restauración de la cubierta arbórea ha impulsado mejoras, mientras que en Asia, se han visto beneficios con mejoras en la fertilidad del suelo. Este trabajo de comprensión y acción local es esencial para cambiar el rumbo y frenar la pérdida continua de tierra fértil.

México corre grave riesgo de erosión

Con la llegada de la temporada de lluvias la población cree que es la salvación para la fuerte sequía que se vivió en gran parte del país, pero esto no es así; según especialistas el suelo mexicano corre riesgo de sufrir la erosión.

  • De acuerdo con José Alberto Lara Pulido, director del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la Universidad Iberoamericana, el inicio de la temporada de lluvias como resultado del fenómeno de ‘La Niña’ significa buenas noticias para el sector agropecuario e incluso se llenarán las presas del país, pero en realidad el suelo termina muy lastimado.

“Al haber mucha lluvia intensa, tenemos problemas, primero sequía que erosiona la tierra y luego fuertes lluvias que también erosionan el suelo mexicano y esto es como el cuerpo de una persona, no se puede someter a cambios tan drásticos”.— José Alberto Lara Pulido, Universidad Iberoamericana

Resaltó que las intensas olas de calor ocasionadas por el fenómeno de ‘El Niño’ provocaron una fuerte sequía en casi todo el territorio nacional y un incremento sustancial en la temperatura en todo el país, incluso en la Ciudad de México.

Precisó que el cambio climático traerá consecuencias a largo plazo, quizá para el año 2050, y aunque no se tiene la certeza de un promedio a corto y mediano plazo, si persistirá en los próximos años este incremento de temperaturas.

“Lo que estamos viendo ya son efectos que se han ido dando poco a poco, en términos de temperatura, la temperatura del planeta ha aumentado 1.5 grados en algunos años y esta tendencia seguirá con el paso del tiempo”, expuso.

¿Qué es el fenómeno de ‘La Niña’?

De acuerdo con Alejandro Jaramillo Moreno, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, cuando inicia un fenómeno de ‘La Niña’ “las aguas en la región tropical del océano Pacífico se enfrían y la circulación del aire en la atmósfera también cambia, por ello sus efectos son ‘opuestos’ a los de El Niño”.

  • Explicó que generalmente se habla de ‘El Niño’ y ‘La Niña’ como si fuera una oscilación, pero en realidad es una fluctuación perfecta; se presentan cada dos o siete años y puede haber ciclos de uno y de otra. Por ejemplo, el año pasado fue Niño y los tres años anteriores fueron Niña y este año se conjugaron ambos.

“El periodo de actividad de un evento es aproximadamente de un año. Comienza más o menos en la primavera y termina en la misma temporada del año siguiente, con su mayor actividad en nuestro invierno; el pico de actividad sería en diciembre. Esto porque cuando ocurre un cambio, no necesariamente pasamos a la fase contraria. Por ejemplo, después de una Niña puede ocurrir otra”, explicó.

Aumentan las muertes por calor

Ante la posibilidad de una cuarta ola de calor en México que podría ser aún más intensa que las anteriores y con la cifra actual de 155 muertes reportadas según la secretaría de Salud al 18 de junio, estudios alertan que se ha incrementado el número de fallecimientos a causa de las altas temperaturas ambientales de 2013 a 2022 en un 67%.

  • Cabe destacar que en 2023, en nuestro país, el número de fallecimientos por esta causa fue de 419 personas, el año fue tan letal que por sí solo representa una quinta parte de las muertes por calor registradas entre 2000 y 2023; en 2022, el número de muertos fue de 42 personas, mientras que en 2021 fue de 33 personas y en 2020 se reportó el fallecimiento de 37 ciudadanos.

Sobre el tema, de acuerdo con el más reciente estudio de The Lancet Countdown Latinoamérica, la mortalidad relacionada con el calor ha aumentado 140% en el continente americano si se comparan los períodos de 2000-2009 y de 2013-2022.

  • Los países con mayor aumento son Ecuador (339%), El Salvador (230%), Honduras (204%) y Guatemala (202%). Mientras, los países con el menor aumento son México (67%), Argentina (59%) y Uruguay (27%).
  • José Alberto Lara Pulido, director del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la Universidad Iberoamericana, explicó que el aumento en las temperaturas tiene que ver con la deforestación y el crecimiento de la mancha urbana como en el caso de México, específicamente en la Ciudad de México, lo que provoca las llamadas ‘islas de calor’.

“La vegetación actúa como un enfriador, ante la falta de vegetación se producen las llamadas islas de calor, éstas se forman en las ciudades y tienen efectos en la salud, y esto tiene que ver con la mortalidad de personas y en los últimos años se ha dado un incremento sustancial e importante en la muerte de personas por efectos del calor”, señaló.

México presenta alta degradación ambiental

De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas, para el año 2023, el mundo pierde anualmente 10 millones de hectáreas de bosques, una extensión similar a la de Islandia. Aproximadamente un millón de especies animales y plantas se encuentran en peligro de extinción.

  • El organismo internacional informa que cada año se pierden 24 mil millones de toneladas de suelo fértil en el planeta. En el caso de México, más de la mitad de su territorio nacional presenta algún nivel de degradación, ya sea física, química o biológica.
  • Ante esta situación, Silke Cram Heydrich, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, señala que la humanidad debe comprender que cada acción que emprenda repercutirá en la Madre Tierra. “Cuidar de ella siempre será beneficioso para nosotros; no hacerlo se nos revertirá, y eso queda refrendado con la crisis ambiental que vivimos”.

El ser humano debe aprender a convivir con todos los seres vivos, pues no está solo en la Tierra. La convivencia nos beneficia a todos; tenemos que encontrar un equilibrio para asegurar que esos otros seres tengan un lugar donde vivir”.— Silke Cra

En el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, correspondiente al año 2023, se indica que el acceso a energías y tecnologías limpias mejora la salud, especialmente en el caso de mujeres y niños.

  • Asimismo, la electrificación con bajas emisiones de carbono, los desplazamientos a pie y en bicicleta, y el uso del transporte público impactarán en la calidad del aire, la salud y las oportunidades de empleo, a la vez que fomentan la equidad.

“Estoy de acuerdo en que se conmemore este día. La frase ‘Día de la Tierra’, la que nos sustenta a todos los seres vivos, no solo a los humanos, destaca la necesidad de cuidarla. Sin embargo, debemos ser conscientes de que no se trata solo de un día”, señaló la doctora en Agronomía

En 2009, la Asamblea General de la ONU designó el 22 de abril como el “Día Internacional de la Madre Tierra”, en el cual se destaca la necesidad de promover la armonía con la naturaleza del planeta.

Degradación ambiental impacta en 4.1% del PIB

Los Costos Totales por Agotamiento y Degradación Ambiental (CTADA) en México en el 2022 sumaron un total de 1,210 millones, 847,800 pesos lo cual representó 4.1% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, revelaron datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

De acuerdo con los resultados de las Cuentas Económicas y Ecológicas de México (CEEM) 2022, el año pasado el costo total por agotamiento como proporción del PIB fue el mismo que en el 2021.

Sin embargo, existe una diferencia si se compara el dato del 2022 con el del 2003, ya que, en ese año, la proporción los CTADA de PIB fue de 6 por ciento.

  • Por componentes, los costos por agotamiento representaron 0.5 %, que equivalen al menos a 141 millones 771,600 pesos, mientras que los costos por degradación fueron equivalentes a 3.6%, lo cual se traduce en 1,069 millones 76,200 pesos.
  • El Instituto Nacional de Estadística mexicano detalló que, durante el 2022, los mayores costos ambientales se relacionaron con las emisiones al aire, las cuales generan un impacto equivalente a 2.5% del PIB del país, lo cual en pesos sería un monto de 738 millones 950,100 pesos.
  • Mientras que la degradación del suelo registró 0.5%, es decir, 154 millones, 194,900 pesos y los residuos sólidos urbanos documentaron el año pasado 113 millones 632,400, lo que equivale a 0.4% del PIB.

El resto de los componentes, de acuerdo con los datos del Inegi, sumaron 0.7 % y se integraron por el agotamiento de hidrocarburos (0.3%) que en pesos el costo fue de 72 millones 674,800 pesos, el agotamiento de agua subterránea (0.1%) que fueron 32 millones, 881,900, las descargas de aguas residuales y no tratadas (0.2%) con un total de 62 millones, 298,800 pesos.

También dentro de apartado, el Inegi consideró los costos de agotamiento de recursos forestales (0.1%) que significó un costo de 36 millones, 214,900 pesos.

La degradación de suelos en México es preocupante y acelerada

Estimaciones científicas sobre la calidad de los suelos agrícolas y silvestres de México revelan que 64 por ciento está degradado, informó la coordinadora del Programa Universitario de Estudios Interdisciplinarios del Suelo (PUEIS) e investigadora del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Blanca Prado Pano.

  • En el país existen 26 grupos de suelos que son reconocidos por el sistema base referencial mundial de este recurso. La diversidad se originó a lo largo de milenios, a partir de las diferencias climáticas, geológicas, de inclinación y altitud. El problema es que el suelo es un recurso natural no renovable en términos del período de vida humana, y un elemento del ambiente de gran importancia para los ecosistemas y la economía.

“Conocer su estado de salud en la República mexicana es una tarea compleja que requiere mucho esfuerzo humano y económico. Más de la mitad del territorio nacional tiene algún tipo de degradación, y según un estudio llega al 64 por ciento de los suelos del país. Es grave”, explicó la doctora Prado Pano.

El suelo presta servicios ecosistémicos indispensables para la vida: provee alimentos, agua, materiales para vestido y es fundamental para que los ecosistemas terrestres funcionen. Además, el sistema suelo-vegetación tiene un papel importante en el aumento o en la reducción de las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera; el recurso suelo constituye la mayor fuente de carbono orgánico en los ecosistemas terrestres y su permanente degradación podría duplicar el contenido de dicho elemento que se encuentra en la atmósfera, destaca.

De ahí que su degradación sea un tema de interés nacional, ya que representa la pérdida de suelo fértil para la producción de alimentos y el crecimiento de la vegetación, lo cual significa captura de dióxido de carbono y liberación de oxígeno.

  • Las prácticas agrícolas, el sobrepastoreo, la deforestación, la modificación del uso de suelo y el cambio climático han llevado a la degradación. Un suelo degradado pierde su salud y con ella la capacidad de realizar funciones y proveernos de dichos servicios vitales.
  • Este panorama desfavorable, precisó Blanca Prado, ocurre a nivel mundial donde un tercio está dañado; para revertir esta tendencia hay iniciativas en diversas partes del planeta para mantenerlos en buen estado y recuperar los degradados.

En este contexto, refirió que en 2021 la Universidad Nacional creó el PUEIS con el objetivo de promover la colaboración de académicos de diferentes disciplinas para atender problemáticas complejas que requieren visiones y la participación de la sociedad. Con este proyecto se le considera uno de los temas prioritarios.

Asimismo, se conformó el equipo de académicos Aliados del PUEIS al cual pertenecen 54 científicos de 45 entidades de la UNAM, quienes investigan, enseñan y divulgan la ciencia del suelo.

Suelos vulnerables

Hasta el final del año 2021, la superficie de tierra arable en México era de mil 740 metros cuadrados por habitante, lo que corresponde únicamente 10 por ciento de la superficie continental. Esta cifra de superficie disminuye con el incremento de la población y la pérdida de suelo fértil por la urbanización.

“Tal escenario puede ocasionar que, a corto plazo, no se cuente con la superficie de tierra indispensable para satisfacer las demandas actuales y las de futuras generaciones. Además, la disminución de las precipitaciones y de los recursos de agua dulce, amenazan la agricultura de temporal y de riego”, indica la doctora Prado.

En los últimos tiempos se ha registrado que los suelos cultivados del mundo han perdido de 25 a 75 por ciento de sus reservas originales de carbono, las cuales han sido emitidas a la atmósfera en forma de CO2, lo anterior, a causa de prácticas de manejo que conllevan a la degradación de la tierra.

“Nuestro país se encuentra incluido entre aquellos con mayor vulnerabilidad al cambio climático. Las temperaturas promedio en el ámbito nacional aumentaron 0.85 grados Centígrados las últimas decenas de años, se han padecido sequías en casi la mitad del territorio nacional, mientras que en algunas regiones los patrones de precipitación han aumentado causando graves inundaciones”, resaltó la investigadora.

  • Los fenómenos climáticos extremos, las lluvias torrenciales y las inundaciones, afectan la estabilidad de los suelos y su capacidad para amortiguar las variaciones climáticas, mantener la productividad y la biodiversidad del planeta.
  • Especialmente vulnerables son los procesos de desertificación en los suelos de las zonas más secas, explica Prado Pano.

La protección y cuidado del suelo está relacionada con una falta de reconocimiento de su valor, y su degradación del suelo es un proceso inducido por el ser humano, al priorizar aspectos socioeconómicos en la toma de decisiones: cambios demográficos, problemas de tenencia de la tierra, políticas ambientales y agropecuarias inadecuadas, presión del mercado, actividades contaminantes, usos indebidos y gestión deficiente o nula.

Cada año se pierden 24 mil millones de toneladas de suelo fértil en el mundo

Según cifras de Naciones Unidas, cada año se pierden 24,000 millones de toneladas de suelo fértil en el mundo. Se estima que la degradación de las tierras reduce el PIB de los países en desarrollo hasta en un 8 %, y para 2045 la desertificación (degradación de suelos áridos) será responsable del desplazamiento de unos 135 millones de personas en el planeta, señaló Blanca Lucia Prado Pano, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM.

  • En el contexto nacional, continuó la también coordinadora del Programa Universitario de Estudios Interdisciplinarios del Suelo (PUEIS), “en Ciudad de México, entre 2006 y 2010, se perdieron 254 hectáreas de cobertura forestal por año, lo que supone grandes afectaciones al suelo por urbanización. Algunos modelos prospectivos estiman que entre 2010 y 2030 habrá una pérdida anual promedio de 219 hectáreas en la capital”.

Resaltó que el mal manejo del suelo ha provocado que más de la mitad del territorio nacional presente algún nivel de degradación, física, química o biológica.

  • La especialista indicó que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 95 % de los alimentos que consumimos se produce directa o indirectamente en el suelo; por ello, un suelo sano produce cultivos de calidad y alimentos con el contenido de nutrientes adecuado para todos.

Apuntó que en la actualidad un tercio de los suelos en el mundo están degradados, lo que implica la pérdida total o parcial de sus funciones y, en consecuencia, de los beneficios que estos nos proveen.

Este recurso finito es dominio natural indispensable para los ecosistemas terrestres y el bienestar social, cuyas funciones se convierten en servicios ecosistémicos que hacen posible la vida. Se trata de un medio vivo que alberga más de 25 % de la biodiversidad del planeta, además de ser reserva genética y fuente de productos farmacéuticos, planteó.

Detalló que estas superficies, indispensables para la regulación de los ciclos de nutrientes del planeta, contribuyen a regular las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero; por tanto, son fundamentales para la regulación del clima. Además, constituyen el soporte de toda infraestructura, fuente de fibras, minerales, materiales de construcción y archivo del patrimonio geológico y arqueológico de la Tierra. Es decir, también es un bien social, económico, cultural, político y patrimonial.

  • En ocasión del Día Mundial del Suelo –que se conmemoró el pasado 5 de diciembre, cuyo lema para este año es “El suelo y el agua: fuente de vida”–, la académica universitaria explicó que éste es un elemento clave en el ciclo hidrológico; su sistema poroso permite el paso del agua a través de él, proceso en el que una fracción del líquido es retenido en contra de la gravedad y la pone a disposición de las plantas para su crecimiento y hacer posible la producción de alimentos y que los almacenes de agua estén limpios, pues el resto del líquido avanza en su recorrido hasta alcanzar los acuíferos.

Aunado a ello, prosiguió, los suelos mejoran la resiliencia de la población ante inundaciones y sequías, por lo que es necesario contar con suelos sanos para que éstos realicen las múltiples funciones y servicios ecosistémicos que proporcionan, y que van más allá de la producción de alimentos, como la regulación del clima, hábitat, contención de desastres naturales, provisión de agua, recreación, entre otros. De estas funciones depende la vida en el planeta, así como la salud y el bienestar de las personas./Agencias-PUNTOporPUNTO

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