El INVIERNO aumenta el ‘TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL’; la DEPRESIÓN afecta el 20% del MUNDO

Cifras de la OMS revelan que alrededor de 280 millones de personas sufren depresión a nivel mundial.

La llegada del invierno no sólo trae consigo bajas temperaturas y días más cortos, sino también un impacto significativo en la salud mental de algunas personas.

  • Si experimentas tristeza persistente, pérdida de interés en actividades que antes disfrutabas o un constante cansancio durante esta temporada, podrías estar padeciendo Trastorno Afectivo Estacional (TAE), también conocido como Depresión Invernal.

La disminución de la luz solar y las bajas temperaturas del invierno pueden desencadenar este tipo de depresión que afecta principalmente a mujeres, jóvenes adultos y adultos mayores. Conoce sus síntomas, causas y los tratamientos más efectivos para afrontarlo.

¿Qué es el Trastorno Afectivo Estacional?

El TAE es un tipo de depresión que se presenta de manera recurrente durante los meses de otoño e invierno, cuando la luz solar disminuye y los días son más cortos. De acuerdo con la doctora Martha Díaz Rodríguez, psiquiatra del Servicio de Atención Psiquiátrica de la Secretaría de Salud, este trastorno debe manifestarse al menos en dos ocasiones consecutivas, durante dos años seguidos, para ser diagnosticado.

Principales síntomas del TAE

Entre los síntomas más comunes destacan:

  • Tristeza persistente: sentimientos de vacío o melancolía que duran todo el día.
  • Pérdida de interés: falta de entusiasmo por actividades que solían ser placenteras.
  • Fatiga constante: cansancio excesivo incluso después de un descanso adecuado.
  • Cambios en el apetito: incremento o disminución significativa del consumo de alimentos, con tendencia a la sobrealimentación y aumento de peso.
  • Alteraciones en el sueño: dificultad para dormir o, más comúnmente, dormir en exceso sin sentir descanso.
  • Baja autoestima: sensación de inutilidad o culpa excesiva.

Factores de riesgo y causas

  • El TAE afecta con mayor frecuencia a mujeres y jóvenes adultos, y su prevalencia puede variar dependiendo de la latitud geográfica. Las personas que viven lejos del ecuador, en regiones con inviernos largos y oscuros.
  • Esto los hace más propensas a padecer este trastorno debido a la reducción en la exposición a la luz solar, lo que impacta negativamente los niveles de serotonina, una sustancia clave en la regulación del estado de ánimo.

Opciones de tratamiento

La buena noticia es que existen tratamientos efectivos para el TAE. Los especialistas recomiendan una combinación de terapia farmacológica y psicoterapia, ya que esto acelera la recuperación y reduce las probabilidades de recaídas. Además, otros métodos pueden complementar el tratamiento:

  • Terapia de luz: exposición a lámparas que simulan la luz solar, ideal para contrarrestar los efectos de los días cortos.
  • Rutinas saludables: mantener horarios regulares, realizar actividad física y participar en actividades sociales.
  • Consulta profesional: es fundamental buscar ayuda de un experto en salud mental al identificar los síntomas.

Un problema global en aumento

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que los trastornos depresivos, incluido el TAE, afectan a aproximadamente el 20 por ciento de la población mundial. Por ello, es crucial visibilizar esta condición y garantizar el acceso a tratamiento oportuno.

Si durante esta temporada has notado cambios en tu estado de ánimo, no lo tomes a la ligera. Consultar a un especialista podría marcar la diferencia para disfrutar plenamente de esta época del año.

Depresión estacional afecta 4 veces más a las mujeres que a los hombres

En México, la depresión estacional o Trastorno Afectivo Estacional afecta cuatro veces más a las mujeres que a los hombres. Se trata de una depresión que se presenta durante la temporada invernal, por lo que también es conocida como “depresión blanca” o “blues de Navidad”.

  • Especialistas en salud mental explican que la temporada invernal trae consigo una época de celebración y unión que también puede implicar desafíos emocionales que ponen en riesgo la salud mental de las personas.
  • Durante diciembre, e incluso antes, muchas personas pueden experimentar síntomas del Trastorno Afectivo Estacional (TAE), un tipo de depresión que surge en los meses de invierno debido al clima, como son las bajas temperaturas y la reducción de la luz solar.
  • Los especialistas estiman que en México, entre el 4 y el 8% de la población la padece, afectando en su mayoría a mujeres en una proporción de cuatro mujeres por cada hombre.

“Para algunas personas, estos síntomas pueden exacerbar en el contexto de las fechas que se avecinan, mientras que para otros, se trata de un tema con un posible origen biológico, pues con menos luz natural en el invierno, es posible que las personas con este trastorno tienen niveles más bajos de vitamina D, lo que reduce aún más la actividad de la serotonina y por ende nuestra calidad de vida.” explicó el doctor Álvaro Gómez, Director Médico de Teva México.

  • Ante la presencia de uno o más síntomas descritos, es importante buscar apoyo profesional. De acuerdo con el doctor Álvaro Gómez “la salud mental es tan importante como la física, y hay que atender cualquier signo de alerta.
  • Es necesario actuar a tiempo y buscar ayuda profesional es clave pues ya existen tratamientos efectivos para condiciones como el trastorno afectivo estacional y la depresión, incluyendo medicamentos accesibles que pueden ayudar a mejorar significativamente la calidad de vida de quien lo padece”, indicó el doctor Álvaro Gómez.
  • Indicó que la salud mental se logra mediante una combinación de hábitos que ayuden a reducir niveles de estrés, medicamentos, terapia y el seguimiento adecuado de la mano de un profesional para cada caso en específico.

El experto indicó que muchas personas llegan a experimentar los efectos de la depresión estacional, por lo que es importante detectar los cambios emocionales o conductuales a tiempo, y buscar ayuda de un profesional de la salud cuando sea necesario.

La importancia de los ritmos biológicos

Los ritmos biológicos están muy presentes en la naturaleza y, por tanto, también en el ser humano. Si nos paramos a pensar encontraremos varios ejemplos de fenómenos rítmicos a nuestro alrededor (el cambio entre el día y la noche o las mareas) y en nosotros mismos (la frecuencia cardíaca, la menstruación de las mujeres o el ritmo de sueño-vigilia).

Para mantener estas cadencias y estar sincronizados con nuestro entorno, contamos con sistemas que miden el paso del tiempo y se calibran mediante señales ambientales.

La señal más importante para nosotros es el ciclo de luz-oscuridad, que sigue un ritmo circadiano (es decir, un ciclo de 24 horas). Dichas pautas influyen en multitud de procesos, desde los momentos en que nos alimentamos o la hora idónea para tomar una medicación hasta, por supuesto, nuestra salud mental.

La falta de luz, la serotonina y otros posibles desencadenantes

En lo que se refiere al TAE, la evidencia apunta a la implicación de múltiples factores, tanto biológicos como psicológicos.

Como hemos dicho, el ciclo de luz-oscuridad es fundamental para nuestra especie y el mantenimiento de nuestra salud, incluyendo la mental. Por eso, una de las principales hipótesis sobre el TAE tiene que ver con la exposición a la luminosidad.

  • Los cambios que se producen con la llegada del otoño generan modificaciones en nuestros ritmos circadianos (incluyendo el ritmo de secreción de melatonina) que, en personas con predisposición, provocarían a su vez cambios conductuales y en el estado de ánimo.
  • De este modo, la desincronización entre los ritmos circadianos internos y los del entorno aumentarían el riesgo de padecer TAE.
  • El hecho de que este trastorno sea más frecuente en lugares con menos luz y que comience típicamente en otoño, cuando la luz solar disminuye, apoyaría claramente esta hipótesis.

Otra teoría apunta a la disminución en la secreción de algunos neurotransmisores, las sustancias implicadas en la comunicación interna del cerebro. El más estudiado es la serotonina, y se han encontrado niveles disminuidos de esta sustancia durante los meses de otoño e inverno en las personas afectadas.

  • Finalmente, hay estudios que apuntan a que las personas con una sensibilidad baja de la retina a la luz, que alteraría el correcto procesamiento de la misma, tendrían más probabilidades de padecer TAE.

En cuanto a los factores psicológicos, estos no difieren prácticamente de aquellos que predisponen a padecer episodios depresivos no estacionales. Sin embargo, hechos como el que las personas con TAE realicen menos actividades placenteras durante el otoño e invierno podrían contribuir a mantener el trastorno.

Por otra parte, se ha apuntado a que los síntomas físicos del TAE, como la fatiga o el incremento de apetito o sueño, provocarían alteraciones afectivas y cognitivas en personas vulnerables.

El costo emocional de las fiestas decembrinas

En entrevista con Reporte Índigo, el doctor Emiliano Villavicencio, psicólogo y jefe de posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de La Salle, confirma que, en consulta privada, él ha registrado un aumento de casos de depresión en estas épocas del año.

Esto debido a, principalmente, dos circunstancias: el clima, es decir, la disminución de la luz solar, y un aspecto psicosocial, asociado al vacío o tristeza que puede provocar el hecho de no tener una reunión familiar o convivencia con las personas más cercanas.

“La temperatura que desciende y la luz en invierno que también es diferente se asocia con un estado de ánimo de cierta nostalgia, tristeza. Esto tampoco significa que necesariamente una luz solar baja genera tristeza o depresión. No, solo que hay correlación entre ambos estímulos, sin afirmar que una genera la otra”, comenta el experto, quien explica que en psicología hay estudios serios que vinculan el estado de ánimo con lo que sucede en nuestro entorno.

  • Por otro lado, está el aspecto sociocultural. “Culturalmente asociamos estas épocas del año con la reunión, con la convivencia, con departir con los cercanos y la familia, pero no todos tenemos la posibilidad de hacerlo.
  • Pienso, por ejemplo, después de la pandemia de COVID-19, hubo muchos fallecimientos y muchas familias se fracturaron, esto repuntó también en un índice alto de estados de depresión.
  • “Entonces, aquellas personas que no tienen la oportunidad de reunirse por diversas razones, comienzan a vivir aislamiento, decaimiento social y esto favorece estados depresivos”, explica Villavicencio.

El psicólogo precisa que hay factores que hacen que algunas personas tengan más riesgo de experimentar este tipo de estados depresivos. “Hay factores que coadyuvan a ello, es decir, si un paciente trae un historial de depresión, pues es muy probable que ese cuadro se agudice en esta época”, dice.

  • Cifras de la OMS revelan que alrededor de 280 millones de personas sufren depresión a nivel mundial. En México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), unos 35 millones han experimentado algún episodio depresivo.
  • La primera Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (2021) del INEGI arroja que 19.3 por ciento de la población adulta tiene síntomas de ansiedad severa y 31.3 por ciento tiene ansiedad mínima o en algún grado. Por lo que, prevenir y saber identificar los factores que pueden agudizar la depresión en esta temporada es fundamental.

“Uno de los temas que la pandemia puso sobre la mesa fue definitivamente el de la depresión. Creo que, como sociedad mexicana, hemos dado un paso muy importante para no tomar a la ligera el estado de ánimo y darle la justa dimensión a la salud mental en la vida cotidiana.

El siguiente paso es informarnos y no asumir, desde prejuicios y desde el desconocimiento, el lenguaje y el discurso que tiene que ver con la psicopatología mental”, plantea Villavicencio al señalar la importancia de hablar y priorizar la salud mental en todo momento. /Agencias-PUNTOporPUNTO

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