Más de la mitad (51%) de las niñas y niños menores de seis años que viven en México se encuentran en condiciones de pobreza, informó la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna).
- Constanza Tort San Román, encargada de despacho de la SE Sipinna nacional detalló que en el país hay 12.2 millones de niñas y niños menores en ese rango de edad, que representan 10% de la población total y poco más de 30% de la población de 0 a 17 años. Además, confirmó que este grupo es quien tiene menor acceso a la seguridad social.
- Según el balance anual 2021 de la Red por los Derechos de las Infancias en México (Redim) si se suma al análisis la perspectiva de género, “descubrimos que las niñas y las adolescentes vivieron más duramente los efectos de la pobreza”.
La precarización de las economías familiares, sumada a la pérdida de empleos derivada de la pandemia no hacen, sino agravar las condiciones de pobreza y pobreza extrema de niñas, niños y adolescente”, detalló la organización en su informe.
Ruta integral
Por otro lado, la Sipinna informó el lanzamiento del escalamiento nacional de la implementación territorial de la Ruta Integral de Atenciones (RIA) en 21 estados, un paquete de servicios e intervenciones públicas requeridas para garantizar el desarrollo integral de los menores de edad en el país.
“Se han diseñado diversas herramientas para la implementación territorial, entre ellas, la plataforma de acompañamiento ‘Territorios por la Primera Infancia’ con contenidos acerca de la importancia de este grupo de población, y la ‘Caja de Herramientas’ que es un documento complementario a la Enapi y que propone diversos pasos para guiar la implementación a nivel estatal y municipal, así como un mecanismo de seguimiento y acompañamiento permanente a los equipos en el territorio”, indicó la Sipinna.
Niños que dejan de jugar para trabajar
- El 51% de las niñas y niños menores de 6 años que viven en México se encuentran en condiciones de pobreza y son los padres quienes comparten esa desgracia con sus hijos, los hacen partícipes y hasta responsables, así que los ponen a trabajar; pareciera que sus padres aplican sus conocimientos de psicología avanzada, ya que a través del chantaje emocional avientan por delante a sus hijos para dar lástima, para exponer su desgracia o su extrema pobreza.
Oswaldo, uno de los niños sale diario a trabajar para sobrevivir
Así conocimos a Oswaldo, un pequeño de tan solo 6 años que en un crucero de Viveros daba marometas en los altos con su madre y corría por los coches pidiendo monedas.
- Su mamá, muy consciente, nos dijo que el pequeño no solamente hace eso, también ayuda a su papá a vender papas en la Lagunilla y atiende mesas en el mercado, pareciera que es su mejor inversión al haber sido padres.
- Los primeros conocimientos de Oswaldo en matemáticas los obtuvo en la calle, contando el cambio que recibe por su trabajo, un poco de educación física brincando y haciendo malabares con antorchas de fuego en el cruce peatonal y algo de expresión corporal en el momento de pedir dinero; esa es la educación y conocimientos que ha recibido de sus padres.
Trabaja desde los 5 años y está consiente a qué se debe su actividad diaria, pues en su casa no hay ni para comer.
Platicando con su mamá dice que está consiente de que la gente la ve feo porque lo tiene trabajando, que el niño corre el riesgo de ser atropellado, ante ello responde “pero, qué hago, ni modo de dejarlo solo en la casa”.
Como este caso, hay más de 3 millones de infantes entre 5 y 17 años que realizan algún trabajo no permitido.
Autoridades buscan combatir trabajo infantil en CDMX
Autoridades como el DIF se acercan a estos casos y tratan de apoyar a la familia. El mayor número de niños que trabajan se ubican en alcaldías como: Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Iztapalapa y Gustavo A Madero.
- Los abordan en brigadas que vigilan las calles, los llevan a un módulo u oficina del DIF hablan con las familias, les dan un taller de buena crianza, en donde le explican que el niño no puede estar trabajando por los riesgos que corre en esos espacios.
- Luego se hace visita a domicilio para revisar sus condiciones de vida y ahí se determina si lo que la familia presenta es una extrema pobreza o la presunción de un delito, cuando el trabajo lo realizan en casa se comprueba que el pequeño no presente maltrato físico o sicológico.
Se le informa a la familia que se les va a apoyar de manera integral, empiezan por darles atenciones médicas, odontológicas, apoyos alimenticios, despensa por integrante de familia y los padres adquieren un compromiso con la institución de que pueden salir a trabajar, pero que no deben llevarse a la niña o al niño a que les acompañe. Queriendo mitigar los daños de la pobreza es un avance para evitar que los niños sean expuestos al trabajo infantil.
Al final, Oswaldo nos contaba que le gusta trabajar, pero le gusta más jugar, tan solo bastaba verlo brincotear en los altos, mientras pedía dinero, o cuando el semáforo cambiaba a verde y corría a las jardineras a jugar un poco.
- Se trata de que el trabajo no interrumpa su niñez, sin embargo, en una edad de adolescencia algunos niños desean trabajar y resulta que “sí es posible»; la Ley Federal del Trabajo establece que los menores pueden trabajar a partir de los 14 años y hasta los 16 años con una jornada de tan únicamente 6 horas, no más.
- Por supuesto, como cualquier otra persona, con un contrato por escrito, derecho a la seguridad social y un salario mínimo. Por parte del empleador, tiene que hacer un análisis médico a los menores que están trabajando con él y cerciorarse de que el menor siga estudiando y cuente con el permiso de los padres; solo así se puede trabajar de los 14 a los 17 años.
Sin duda el trabajo infantil lleva una carga de pobreza, de dolor, de necesidad y a pesar de ello, un niño no debería de trabajar y ante esa vida no podemos juzgar, pero el país sí debería trabajar más por la niñez que pierde su dignidad y sus derechos trabajando.
Trabajo infantil continúa afectando después de pandemia
Todos los días, sin excepción de los fines de semana, Ariadna de 12 años se levanta a las cuatro de la mañana para, junto con sus papás, acudir a la Central de Abastos y surtir los dos puestos de frutas y verduras que tiene su familia en un mercado de la alcaldía Gustavo A. Madero. Uno de los puestos lo atiende su papá y en el otro permanecen su mamá, ella y su hermana de 5 años hasta las cuatro de la tarde.
Aunque en 2020, Ariadna cursaba sexto de primaria, tanto su mamá como su papá no pudieron seguir la pista de las clases en línea que la pequeña originaria de Tula, Hidalgo, tomaba desde un celular Android, así que decidieron darla de baja de la escuela y apuntarse hasta el ciclo escolar en el que ya tuviera clases presenciales. Finalmente Ariadna aprende matemáticas con las cuentas que le hacen a los clientes del puesto, dice su mamá.
- 1.57 millones de niñas, niños y adolescentes se han integrado a las filas del trabajo infantil desde que inició la pandemia por COVID-19, de acuerdo con calculos de Redim
- Cálculos elaborados por la Red de los Derechos de la Infancia (Redim) apuntan que en el país hay aproximadamente 1.57 millones de niñas, niños y adolescentes que, como Ariadna, se han integrado a las filas del trabajo infantil desde que inició la pandemia por COVID-19.
Además de hacer las cuentas de los “marchantes”, Ariadna tiene que limpiar y acomodar la mercancía del local, vigilarlo y apoyar a su mamá en el cuidado de su hermanita quien no ha cursado el preescolar. No se trata de falta de interés porque las pequeñas asistan a la escuela, afirma su mamá, sino la imposibilidad de apoyar a su hija con educación a distancia, adquirir el equipo tecnológico para tomar las clases y al mismo tiempo atender el negocio.
En ese sentido y tomando en cuenta que por cada punto de pobreza adulta, el trabajo infantil aumenta 0.7 por ciento se calcula que hay 5.77 millones de niños, niñas y adolescentes que trabajan actualmente en el país, si se suman con los que ya estaban reportados en esta situacion de acuerdo con los datos del INEGI en 2017.
El Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) advierte que el trabajo infantil puede tener consecuencias negativas para niños, niñas y adolescentes al interferir en su educación y en salud mental y física, la cual puede llegar a afectar su productividad en la vida adulta.
- En el mismo mercado en el que Aridna trabaja junto con su familia todos los días, Edwin de 14 años trabaja de mesero en el local de venta de barbacoa los fines de semana propiedad de su abuela. Por trabajar desde las seis de la mañana, hora en la que abren el local, hasta las tres de la tarde, el menor recibe 150 pesos más las propinas que se reparten entre él y los otros cinco meseros.
“Sí voy a la escuela de lunes a viernes pero a veces me aburro, no me gusta tanto ir, yo quisiera venir todos los días acá con mi abuelita y trabajar siempre para ganar más dinero”
Edwin, 14 años
Redim advierte que estos niños, niñas y adolescentes podrían estar expuestos a explotación, trata de personas y trabajo forzado si no se adoptan acciones puntuales y focalizadas para los grupos poblacionales con mayor vulnerabilidad.
Inseguridad alimentaria y trabajo infantil
Además de que los niños, niñas y adolescentes se han tenido que integrar a las labores, los hogares a los que pertenecen reportan las consecuencias más negativas de la pandemia por COVID-19 como la disminución de sus ingresos, pérdida de puestos de trabajo, hasta los niveles de seguridad alimentaria.
- En octubre de 2021 se reportaba que 59 por ciento de los hogares con niñas, niños y adolescentes tuvieron una reducción en sus ingresos, un porcentaje superior al 45 por ciento reportado en donde no hay menores, así como al 53 por ciento nacional, de acuerdo con la Encuesta sobre los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares con Niñas, Niños y Adolescentes en la Ciudad de México (ENCOVID-19), elaborada por la UNICEF y el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) el año pasado.
- También los hogares con estos integrantes han presentado sistemáticamente menores niveles de seguridad alimentaria, de acuerdo con la encuesta en octubre de este año eran 21 por ciento de estas familias con seguridad alimentaria, frente al 41 por ciento sin población de cero a 17 años.
La UNICEF dice que un programa enfocado en menores de edad, debería garantizar que todos los niños estén sanos y bien alimentados, proporcionarles agua, saneamiento e higiene, facilitar su aprendizaje y ayudar a las familias a cubrir sus necesidades y el cuidado de sus hijos, entre otros puntos./Agencias-PUNTOporPUNTO