El año pasado, las detenciones de mujeres mexicanas en el mundo por tráfico de drogas aumentaron 260 por ciento con respecto a 2021, al pasar de 82 arrestos a 296, la mayoría de las cuales se llevaron a cabo en ciudades de Estados Unidos, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
- Los datos, basados en la asistencia que los consulados mexicanos brindan a los connacionales cuando son detenidos en el exterior, arrojan, además, que hasta diciembre pasado, un total de tres mil 427 mujeres mexicanas permanecían en cárceles extranjeras por delitos contra la salud, frente a las tres mil 18 que, de acuerdo con estimaciones de organizaciones como EQUIS Justicia y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA por sus siglas en inglés), hay actualmente en prisiones federales y estatales de México por el mismo delito.
- “Cientos de mujeres son reclutadas cada año por los grupos de narcotraficantes para transportar la droga al creciente mercado consumidor en Estados Unidos, y cada vez más de Europa, muchas de ellas logran esquivar los controles internacionales a cambio de un sustento para su familia, pero muchas más son detenidas y encarceladas a miles de kilómetros de sus lugares de origen y sobre todo de su familia”, dijo Aimée Vega Montiel, académica del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.
En entrevista con El Sol de México, la también activista a favor de los derechos de las mujeres, agregó que cada vez más, las mexicanas se insertan en los circuitos del tráfico de estupefacientes como consumidoras, vendedoras al menudeo y transportistas nacionales e internacionales, incluso al interior de las prisiones, tras ser detenidas.
“Las mujeres ocupan los eslabones más bajos de la cadena delictiva. Se desempeñan principalmente como cultivadoras, recolectoras, vendedoras al menudeo, correos humanos, es decir las famosas mulas o burreras, e introductoras de drogas a centros de reclusión. Es decir, con pocas excepciones, fungen como mano de obra fácilmente reemplazable de las redes criminales transnacionales”, dijo Vega Montiel.
- Según la especialista, ocho de cada 10 personas que transportan cápsulas de cocaína y heroína en el estómago son mujeres.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), coincide en su informe sobre Mujeres privadas de la libertad por delitos de drogas, en que las circunstancias económicas son la principal causa de que las mujeres mexicanas se involucren en el tráfico y venta de estupefacientes, aunque cada vez más, lo hacen a partir de sus relaciones familiares o sentimentales, ya sea como novias, esposas, madres e hijas.
“La mayoría de estas mujeres proceden de los estratos sociales más marginados y socialmente excluidos, y no cuentan con los medios económicos ni con el conocimiento legal o el capital social para proveerse de una defensa legal adecuada. Asimismo, una vez que son aprehendidas, las mujeres en reclusión suelen ser abandonadas a su suerte y dejadas en un estado de indefensa plena. Dicha situación se agrava en los casos de mujeres extranjeras”, subraya el informe publicado en 2019.
- De acuerdo con las estadísticas de la SRE, Estados Unidos es el país que más mexicanas relacionadas con drogas detuvo el año pasado con 286 de las 296 que fueron arrestadas en todo el mundo, seguido por España con cuatro, Guatemala con dos y Colombia, Alemania, Perú y Argentina con una, respectivamente.
El Paso y MC Allen, fronterizas con México, son las ciudades estadounidenses con mayor número de detenciones de mexicanas el año pasado, 38, seguidas por Los Ángeles y Nueva York con 17 y 16 respectivamente, aunque prácticamente en toda la Unión Americana hubo detenciones, de acuerdo con las cifras de la cancillería. En su mayoría se trata de mujeres de entre 25 y 36 años de edad procedentes de estados de la República con fuerte presencia del narcotráfico como Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Chihuahua y Tamaulipas.
¿Villana o víctima? El papel de las mujeres en el narcotráfico latinoamericano
Una de las formas más efectivas en la llamada Guerra contra las Drogas para justificar la violencia es estereotipar a sus enemigos, los distintos actores del tráfico de drogas. Estos “señores de la droga”, “capos” y “reinas de la cocaína” amenazan la estabilidad de los barrios de clase media, aterrorizan a pueblos sin nombre y corrompen a niños inocentes.
- De este modo, el narcotráfico se convierte en un asunto en blanco y negro y la guerra contra las drogas en una cruzada moral. Sin embargo, este tipo de etiquetas no dan cuenta de las complejas historias y circunstancias específicas que explican la presencia de la mayoría de las mujeres en el tráfico de drogas.
- Mientras que los estereotipos de la guerra contra las drogas se basan en la simplicidad y la claridad moral, las mujeres de América Latina tienen una relación intrínsecamente compleja con las drogas ilícitas, caracterizada por los hilos entrelazados de las políticas punitivas, la vulnerabilidad socioeconómica y la desigualdad de género.
Desde la década de 1980, las mujeres de América Latina se han involucrado más en los mercados de la droga, normalmente desempeñando papeles de bajo nivel y no violentos como último eslabón del sistema. En muchos casos, estas mujeres actúan como “microtraficantes” y venden pequeñas cantidades de drogas, o se dedican a transportar sustancias ilícitas dentro y fuera de las fronteras del Estado por encargo de actores más poderosos.
En todo el mundo, especialmente en el norte global, devoramos y exigimos la narrativa de los “señores de la droga”: los visitantes acuden en masa a los tours de Pablo Escobar y Griselda Blanco es protagonista en una nueva miniserie de Netflix. Sin embargo, la realidad de las mujeres del narcotráfico cuenta una historia totalmente diferente, más humana, marcada tanto por su decisión propia como por la desventaja, situada en un contexto de patriarcado.
- La doctora Corina Giacomello, investigadora de la Universidad Autónoma de Chiapas en México, describe la naturaleza de la participación de las mujeres en el narcotráfico: “Sin querer desestimar la decisión de las mujeres en la perpetración de delitos -que suele enmarcarse en contextos de victimización de género y situaciones socioeconómicas adversas-, sin embargo, son las estructuras patriarcales y la violencia de género las que condicionan la participación de las mujeres en actividades delictivas”.
Aunque nuestro conocimiento de la relación de las mujeres con las drogas y el narcotráfico ha evolucionado enormemente en los últimos años, sus antecedentes siguen siendo muy variados. Las experiencias de las mujeres suelen estar marcadas por una serie de vulnerabilidades -marginación económica y social, racismo y xenofobia-, pero también pueden incluir momentos de lo que parece ser decisión propia u oportunismo.
Sin embargo, suelen experimentar relaciones y formas de exclusión social que influyen en su participación en el tráfico de drogas. Para muchas, las parejas masculinas son su puerta de entrada a la delincuencia de bajo nivel, donde las mujeres les ayudan en el comercio, buscando ser “buenas” esposas o novias.
- La violencia de género, tanto de las relaciones sentimentales como de los traumas de la infancia, también puede ser un desencadenante de la delincuencia. Las mujeres que cometen delitos de drogas de bajo nivel son una población compleja que escapa a las explicaciones directas, lo que se hace infinitamente más difícil por su falta de visibilidad en la sociedad.
Sin embargo, en general, las mujeres que se dedican al tráfico de drogas proceden de entornos sociales desfavorecidos y realizan trabajos de alto riesgo en los niveles más bajos de la escala del crimen organizado, en una economía no regulada que está controlada predominantemente por hombres. Y, por supuesto, las mujeres que desempeñan estas ocupaciones vulnerables -como correos a pequeña escala, vendedoras de bajo nivel o transportistas- tienen más probabilidades de ser detenidas y encarceladas y de ser sometidas a todo el peso de la política punitiva en materia de drogas.
- Los correos de drogas y los microtraficantes son objetivos naturales de las fuerzas de seguridad; son fáciles de interceptar, sencillos de perseguir y, con frecuencia, objeto de extorsión. Estos casos están llenando rápidamente las cárceles de América Latina. Aunque el número de hombres en prisión por delitos de drogas (y en general) supera al de mujeres, el número de mujeres encarceladas por delitos de drogas en la mayoría de los países latinoamericanos está aumentando a un ritmo mayor. Una vez dentro del sistema de justicia penal, las mujeres siguen teniendo una experiencia de género única, ya que están sujetas de manera desproporcionada a la detención preventiva y a largas condenas, lo que causa estragos en sus familias y en las personas que dependen de ellas.
Según Coletta Youngers, Senior Fellow de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), “detrás de las estadísticas del rápido aumento del número de mujeres encarceladas por delitos de drogas en América Latina hay historias trágicas de mujeres, a menudo madres solteras, que acaban vendiendo pequeñas cantidades de droga o transportando drogas para poder poner comida en la mesa para sus hijos. No son las que obtienen grandes beneficios, pero son las más fáciles de detener y pueden pasar años entre rejas, con consecuencias devastadoras para sus hijos y familias”.
- Giacomello añade: “Considerar a estas mujeres como ‘traficantes’ no sólo seguirá empeorando las condiciones de las cárceles y separando a las familias -en particular a las hijas e hijos de sus madres privadas de libertad-, sino que también perpetuará la violencia contra las mujeres y su reproducción por parte de las estructuras del Estado.”
Políticas antidrogas son especialmente perjudiciales para las mujeres
En muchos países, las penas por “tráfico” de drogas son más duras que las impuestas por violación o asesinato, y las mujeres acusadas de delitos de drogas tienen muchas más probabilidades de permanecer en prisión preventiva que los hombres y ahí languidecer entre rejas durante meses o incluso años antes de que se demuestre su culpabilidad.
- Atrapadas en un agresivo sistema de criminalización, estas mujeres y su individualidad son borradas, por lo que es muy fácil ignorar las circunstancias únicas que hacen que el encarcelamiento sea particularmente severo para esta población.
- En promedio, las mujeres que están en las cárceles latinoamericanas tienen más probabilidades de ser madres, de tener más de tres hijos, de haberse convertido en madres en la adolescencia, y alrededor del 39% tienen parejas encarceladas.
- Las mujeres encarceladas -sobre todo las madres- sufren graves consecuencias emocionales y psicológicas, y sus hijos suelen enfrentarse a retos educativos y al estigma social.
Como recuerda Youngers: “Las historias de participación de las mujeres en el tráfico de drogas revelan circunstancias similares. Por ejemplo, Gaby, procedente de una comunidad indígena de México, transportaba cannabis dentro del país como forma de pagar los elevadísimos gastos médicos de su hijo, debido a una parálisis cerebral.
- La atraparon, la condenaron a 10 años de prisión y la liberaron después de siete. Su hijo tuvo que ingresar en una institución, mientras que su otro hijo estaba con unos parientes. Esa familia perdió 7 años juntos.
Gaby ha tenido que enfrentarse a tremendas dificultades para rehacer su vida, ahora con antecedentes penales, lo que le ha dificultado mucho la búsqueda de empleo. Su encarcelamiento no supuso ningún cambio en el tráfico de drogas, pero tuvo consecuencias devastadoras para Gaby y sus hijos”.
- Los estudios estiman que, dependiendo del país, entre el 35% y el 70% de las mujeres encarceladas están allí por delitos de drogas a pesar de que esta estrategia no hace nada por desbaratar los mercados de la droga.
Mapa del narcotráfico
Las fuertes disputas por el control del tráfico de drogas y otro tipo de delitos siguen generando una ola de violencia en México, mismo que ha provocado que la situación del crimen organizado sea difusa tras una serie de fragmentaciones de estas estructuras criminales, aunque se mantienen las principales y las más antiguas organizaciones del narcotráfico.
- Pese a que las autoridades no han informado o actualizado algún documento oficial sobre el dominio estos grupos en cada uno de los estados, un reporte del Congreso de los Estados Unidos detalla la presencia y control de éstos en algunas de las entidades de la República Mexicana.
- Revelaciones difundidas en la filtración de documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), mejor conocida como Guacamaya Leaks, también han mencionado a otros grupos locales de los cuales no se tenía mayor información al respecto.
- De acuerdo con el documento “Mexico: Organized Crime and Drug Trafficking Organizations”, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) es la organización con mayor presencia en México, al dominar los estados de Jalisco, Colima, Aguascalientes, Querétaro, Nayarit y Baja California Sur.
- La organización que lidera Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, está presente en otros once estados: Baja California, Sonora, Chihuahua, Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, Estado de México, Morelos, Oaxaca, Veracruz y Tabasco. En algunas de estas entidades tiene una fuerte disputa con otros cárteles o grupos locales.
- El Cártel de Sinaloa (CDS) es otro de los grupos criminales que tienen mayor presencia en el territorio mexicano, aunque para Mike Vigil, ex agente de la Administración del Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), esta estructura criminal es la “más potente que existe en el mundo porque opera en seis de los siete continentes”.
Según el Congreso de los Estados Unidos, el también conocido como Cártel del Pacífico controla los estados de Sinaloa y Durango, mientras que tiene presencia en Sonora, Zacatecas, Chihuahua, Baja California y Quintana Roo.
- La organización que ahora lideran las facciones de Ismael El Mayo Zambada, Los Chapitos, Aureliano Guzmán Loera, alias El Guano, y Rafael Caro Quintero, mantienen una fuerte disputa con el CJNG en Sonora, Zacatecas y Baja Caja California, pero también lo hacen en Chihuahua con el Cártel de Juárez. En el sur del país se enfrentan con Los Zetas en Veracruz y Tabasco.
- El informe estadounidense señala que el Cártel del Golfo (CDG) tiene su base de operaciones en Tamaulipas, y aunque ya no domina alguna entidad, está presente en los estados de Nuevo León, San Luis Potosí, Coahuila, Oaxaca, Chiapas y Quintana Roo; se disputa el territorio con Los Zetas en el estado de Tamaulipas y Veracruz.
Este grupo criminal que fundó el narcotraficante Osiel Cárdenas Guillén, mismo que podría salir de prisión en agosto de este 2023, tiene alianzas en algunos estados de México con el CJNG, apunta el documento del Congreso.
- El CDG se ha fragmentado de sobremanera por lo que algunos analistas ya no la consideran como una organización unificada, sino en varias facciones como Los Escorpiones, Los Cilcones, Los Rojos, Los Metros y Las Panteras, las cuales también tienen una fuerte disputa entre ellas.
Según el informe publicado en junio del 2022, el Cártel de los Beltrán Leyva tampoco domina alguno de los estados luego de sufrir “una serie de reveses a manos de las fuerzas de seguridad, comenzando con el asesinato de Arturo Beltrán en 2009, y seguido de cerca por el arresto de Carlos Beltrán Levya”. Sin embargo, tienen presencia en Baja California, Baja California Sur, Sinaloa, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Estado de México, Puebla, Oaxaca y Chiapas.
- Los Zetas, organización que fue el brazo armado del CDG y que estaba conformado por desertores militares mexicanos, está presente en Tamaulipas, Nuevo León y Zacatecas, entidades donde tiene una fuerte disputa con el CJNG y el Cártel del Golfo. También se han identificado sus operaciones en los estados de Oaxaca y Quintana Roo.
Además del tráfico de drogas como la heroína y cocaína, a esta organización se le conoce por el robo de hidrocarburos, tráfico de migrantes y otro tipo de delitos. A Los Zetas se les considerada como una estructura criminal de “extrema violencia”.
- De esa organización se desprendió el Cártel del Noreste, “una versión renombrada del núcleo tradicional de Los Zetas”, la cual tiene presencia en Tamaulipas, Nuevo León, Zacatecas, Oaxaca y Quintana Roo, señala el documento.
- En tanto, el reporte del Congreso de la Unión Americana precisa que Los Caballeros Templarios, Los Viagras y La Familia Michoacana están presentes en el Estado de México, Guerrero y Michoacán.
- En algunas regiones de estas entidades y ante la llegada del CJNG, estos grupos y otros formaron una alianza para combatir a la organización de El Mencho, misma que se autonombró como Cárteles Unidos.
El documento estadounidense señala que Los Rojos, organización disidente del Cártel de los Beltrán Leyva, tienen presencia en los estados de Morelos y Estado de México.
- El Cártel de Tijuana, también conocido como el de Los Arellano Félix, domina el municipio fronterizo de Tijuana, mientras que el Cártel de Juárez ―Carrillo Fuentes— lo hace en Ciudad Juárez, Chihuahua.
- El mapa del narcotráfico no considera a las organizaciones generadoras de violencia como el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL), Guerreros Unidos, el Cártel de San Luis Potosí Nueva Generación (CSLPNG), Los Alemanes y Cártel Unido de la Huasteca, estos dos últimos dados a conocer por los documentos filtrados de Guacamaya Leaks.
- Pese a que estos grupos no figuran en el mapa criminal de los EEUU, Mike Vigil detalló que es de suma importancia para las autoridades mexicanas combatir a los pequeños grupos del centro del país, como Guerreros Unidos, entre otros.
“Hay algunos que van empezando, pero es bueno que sean atacados ahora que no son tan potentes y no dejarlos crecer como el de Jalisco o el de Sinaloa”, comentó./PUNTOporPUNTO