AGENCIAS
La calidad y cantidad de obras de Rosario Castellanos no tiene parangón en la historia de la cultura mexicana, afirmó Laura Guerrero Guadarrama, académica del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana.
Aseguró que Castellanos fue una mujer adelantada a su época, preocupada por tratar el desnivel e injusticia entre hombres y mujeres, así como la relación entre víctima y victimario.
En el marco del 40 aniversario luctuoso de la novelista, poetisa, promotora cultural y diplomática mexicana, consideró que su obra se sitúa al mismo nivel de calidad que la de Sor Juana Inés de la Cruz.
Recordó que las dos grandes preocupaciones de la autora de obras como “Balún Canán” u “Oficio de tinieblas” fueron la mujer y el indígena, y una de sus grandes aportaciones fue la reflexión sobre el papel de la mujer y la desacralización de muchos mitos e ideas preconcebidas sobre el género femenino.
“En un homenaje a Rosario Castellanos, José Emilio Pacheco expresó que no hubo otra mujer con mayor comprensión del doble dilema de lo indígena y lo femenino», apuntó la académica.
A Castellanos “le preocupaba que las mujeres mexicanas no se dieran cuenta de su papel en la conservación de ciertos prototipos y modelos que propician la desigualdad entre hombres y mujeres”, apuntó Guerrero, al asegurar que de vivir actualmente la poetisa estaría seriamente preocupada por la violencia contra la mujer.
Vocera de un feminismo no beligerante, Rosario Castellanos buscaba la igualdad entre hombres y mujeres, como retrató en sus primeros relatos, en los que mostraba a lo femenino en desventaja con lo masculino en la sociedad mexicana.
“Sus relatos son muy contemporáneos de su tiempo, eran existencialistas en la línea de Jean-Paul Sartre, y utilizaba el humor y la ironía de forma sensacional para destronar certezas y jugar con las ideas”, añadió la investigadora en un comunicado.
Expuso que su tesis sobre cultura femenina, con la que se tituló como filósofa, tuvo mucha relevancia entre las feministas de los años 70 y 80, al tocar temas como la repetición del discurso logofalocentrista y recopilar conceptos de grandes pensadores que cargaban prejuicios contra la mujer, como Santo Tomás o Arthur Schopenhauer.
Recomendó revisitar su obra de teatro “El eterno femenino”, que sólo se montó una vez, y aún incomprendida esta pieza fársica somete todos los patrones preconcebidos a la risa y al humor, pues expone a la crítica del público elementos como el matrimonio de blanco o la noción de una Sor Juana Inés de la Cruz presentada como casi una santa.
Guerrero Guadarrama explicó que Rosario Castellanos fue impulsora de lo que se podría llamar “neoindigenismo”, un indigenismo reflexivo, crítico, sociológico y antropológico basado en el conocimiento cierto de las culturas indígenas, lejos de maniqueísmos.
“Ni el blanco es malo ni el indígena es el bueno por ser el sometido. Lo que propone Rosario Castellanos son diferentes acepciones de las cosas y cómo existe una incomprensión entre las dos culturas, una seducción víctima-victimario”, concluyó la académica.