Contrario al discurso presidencial, que asegura que el narco no domina ninguna parte del territorio nacional, un informe realizado por obispos mexicanos asegura que el crimen organizado sí controla zonas del país. En entrevista con Proceso, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, explica detalles de ese reporte que entregarán al papa Francisco y alerta del riesgo que representan “las mentiras de las autoridades”. Además, llama al presidente López Obrador a un diálogo que busque pacificar México.
A unas semanas del primero de tres encuentros que los obispos de México tendrán con el papa Francisco en el Vaticano, a finales de abril y julio próximos, a quien le entregarán un informe de la situación de la violencia e inseguridad en el país, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, afirma que el crimen organizado ha avanzado tanto hasta tener control de ciertas partes del territorio nacional y colusión con autoridades de todos los niveles de gobierno.
Contrario a los dichos del presidente Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que los cárteles de la droga no dominan regiones del país, como sí lo afirmó el jueves 23 el secretario de Estado de EU, Antony Blinken, ante el Senado de su país, el obispo de Michoacán asevera que el control y la violencia ocurre sobre todo en las zonas limítrofes del país y entre los estados.
“Desde mi experiencia el tema se agudiza en las fronteras. Si lo queremos ver como país, el problema más fuerte lo tenemos en la frontera con Estados Unidos o en la frontera con Centroamérica. Y si lo queremos ver en el interior, hay un tema gravísimo entre la frontera de Jalisco y Michoacán, entre Guanajuato y Michoacán, la frontera entre Guerrero y Michoacán; ahí se ve la polémica. Si uno sale de su pueblo, de su tierra donde está viviendo para atender un compromiso, no sabes qué pueda pasar en el transcurso del día cuando vas por la frontera.
- La “interlocutora”: El obispo michoacano dice que tuvo mucha esperanza con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia, pues, pensó, que se podría avanzar en la formación del Consejo Nacional para la Construcción de la Paz y la Reconciliación y ofrecer alternativas para enfrentar la violencia e inseguridad que padece el país.
Pero asegura que no se ha logrado avanzar con el jefe del Ejecutivo y únicamente se ha logrado mantener contacto y el diálogo con funcionarios de la Secretaría de Gobernación.
“He tenido tres encuentros con el presidente López Obrador, pero siempre dice que va a mandar a Beatriz, (Gutiérrez, su esposa). Esa es la respuesta que da para los obispos católicos cuando le pedimos algo. Nos contesta: ‘Les voy a mandar a mi esposa’, porque la ha tenido como interlocutora con la Iglesia católica. Pero ella no opera, lo único que dice es ‘yo le paso su saludo al presidente´”, explica el obispo.
- El daño de la mentira: Además de este avance territorial del crimen organizado el arzobispo de Morelia destaca una situación que se ha hecho evidente en medios de comunicación y en redes sociales, pero que desde los gobiernos no se quiere reconocer: la colusión entre las autoridades con la delincuencia organizada.
“Ahí comienzan los intereses económicos, las descalificaciones por la obtención de beneficios o de curules, de encargos públicos, se va haciendo más aguda la situación de descalificaciones, de agresiones uno con otros de manera pública”.
–Por lo que dice, están avanzando los grupos del crimen organizado en dos áreas: la territorial, controlando más territorio, como lo dicen ahora el propio gobierno de Estados Unidos, y también esta colisión, el crimen organizado está avanzando en la política.
–Bueno, no en la política propiamente; está avanzando en los intereses de país. No es que el político sea el que está coludido o favoreciendo la impunidad, sino que la delincuencia organizada está avanzando y tiene vínculos con los empresarios, tiene vínculos con el sector salud, con las autoridades federales, estatales y municipales.
“Esos vínculos, que todos los niegan y que se hacen manifiesto en los diferentes medios de comunicación social o en las redes sociales, esa parte es un camino hacia la desintegración de la persona y hacia la desintegración de la sociedad. Lo más grave para mí, que está sucediendo hoy en nuestro país, es que no creemos en nadie; todos ridiculizamos lo que el otro dice, y eso es muy triste y muy lamentable, y nos está destruyendo”, advierte el obispo.
Agrega que otro elemento que genera violencia social son las mentiras de las autoridades.
- Esperanza del diálogo: En sus largos recorridos por las zonas más peligrosas del centro y sur del país, el obispo Garfias encontró retenes de policías y militares, y algunos otros que no identificaba.
En alguno de estos puestos militares fue detenido e interrogado, ante lo cual rer clamó a los soldados por impedir el libré tránsito. Recuerda que la presencia de los militares no cambiaba la situación de violencia e inseguridad en esas zonas, pues mucha gente, al salir de sus pueblos, podría quedar en medio de confrontaciones armadas surgidas de la nada, con la incertidumbre de no saber si llegarían a su destino.
-Hace un momento hablaba que, desde que empezó este gobierno, hubo reuniones donde se hicieron propuestas de pacificación. ¿Qué ha pasado en este gobierno? -A mí me dio mucha esperanza cuando López Obrador empezó a plantear que iba a hacer un foro de consulta por todo el país, para que toda la sociedad pudiéramos aportar qué hacer para construir la paz y la reconciliación.
Me dio muchísima esperanza, me invitaron a participar y a donde me llamaron fui. Estuve participando en nuestros foros, escuché y por ejemplo participé de lleno en Michoacán. Una de las grandes sugerencias, y que a la fecha sigo pensando que sigue siendo una opción muy importante, es la del Consejo Nacional para la Construcción de la Paz y la Reconciliación.
Ese Consejo no ha acabado de cuajar, tres o cuatro veces hemos acordado con el presidente de la República de que se va a proclamar y se va a institucionalizar y no se ha dado».
El arzobispo de Morelia ha insistido en acercarse a López Obrador para retomar la propuesta de instalar el Consejo para la Paz, la ultima vez que lo encontró fue en el municipio de Túxpan, Michoacán, cuando el presidente fue a hacer una visita al IMSS Coplamar que tenía en el pueblo.
«Esa vez me dijo, deja que pase mi aniversario, no recuerdo el primero o el segundo, para anunciar el Consejo Nacional para la Construcción de la Paz y la Reconciliación. Van dos o tes años y nada».
México tiene 9 de las 10 ciudades del mundo con mayor tasa de homicidios
México tiene un enorme problema con la violencia. Excluyendo territorios en guerra y Estados fallidos, el país centroamericano tiene 17 de las 50 ciudades con mayor tasa de homicidios del mapa del mundo, ocupando casi por completo el podio —9 de las 10 primeras posiciones— de las urbes que más sufren esta lacra.
Colima, capital del estado con el mismo nombre, es la ciudad con más violencia de México y del mundo, con una tasa de homicidios de 182 por cada 100,000 habitantes. La ciudad ha estado luchando contra el terror del narcotráfico durante años, siendo escenario de numerosos enfrentamientos violentos entre carteles rivales. Zamora, también en el suroeste del país, ocupa el segundo lugar en la lista, con una tasa de homicidios de 178, seguida de Ciudad Obregón con 138.
La violencia en México, que en 2021 dejó más de 33.300 asesinatos, no está distribuida uniformemente por todo el mapa del país. De hecho, la mayoría de las ciudades y estados más violentos se encuentran en la costa del Pacífico y en la frontera oriental con Estados Unidos. Allí se encuentran las rutas más importantes para el tráfico de drogas y personas, lo que ha llevado a una importante presencia de grupos criminales en la zona, los conocidos carteles.
Existen tres grandes espacios con implantación de los carteles y la violencia en el mapa de México. El primero y más complejo y violento enlaza las rutas de narcotráfico que recorren la costa del pacífico con áreas rurales montañosas del interior donde se producen drogas. Este área cubre los estados de Colima, Michoacán y Guanajuato, aunque sus dinámicas llegan hasta Zacatecas y Morelos.
El segundo espacio son los estados de la frontera con Estados Unidos, pero no toda la frontera, solo la mitad oriental, allí donde no hay una barrera natural como el río Bravo y si un extenso desierto poco poblado y difícil de vigilar. Así, Baja California, Sonora y Chihuahua son espacios clave para introducir drogas y personas en EE.UU., dando como resultado ciudades con muchos homicidios relacionados con estas actividades ilegales como Ciudad Obregón, Tijuana y Ciudad Juárez (que fue durante muchos años la ciudad más peligrosa del mundo).
El tercer espacio son ciudades turísticas costeras, como Cancún, Acapulco, en cierta medida Ensenada y cada vez más el área de Los Cabos. En principio eran espacios seguros lejos de las rutas de producción y contrabando en México, pero la presencia de turistas de alto poder adquisitivo y la instalación en ellas de las élites de los narcos ha llevado a estos lugares los ajustes de cuentas y la violencia habituales en otras partes del mapa mexicano.
La violencia en México no solo afecta a las ciudades, sino que también penetra en al mapa del país hasta las zonas rurales. Los agricultores y los trabajadores rurales son particularmente vulnerables a la violencia debido a su ubicación remota y a menudo aislada. Además, la falta de presencia gubernamental en estas zonas significa que los grupos criminales pueden operar con relativa impunidad.
La lucha contra la violencia en México ha sido un tema recurrente en la política del país. La guerra contra el narcotráfico iniciada del expresidente Felipe Calderón en 2006 para tratar de controlar la violencia sirvió para fracturar los carteles e iniciar conflictos entre ellos por el control del territorio, aumentando aún más los homicidios. La actual administración de López Obrador ha prometido un enfoque más pragmático, basado en la creación de empleos y el desarrollo social para combatir la violencia, pero aún es pronto para ver los resultados.
Así es la narcoguerra entre los cárteles mexicanos
El Cártel de Sinaloa y el CJNG han sido identificados como los principales responsables de la importación de fentanilo y metanfetamina en los Estados Unidos, según informes de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés). Se tratan de dos organizaciones criminales transnacionales que tienen presencia en más de 40 países, por lo que también representan un inminente riesgo para la seguridad del país vecino.
- Lo cierto es que la disputa entre estos dos cárteles se puede ver reflejada en los múltiples enfrentamientos armados que ocurren en México, principalmente en los estados fronterizos como Baja California, Sonora, Coahuila, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, donde se encuentran rutas y puertos de entrada para el trasiego de drogas.
En algunas de estas entidades incluso se han desmantelado laboratorios clandestinos habilitados para la producción de drogas sintéticas. Reportes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) filtrados en Guacamaya Leaks y retomados por el medio Unión Jalisco, indican que el Cártel de Sinaloa opera en más de la mitad del territorio mexicano. No obstante, en ciertos estados se ha detectado la presencia de otros grupos criminales.
Baja California se mantiene bajo el asedio del Cártel de Sinaloa y el CJNG, debido a las rencillas que mantiene estos dos grupos criminales. A lo largo de 2022 se registraron 2 mil 995 homicidios (tanto dolosos como culposos), así como 3 mil 474 delitos contra la libertad personal, como secuestro o tráfico de menores.
Las confrontaciones entre estos dos grupos se han mantenido desde hace siete años (a partir de 2015). Los principales operadores del cártel de las cuatro letras en dicho estado son Rodolfo López Arellano, Cabo 30, y Ricardo Antonio Álvarez, Cabo 39.
En Chihuahua, el Cártel de Sinaloa ha protagonizado una cruenta confrontación con el Cártel de Juárez bajo uno de sus brazos armados: el grupo conocido como “Gente Nueva”. Sin embargo, también se ha reportado la presencia del CJNG al igual que otras 10 células criminales, según el Programa de Política de Drogas (PPD) del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
En la entidad gobernada por Maru Campos se reportaron 2 mil 057 homicidios en 2022, de los cuales mil 040 se perpetraron con un arma de fuego. Entre ellos destaca el asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, registrado en el poblado de Cerocahui en el mes de junio. Se presume que el responsable de este doble crimen era José Noriel Portillo, alias El Chueco, cabecilla de Gente Nueva, quien fue localizado sin vida en el municipio de Choix hace una semana.
- La batalla por Sonora: En tanto, en Sonora el Cártel de Sinaloa cuenta con un brazo armado para hacerle frente a otras organizaciones criminales. Se trata de Los Salazar, creado con la finalidad de confrontar al Cártel de Juárez bajo su célula “La Línea”. Entre sus principales actividades destaca el trasiego de drogas a Estados Unidos y el tráfico de migrantes.
Sin embargo, en Sonora opera otro grupo delictivo que desde 2020 ha logrado ganar territorio: el Cártel de Caborca, liderado en su tiempo por Rafael Caro Quintero, el “Narco de narcos” que fue recapturado en julio del año pasado. La ola de violencia en este estado dejó mil 757 víctimas de homicidios en 2022.
- En Tamaulipas se registraron mil 189 homicidios durante los 12 meses del año previo. Si bien en esta entidad se ha reportado una fuerte presencia del Cártel del Golfo (presunto responsable del secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses a principios de marzo), reportes de inteligencia han indicado que también opera el Cártel del Golfo.
- Esta organización criminal ha formado alianzas con el CJNG para hacerle frente a Ismael El Mayo Zambada (líder del Cártel de Sinaloa) y así controlar el tráfico de fentanilo a EEUU, según reportes de Unión Jalisco. La Sedena, por su parte, ha identificado a otras siete células que se pelean entre ellas en Tamaulipas: Los Rojos, Los Metros, Los Ciclones, Los Pelones, Los Talibanes, Los Fresitas y Los Dragones.
A lo largo de 2022, en México se registraron 42 mil 879 homicidios dolosos y culposos a nivel nacional, según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC). Bajo ese contexto, el presidente López Obrador responsabilizó a los fabricantes de armas de Estados Unidos de las miles de muertes de mexicanos, pues gran parte del armamento que entra al país va dirigido al crimen organizado.
En ese sentido, el mandatario federal los causó de respaldar las campañas electorales de ciertos legisladores estadounidenses que han propuesto una intervención en México para combatir a los cárteles de la droga y el tráfico de fentanilo.
“Quienes producen las armas en Estados Unidos también apoyan para sus campañas a senadores y no quieren control de las armas, y nosotros ponemos los muertos. Exactamente, eso es todo”, aseveró López Obrador el pasado 26 de marzo./Agencias-PUNTOporPUNTO