CARNES procesadas y productos LÁCTEOS concentran Altos Niveles de CONTAMINACIÓN en PLÁSTICOS

Que los seres humanos estén bebiendo, comiendo y respirando micro y nanoplásticos puede afectar a su salud de dos formas: por la presencia de estas partículas extrañas en algunas partes del organismo y por los efectos de los aditivos químicos utilizados en la fabricación de estos materiales.

Un estudio reciente ha revelado niveles significativos de contaminación por productos químicos derivados del plástico en diversos alimentos, incluidas marcas reconocidas de comida rápida y productos básicos de cocina. La investigación, realizada por PlasticList, una organización independiente con sede en el área de la Bahía de San Francisco, analizó cerca de 300 productos alimenticios.

  • El informe, publicado el 28 de diciembre de 2024, detalla que productos de cadenas como Burger King, McDonald’s y Wendy’s, así como alimentos considerados más saludables, presentan niveles detectables de ftalatos.
  • Estos compuestos son utilizados en la fabricación de plásticos para conferirles flexibilidad y durabilidad. Los ftalatos han sido asociados con riesgos potenciales para la salud, como alteraciones hormonales y enfermedades cardiovasculares, según PlasticList.
  • Entre los productos con mayores concentraciones se encuentra el batido de vainilla de McDonald’s, que presentó niveles de hasta 4.500 nanogramos por porción, liderando tanto la categoría de bebidas como la de comida rápida.

Otros productos analizados incluyen la hamburguesa con queso de Shake Shack, ensaladas de Sweetgreen y el salmón ahumado de Whole Foods, según los resultados publicados en PlasticList.

Alimentos con más contaminación por plásticos según estudios

Fengqi You, profesor en la Escuela Smith de Ingeniería Química y Biomolecular de la Universidad de Cornell, explicó a Newsweek que la ingesta de microplásticos es un fenómeno emergente vinculado al uso masivo de plásticos en la era industrial. Agregó que este problema ambiental podría tener consecuencias aún desconocidas a largo plazo.

  • Además de los productos de comida rápida, el estudio identificó altos niveles de ftalatos en productos básicos como el arroz y la sal. Whole Foods Organic Long Grain White Rice contenía 2.240 nanogramos por porción, mientras que el queso mozzarella de la misma cadena presentaba 280 nanogramos por porción. Los resultados sugieren que incluso los alimentos etiquetados como orgánicos no están exentos de contaminación, de acuerdo con PlasticList.

Cómo afecta la contaminación por plásticos a la salud

  • Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) detalla que una persona puede ingerir hasta 5 gramos de plástico a la semana a través de alimentos y bebidas, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito. Este estudio señala que los microplásticos están presentes en alimentos comunes como el agua embotellada, la cerveza y los mariscos.
  • Envases plásticos y productos alimentarios: riesgos y estudios recientes. En otro informe citado por The Huffington Post, se identificaron más de 3.600 sustancias químicas provenientes de envases plásticos que han sido detectadas en muestras de sangre, orina y leche materna. Entre las sustancias más preocupantes están los bisfenoles y los ftalatos, conocidos por sus efectos disruptores del sistema endocrino.
  • Sherri Mason, especialista en sostenibilidad en la Universidad Estatal de Pensilvania Behrend, indicó a CNN que las sustancias químicas utilizadas en la producción de plásticos pueden transferirse a los alimentos durante el proceso de envasado. Mason señaló que el problema es de particular relevancia en productos sometidos a altas temperaturas, como comidas listas para el microondas.

Investigaciones en curso y hallazgos adicionales

Estudios recientes han detectado microplásticos en el agua potable y en el aire, lo que indica que la exposición a estas partículas no se limita únicamente a los alimentos. Investigadores de la Universidad de Nueva York han descubierto que los microplásticos se encuentran en el 93% del agua embotellada analizada.

  • Además, un estudio de la Universidad de Columbia reveló la presencia de partículas de plástico en muestras de placenta humana, lo que sugiere que estas sustancias pueden atravesar barreras biológicas. Los expertos señalan que los efectos completos de la exposición prenatal aún se desconocen, pero se están realizando investigaciones para determinar posibles consecuencias a largo plazo.

Legislación sobre contaminación plástica: medidas y propuestas

El potencial impacto de los microplásticos en la salud ha llevado a legisladores a considerar medidas regulatorias más estrictas. Iniciativas como la Ley para Liberarse de la Contaminación Plástica (Break Free From Plastic Pollution Act) han sido propuestas en el Congreso de Estados Unidos, aunque su aprobación dependerá del consenso bipartidista y del apoyo público, según detalla Newsweek.

Microplásticos invaden el mar y los alimentos

El plástico es un material inventado por el ser humano que ha pasado de no existir a estar desperdigado sin control por todo el planeta. Se han detectado micro y nanoplásticos en los océanos, en el aire, en la lluvia, en nuestra comida, en el agua que bebemos e incluso en nuestras células. Sin embargo, si siguen existiendo todavía muchos interrogantes sobre esta forma de contaminación y sus efectos, se debe en gran parte a la gran complejidad de investigar a una escala tan pequeña, con unos contaminantes de tan ínfimo tamaño.

  • Un estudio publicado ahora de la red de investigación Enviroplanet ha encontrado 89 veces más microplásticos (nanogramos por litro) en el agua de botella que en la de grifo de ciudades españolas.
  • Sin embargo, otra investigación de este mismo año del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) halló algo más en la de red que en la envasada, justo lo contrario.
  • Esta disparidad de resultados se debe, entre cosas, al empleo de métodos diferentes para detectar los micro y nanoplásticos que cubren distintos tamaños, pues hoy en día no existe una técnica homologada seguida por todas las investigaciones.

En la investigación de IDAEA-CSIC separan los micro y nanoplásticos con un equipo de ultrafiltración, los disuelven en tolueno y pasan la disolución por un espectrómetro de masas. Así encuentran qué tipos de polímeros hay en el agua y en qué cantidad.

Una nueva técnica desarrollada por investigadores de la Universidad de Columbia (EE UU) para detectar fragmentos de plástico cada vez más pequeños halló de media cerca de 100.000 partículas (la mayoría nano) en un litro de agua en botella de plástico, una cantidad muy superior a las estimadas hasta ahora.

  • Independientemente de la técnica empleada, está claro que estamos bebiendo plástico. Aunque el número de micropartículas sea muy alto, las concentraciones en masa de lo que ingerimos suelen ser bastante bajas.

Como recalca Roberto Rosal, científico de Enviroplanet, incluso tomando la medición más elevada de 1.600 nanogramos por litro de estas dos investigaciones recientes en España, para llegar a ingerir un gramo de plástico con vasos de esta agua habría que tomar 625.000 litros. Y si se considera la recomendación de beber tres litros de agua al día, para conseguirlo se necesitarían más de 570 años.

  • Ahora bien, hay que tener cuidado. Esto puede parecer una cantidad insignificante, pero aquí, de nuevo, el problema es justo lo pequeño. Como señala Marinella Farré, investigadora del IDAEA-CSIC, “cuanto más pequeño, más miedo me da”.
  • “Si es muy grande, me lo tragaré y seguramente estará un tiempo en el intestino, pero acabará saliendo. Pero si es pequeño o suficientemente pequeño, puede pasar a través de los tejidos y entonces absorberse en el organismo, quedándose ahí”.

Que los seres humanos estén bebiendo, comiendo y respirando micro y nanoplásticos puede afectar a su salud de dos formas: por la presencia de estas partículas extrañas en algunas partes del organismo y por los efectos de los aditivos químicos utilizados en la fabricación de estos materiales.

Estos fragmentos de plástico son cuerpos extraños que pueden provocar inflamación en la pared de las arterias.

  • Un estudio reciente publicado en New England Journal of Medicine concluyó que los pacientes con plásticos en la arteria carótida tenían 4,5 veces más riesgo de morir por un infarto o ictus.

Ya se han encontrado micro y nanoplásticos por toda la geografía humana: la sangre, la placenta, la lecha materna, el interior de las células… Esta misma semana una nueva investigación alertaba de otra zona donde se han detectado: los testículos.

  • Aunque todavía existen muchos interrogantes sobre cómo afecta esto a la salud, el estudio de la arteria carótida es uno de los primeros en vincular esta contaminación con enfermedades humanas.
  • Hacen falta trabajos experimentales que confirmen estas conclusiones, pues estas investigaciones siempre son complicadas por el riesgo de contaminación de estos plásticos de tamaño ínfimo en los propios laboratorios.

La amenaza invisible en nuestros cuerpos y el medioambiente

Según datos de la Agencia Europea de Medioambiente a partir de diversos estudios, cada año se vierte al medio ambiente del 2 al 4% de la producción mundial de plástico, entre 6 y 15 millones de toneladas; de unas 3 millones de toneladas de microplásticos primarios, la mitad va a parar al océano.

En los fondos marinos ya hay acumuladas más de 14 millones de toneladas, pero no hay lugar que no hayan invadido, desde la atmósfera a los polos, en las cumbres y en las fosas marinas. Su presencia es tan ubicua que, según un estudio, están penetrando en sedimentos lacustres anteriores a la época de los plásticos, con lo cual su presencia deja de ser un marcador geológico adecuado del Antropoceno, la era humana.

Microplásticos: de la comida, al cerebro

Lo que otras investigaciones están descubriendo es aún más alarmante. Los microplásticos están presentes en el aire, en el agua, en los envases de comida y bebida, y en la cadena alimentaria: pueden entrar por los organismos marinos, pero también las plantas los absorben del suelo, pasando a los animales que las comen. Un estudio de la Universidad de Victoria (Canadá) intentó estimar la cantidad de microplásticos que entran en nuestro cuerpo, una tarea ardua.

Los autores calcularon que solo en el 15% de la dieta ingerimos hasta 52.000 partículas al año, que aumentan a 121.000 con el aire inhalado. Pero admitían que esto es una subestimación, y que probablemente la cifra total real esté en el rango de cientos de miles.

O mucho mayor: otro estudio del Trinity College de Dublín estimó que los bebés pueden ingerir un millón de partículas al día en los biberones de plástico, donde se liberan al calentarlos.

  • En 2018 se detectó por primera vez la presencia de microplásticos de hasta nueve tipos en las heces humanas —también en las de bebés—, y se ha encontrado una mayor presencia en las personas con enfermedad inflamatoria intestinal, sobre todo cuanto más acusados son los síntomas.
  • Con todo, si se expulsaran tal cual se ingieren, sería menos preocupante. Pero no es el caso: los absorbemos. Diversos estudios los han descubierto en la sangre, en la placenta, en la leche materna y en diversos órganos. Y como además los inhalamos, también llegan a lo más profundo de los pulmones.

Más llamativo aún es lo que encontró un grupo de investigadores de la Universidad Médica de Viena, la de Debrecen en Hungría y otras instituciones, cuando administró oralmente micro y nanoplásticos —los que son menores de 0,001 milímetros— a un grupo de ratones:

  • Solo dos horas después de la ingesta, estos materiales se encontraron en el cerebro de los animales. Otros estudios similares han confirmado la detección de microplásticos en el cerebro de los ratones y su diseminación por todo el organismo.
  • Pero dado que el cerebro está protegido por la barrera hematoencefálica que filtra lo que le llega desde la sangre, como el estricto control de seguridad de un aeropuerto, ¿cómo llegan allí los microplásticos?

Se ha descrito que ciertas moléculas del entorno pueden adherirse fuertemente a las partículas plásticas, formando lo que se llama una corona. Los investigadores descubrieron que las partículas de un cierto tamaño con una corona de colesterol —un lípido esencial en las células— podían cruzar la barrera. /Agencias-PUNTOporPUNTO

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