Buscan en Iguala a 450 desaparecidos; localizan 105 cuerpos

Redacción

En la ciudad de Iguala, donde desaparecieron los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014, hay además, por lo menos, otras 450 personas desaparecidas cuyos familiaresemprendieron la búsqueda a partir de esa trágica fecha.

Esta “escalofriante” realidad fue expuesta por Citlali Miranda Mayo, unapsicóloga que se ha dedicado en el último año a coordinar la búsqueda y a orientar a los familiares de “los otros desaparecidos” de Iguala.

En entrevista telefónica con Adela Micha en Grupo Imagen Multimedia, se refirió a la segunda etapa de búsqueda de las personas desaparecidas, que comenzó el domingo pasado después de un impasse impuesto por la temporada de lluvias.

Confirmó que hasta ese domingo han rescatado 105 cadáveres en 60 fosasque se han localizado en los cerros de una misma zona en la periferia de Iguala, Guerrero.

No obstante, expuso una “aterradora” realidad, como ella misma la califica: A partir de un censo con las familias adheridas al grupo de búsqueda que Citlali Miranda encabeza, se ha determinado que son alrededor de 450 personas desaparecidas, además de los 43 normalistas.

Explicó que desde un inicio, cuando llegó la PGR a trabajar en el caso de las fosas encontradas, las autoridades han tomado muestras de ADN a las familias y a 80 de los 105 cuerpos localizados, lo que ha permitido la identificación de 13 personas, 11 de cuyos restos se han entregado a sus familias.

Señaló que están incorporados a la búsqueda los integrantes de unas 450 familias, que tienen uno o hasta tres familiares desaparecidos, y a partir de un censo se ha logrado elaborar una lista de las personas cuyo paradero se desconoce, en la que el caso más antiguo data de 2007.

El planteamiento original de búsqueda en fosas se ha modificado, sin embargo, pues a partir de que las autoridades llegaron el plan cambió hacia una búsqueda en vida, explicó.

Miranda Mayo rememoró cómo fue que comenzó la búsqueda de los desaparecidos a partir de que “un grupo de amigos nos reunimos”, en su objetivo primario que era buscar a los normalistas.

Poco a poco fueron dándose cuenta que, además de los estudiantes, había más personas de las que se desconocía su paradero y “empezamos a organizar a las familias, pero fue de manera fortuita. Las primeras ocasiones en las que tuve la oportunidad de subir (al cerro) con la UPOEG, das un paso y encuentras una fosa, y das dos pasos y encuentras una fosa, y se convierte en una realidad escalofriante, porque una cosa a veces es escuchar, ver los periódicos, pero cuando ya estás ahí, te das cuenta, abres los ojos y dices: ‘esto no es posible que esté pasando’;es abrumador, es aterrador”, confiesa la psicóloga, que trabaja para la Secretaría de Educación del estado de Guerrero.

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