ARANCELES impactan competitividad del sector AUTOMOTRIZ y afectan a DECENAS de MILLONES de EMPLEOS

En la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz piensan lo mismo, que no hay tiempo para desmontar, aunque no descartan que los aranceles, de imponerse, mermen la producción en México. Mudarse a Estados Unidos les parece del todo “descabellado”.

El incremento de aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio ha generado preocupación en el Estado de México, principal productor automotriz del país con el 24% de la producción nacional.

  • José Luis Urrutia, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), declaró para La Jornada Estado de México que si bien son varias las industrias afectadas, el sector automotriz es uno de los principales, mismas que podrían tener restos de competitividad.

“Podemos imaginarnos el daño del impacto, dado que el Estado de México es uno de los principales estados productores en el sector automotriz. Sabemos que mucho del acero va en este sector; también tenemos industria pesada, industria de múltiples bienes que ocupan aluminio y acero, y definitivamente hay una afectación importante. La preocupación creo que está en las cadenas de suministro que están involucradas con Norteamérica”, comentó.

El sector automotriz en la entidad representa el 24% de la producción nacional

De acuerdo con la Secretaría de Economía federal, el sector automotriz en la entidad representa el 24% de la producción nacional, posicionándose como la industria más relevante. En 2023, este sector recaudó 8 mil 502 millones de pesos por exportaciones, de los 58 mil 484 millones generados a nivel nacional.

Según datos oficiales, el 60% de los componentes automotrices utilizan acero y el 15% aluminio.

  • Además, el Instituto Mexicano del Aluminio (IMAL) reportó que el estado alberga 12 plantas siderúrgicas y 8 procesadoras de aluminio, las cuales emplean en conjunto a más de 35,000 personas.
  • Gustavo Guadarrama, director de la Asociación de Distribuidores de Automotores del Estado de México (AMDAMEX), indicó que los efectos de la pandemia, sumados a factores recientes, han mermado la competitividad local
  • “En 2017, el precio promedio de vehículos era de 278 mil pesos; a fines de 2024, se posicionaban en 559 mil pesos. Desde agosto, comenzamos a perder ventas a nivel nacional frente a competidores como la Ciudad de México”, apuntó.

Incremento en aranceles puede reducir la competitividad

La dependencia económica estatal ha señalado las exportaciones manufactureras de la región están vinculadas a industrias intensivas en metales, con Estados Unidos como principal destino. Canacintra estima que un incremento del 25% a los aranceles puede reducir la competitividad de las empresas. Urrutia explicó las estrategias que podrían mitigar el impacto.

“Cada empresa tiene diferentes estrategias para resolver estos riesgos. Una es la diversificación de mercados; otra tiene que ver con reducir costos y absorber parte del efecto. También es importante fortalecer el mercado interno, algo alineado con el Plan México a nivel federal”, apuntó.

Necesidad de explorar nuevos mercados

Tanto Urrutia como Dante León Ortega, especialista en economía de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), coincidieron en la necesidad de explorar nuevos mercados sin descuidar la relación comercial con Estados Unidos.

  • Cabe destacar que, según la Industria Nacional de Autopartes A.C., este sector genera cerca de 108 mil millones de dólares en divisas, casi el doble de los 64 mil 745 millones de dólares obtenidos por remesas en 2024, cifra considerada récord histórico.
  • La combinación de costos elevados, dependencia de insumos metálicos y presión en precios de venta coloca a la entidad en un escenario complejo.
  • En diversas ocasiones empresarios han señalado para este medio que si bien podría tratarse de una herramienta de negociación para el tratado de libre comercio, la incertidumbre termina por afectar el mercado.

Miles en empleos en juego

México ocupa el lugar número 8 del mundo en exportaciones y Estados Unidos es su primer destino comercial, un país que puede engullir toneladas de mercancía de toda clase. Vivir al lado de Donald Trump también tiene alguna ventaja.

A los vecinos del norte les gustan los coches y tienen dinero para comprarlos, pero hace tiempo que cedieron parte de su capacidad productiva en favor de México, donde la jornada laboral le sale más rentable al empresario.

En Cuatitlán Izcalli, a una hora y pico de la capital Mexicana, una torre se corona con una marca símbolo del añejo poderío económico de Estados Unidos, la Ford. Allí trabajan miles de obreros y una conversación en español monopoliza sus jornadas laborales y seguramente la de sus cocinas cuando llegan a cenar: los aranceles de Trump.

“No se habla de otra cosa”, dice uno de ellos a las puertas de la impresionante factoría. Cómo no, si las tasas que quiere imponer el republicano a las exportaciones mexicanas tienen en vilo a medio país, con su presidenta, Claudia Sheinbaum, a la cabeza.

  • El sector automotriz es clave en todo esto, porque es la gallina de los huevos de oro en el comercio con Estados Unidos, donde va alrededor del 80% de los automóviles que se venden al extranjero.
  • El año pasado, entre vehículos de motor y piezas para fabricarlos, México ingresó cerca de 100.000 millones de dólares, la mayor tajada de las exportaciones, y fue la General Motors, otra de históricas firmas estadounidenses, radicada en Coahuila, la mayor responsable de ello. Después va la japonesa Nissan y después, la Ford.

“No se habla de otra cosa”, insisten los trabajadores, anegados en la incertidumbre que solo Trump sabe imponer en el comercio mundial.

¿Adónde irán sus empleos? El republicano tiene una idea en su mente, o eso dice: devolver a Estados Unidos la grandeza de otros tiempos, es decir, que sean ellos quienes recuperen la producción de automóviles, entre otras, y dejen de depender de ese “comercio estúpido” con el que se siente “estafado”.

  • Detroit debe abrir de nuevo su taller mecánico. Los magnates de la economía y las finanzas no contaban, quizá, con que el mundo globalizado tiene estas cosas. Ahora han dado un volantazo hacia una suerte de autarquía, con Trump de abanderado, pero no será fácil, ni rápido ni gratis, que el mundo se desenmarañe de los múltiples lazos.
  • La factoría de la Ford en Cuautitlán (Estado de México, la enorme industria que rodea a la capital) abrió en 1964 y ocupa 82 hectáreas de terreno. Unos kilómetros más allá, en Naucalpan, la misma compañía inauguró en septiembre de 2022 una ciudad para ella sola, su centro de tecnología y negocios, donde cada día entran a la chamba, como dicen en México, miles de empleados.
  • Tiene campos de fútbol y “amenidades de primera categoría”, según reza en su web, con un cuidadoso sistema sostenible con los desechos, las aguas y la iluminación, algo que no pueden decir millones de mexicanos. Eso no se hace de un día para otro, ni tampoco se planifica en una tarde.

“Los análisis empresariales para montar una factoría llevan entre tres y cinco años, por no hablar de la proveeduría y el empleo”, dice Francisco González, presidente ejecutivo de asociación que reúne a la Industria Nacional de Autopartes (INA) en México. Así que, González calcula que desmontar todo el tinglado para llevarlo a Estados Unidos tomaría un periodo de 20 o 30 años. “Trump ya no va a estar”.

  • A González le tocó aquella época en que llegaron a México la Audi, la BMW y la Mercedes, la Nissan y la Kia, o sea, cuando los magnates globalizaban la economía. Por eso sabe que mover esos paquebotes no es fácil.
  • Calcula que los deseos de Trump de reindustrializar su país necesitarán la instalación de 19 a 30 plantas automotrices nuevas que han de multiplicarse por siete en lo que a piezas y accesorios se refiere, sin contar con los trabajadores.

“A los estadounidenses ya no les gusta la manufactura y los mexicanos estamos en una curva poblacional adecuada”, afirma el jefe de la INA.

En la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz piensan lo mismo, que no hay tiempo para desmontar, aunque no descartan que los aranceles, de imponerse, mermen la producción en México. Mudarse a Estados Unidos les parece del todo “descabellado”.

Alrededor de 2,7 millones de automóviles salieron nuevecitos de México para Estados Unidos el año pasado. De todas formas, una merma en la producción también puede ser fatal para los mexicanos, habida cuenta de que el sector automotriz da empleo a cerca de 900.000 personas.

Si Estados Unidos estornuda, México se acatarra. Porque los coches no son lo único que colocan en aquel mercado, también los tomates y los aguacates, los ordenadores, cerveza, tequila y cuántas cosas más. El nuevo coronavirus se llama arancel, bien lo sabe el mundo.

El juego del gato y el ratón con el que Trump viene cumpliendo sus promesas electorales no es solo una táctica comercial para algunos, sin embargo. “Va en serio”, dice José Romero, del Centro de Investigación y Docencia Económicas de México.

  • Geopolíticamente, lo resume así: a Trump no le interesa ya México, ni se va a desgastar con Europa, le interesa la conquista de Canadá, como cultura similar, y le preocupa China. Es todo. Bueno, está Rusia, “con un PIB parecido al de Italia, no es enemigo existencial, puede ser hasta un amigo”, zanja el economista.
  • “Ni siquiera le interesa México como mano de obra [barata], no, quiere llevarse la industria”. Quizá la renuncia de Elon Musk, en julio del año pasado, a invertir en una planta de Tesla en Nuevo León, después de haberlo anunciado, fuera una pista que se pasó por alto. Aún así, hoy por hoy los aranceles subirían el precio al consumidor estadounidense.
  • “Los aranceles son solo un factor proteccionista que puede compensarse con incentivos fiscales para las empresas y ayudas al consumo. Puede que no tenga éxito en su idea, pero no se está dando un balazo en el pie, como dicen muchos”, responde Romero. “La confrontación de Trump está en el Pacífico”, o sea China.

Es una forma de verlo. Otros creen que el republicano no se atreverá a romper el tratado de libre comercio (TMEC) que han renovado los tres países norteamericanos. Romero dice que sí. Y no se declara pesimista, sino todo lo contrario, lo considera una buena ocasión para que México crezca e innove, o sea “una ventana de oportunidad”.

  • Los cálculos que hacía González unas líneas más arriba se le antojan pecata minuta al economista: “20 plantas nuevas con una inversión de 50.000 millones de inversión no es mucho para Estados Unidos”, afirma. Si dejan las naves vacías y se van, quizá los mexicanos puedan ponerse a producir para su propio mercado, añade.
  • Esa soberanía productiva también la anda buscando el gobierno de Claudia Sheinbaum, con su Plan México, acordado con los empresarios, pero eso también llevaría años, así que andar riéndose de los aranceles no se antoja prudente. La templanza de la presidenta en sus negociaciones con Trump pasará un nuevo examen el próximo 2 de abril, cuando cumple la prórroga en la imposición de tasas.

“El Gobierno mexicano está negociando a favor de que no se impongan aranceles a ningún sector, el automotriz no es el único”, dice Janneth Quiroz Zamora, analista de Monex. De hecho, asegura, “quien logró que se pospusieran los aranceles automotrices fueron las armadoras estadounidenses”, dice.

  • Las mismas que, según Romero, no se verían afectadas si volvieran a su país, porque tendrían incentivos para amortiguar el golpe. Pero el sector automotriz no deja de hacer ruido, porque es la joya de la corona en las exportaciones. “Esa es su relevancia, la exportación”, sostiene Quiroz, porque el peso del sector en el PIB apenas roza el 5%.
  • Aunque es difícil medir, porque hacer un vehículo no solo se necesita acero y aluminio (en el filo de los aranceles ahora) sino piezas, vidrio, plástico y la complejidad del mundo entrelazado. Las partes que componen un automóvil entran y salen de Estados Unidos a México, pasando por China, varias veces hasta que el coche sale rodando.

El trasiego de mercancías en la frontera entre Estados Unidos y México conforma una de esas postales del mundo actual, que hasta en su fealdad fascinan. Miles de camiones donde entra y sale de todo, también el fentanilo. Parece imposible detener ese frenesí. El acero y el aluminio son una buena muestra de ello.

  • Las exportaciones mexicanas tienen que pagar ahora un 25% de tasas para introducir esos productos en Estados Unidos. Sheinbaum espera al 2 de abril para jugar sus cartas y una de las medidas podría ser devolver el golpe -aunque no es la idea-, habida cuenta de que Estados Unidos exporta a México 12.000 millones de dólares en acero frente a los 6.500 millones que exporta México, según las cifras del Gobierno.
  • Así es en el mundo con todo, los pollos y los cerdos entran y salen por las mismas fronteras cada día.
  • La granja global. En 100 años seguirá habiendo mentes como las de Trump, pero es difícil que la economía intercontinental se vuelva más compleja de lo que ya es. De ahí, por cierto, los afanes del republicano por hacerse con el Canal de Panamá, por ejemplo.

Pero antes de los 100 años hay que atender la inminencia de los aranceles y los días pasan en México con la cadencia de una bomba de tiempo y el espesor de la incertidumbre. Están en juego muchas cosas. Nuevo orden mundial le llaman a esta tendencia autoproteccionista que obliga a los países a encastillarse en su propia producción, desde los garbanzos a las armas de guerra.

Nadie desdeña esta idea de la soberanía, cuya necesidad afloró la pandemia con tambores de emergencia. Pero mientras ese día llega habrá que negociar mucho para que el pretendido derrumbe del actual sistema económico, por parte de los mismos que lo levantaron, no se lleve por delante miles de vidas./Agencias-PUNTOporPUNTO

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