En agosto de 2024, se descubrió que la Antártida es cada vez más alta. Crece, aproximadamente, cinco centímetros cada año, debido a que el deshielo provocado por el calentamiento global hace que su peso sea menor y vaya flotando más.
Las consecuencias todavía se están analizando, pero parece que se están acercando a la superficie unas reservas de gas congelado que el continente guardaba en el fondo marino. A su vez, la disminución de la profundidad está reduciendo la presión sobre ese fondo, lo que facilita las fugas de gas.
- Los efectos que esto puede tener sobre el cambio climático pueden ser muy relevantes, ya que el gas del que estamos hablando es el metano, cuyo papel en el efecto invernadero y el calentamiento global es de sobra conocido.
- Solo en la Península Antártica se cree que hay unas 24.000 millones de toneladas métricas de carbono acumulado en el metano, lo que equivale a las emisiones de CO2 de origen humano durante dos años en todo el planeta.
Con el fin de averiguar si, en efecto, ese metano está llegando a la atmósfera, y también para conocer cómo puede afectar este suceso al fondo marino antártico y a su ecosistema, un equipo de científicos españoles viajará hasta el continente más frío del mundo para realizar una investigación pionera.
Algo que ya ocurre en otros puntos de la Tierra
La emisión de grandes reservorios de metano es algo que no solo puede estar ocurriendo en la Antártida. Ocurre, por ejemplo, en el otro extremo del mundo, en el Ártico, donde los sistemas de hidratos de gas están en un estado muy inestable y emitiendo una gran cantidad de metano a la hidrosfera.
- “En Siberia, con el deshielo provocado por el cambio climático, se está emitiendo una gran cantidad de metano que genera unos grandes cráteres en lo que es el subsuelo marino”, añade el geólogo Ricardo León.
Junto con Roger Urgeles, Ricardo liderará al equipo del proyecto ‘Iceflame’, en una colaboración entre el Instituto Geológico y Minero de Espala y el Instituto de Ciencias del Mar, ambos dependientes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). 26 personas trabajarán a bordo de un buque para recoger datos del fondo oceánico, desde los 500 a los 4.000 metros de profundidad, localizar fugas de metano y estudiar qué ocurre con el gas.
- “De lo que se trata es de ver el impacto que está teniendo el retroceso del casquete polar en las emisiones y, por consiguiente, su impacto en el cambio climático y en los procesos geológicos catastróficos que se pueden dar en el fondo del mar”.
En la Antártida no se ha hecho nunca una investigación de este tipo, sobre todo por la inaccesibilidad del territorio.
- Ello hace que, a día de hoy, se desconozca el estado de las estructuras del gas congelado. Además, otra duda es qué ocurre con ese metano una vez se libera, ya que existen diferentes posibilidades.
En zonas profundas, puede ir a parar al fondo marino, produciendo un cambio en la química de los océanos, mientras que en zonas someras puede ir a parar a la atmósfera.
- “Sin embargo”, matiza Ricardo, “hay una gran cantidad de microorganismos que precisamente se alimentan de este metano, y sobre todo en los fondos marinos, donde consumen gran cantidad de este gas que se está emitiendo en zonas profundas”.
El 25% del metano se encuentra en la Antártida
Aproximadamente el 25% de las reservas de metano del planeta se encuentran congeladas en la Antártida. Desde hace varios años, se conoce que está habiendo una disminución en esta cantidad de gas, pese a que desde hace 6.000 años estos sistemas de hidratos gas “estaban aumentando” debido a un periodo más frío, un cambio que se debe a la aceleración y la disminución de los glaciares del casquete polar, explica Ricardo León.
- Todo ese metano ha llegado hasta ese punto del planeta por diferentes vías. “El plancton que está en la columna de agua, al morir en el fondo del mar consume todo el oxígeno y entonces se reduce y genera metano”, añade Ricardo, en lo que se conoce como “oxidación anaeróbica del metano”, algo muy parecido a lo que ocurre en los intestinos de muchos animales, que expulsan (expulsamos) metano mediante flatulencias.
“Otra de las vías”, continúa el geólogo, “es la catálisis de los microorganismos que se van enterrando, por lo que tienes un reservorio de hidrocarburos como el metano, el etanol o el butano”, algo que estaría directamente relacionado con la producción del petróleo.
“Y luego hay otra producción de metano que ya no es biogénico, que es el que se produce por la alteración de rocas basálticas”. De un modo u otro, el gas se va generando y congelando por el frío, hasta el punto de convertirse en un gran almacén cuya liberación completa podría alterar significativamente la química de su entorno.
“Debemos estar un poco orgullosos de esto”
- La expectación del viaje del equipo de Iceflame es muy alta, debido a que supone una oportunidad única para comprender lo que ocurre en el lugar con la temperatura más fría del planeta y cómo ello podría estar afectando al clima.
- Varios miembros de la comunidad científica se han ofrecido a colaborar, por ejemplo, para probar equipos de tecnología puntera que sirvan para realizar análisis lo más precisos posibles.
“Debemos estar un poco orgullosos de esto”, reivindica Ricardo. “Los españoles, aparte de ganar la Eurocopa, también llevamos proyectos punteros a la Antártida”.
- Las campañas hasta ahora realizadas han dejado una serie de datos que han permitido a los científicos de Iceflame concretar una zona en la que creen que se pueden encontrar las grandes estructuras de gas.
Una vez las localicen, realizarán un modelo en tres dimensiones de la presión a la que está sometida el gas, tratarán de localizar burbujas que indiquen una posible emisión, analizarán la estructura del fondo del mar en busca de fallas para estudiar los estratos y tomar muestras del sedimento y utilizarán sondas que analicen las columnas de agua y su temperatura, además de examinar los microorganismos presentes en el agua para comprender la relación del metano con el ecosistema.
- Un trabajo ingente para el que necesitarán las 24 horas de cada uno de los 24 días que pasen allí, para lo que se han dividido en tres turnos desde que este domingo 12 de enero hayan salido rumbo a la Península Antártica desde Punta Arenas (Chile).
“En principio, no sabemos si va a haber o no va a haber estas estructuras”, expone Ricardo. “Nuestra hipótesis es que sí, y de hecho, ya hay notificadas algunas estructuras que pueden ser volcanes de fango”, de donde ascenderían los hidrocarburos gaseosos. Con todo, estarán atentos a cualquier hallazgo que implique un cambio en su plan de trabajo, de cara a recabar los máximos datos posibles.
Un viaje “movidito”
- La propia inaccesibilidad de la Antártida supondrá un reto añadido a la expedición. “Hay olas de cinco a ocho metros y un viento muy fuerte de casi 40 nudos”, explica Ricardo, que concluye reconociendo que, en esas condiciones, va a suponer un reto trabajar con las diferentes sondas.
“Vamos a estar muy pendientes de las ventanas de buen tiempo para las sondas más críticas”. Mientras tanto, cuando haga mala mar, emplearán otras herramientas más resistentes, además de reducir los trabajos en cubierta para prevenir riesgos.
- Pero más allá del tiempo que haga en la Antártida, el propio viaje puede ser duro para el equipo de investigadores, que pueden sufrir alguna indisposición debido a los mareos producidos por un mar tan bravo. “Es una sensación bastante jodida”, reconoce Ricardo, “porque además es una cosa que no depende de ti”.
- “Es delicado porque realmente incapacita a la gente”. Él nunca se ha mareado, pero habrá compañeros que deberán hacer uso de algunos medicamentos para reducir los efectos del mareo y esperar a que el cuerpo se acostumbre con el paso de los días.
El día 8, llegarán a la isla Rey Jorge, desde donde cogerán un avión que les llevará de vuelta a Punta Arenas para analizar todos los datos que hayan recabado.
- “Nadie de la comunidad científica internacional ha estudiado los sistemas de hidratos de gas como nosotros lo queremos investigar”, recalca Ricardo, que ya se encuentra a bordo de un barco en busca de las fugas de metano de la Antártida.
La primera fuga se descubrió desde hace años
Una investigación ha estudiado cómo se está produciendo esto en la única fuga descubierta en la Antártida, donde está evolucionando de forma diferente a como pensábamos que ocurría.
- La filtración de metano en la Antártida en realidad se descubrió en 2011, pero han tenido que pasar estos años para que se pueda estudiar mejor cómo se está desarrollando.
- Ahora un equipo de ecólogos marinos de la Universidad Estatal de Oregon ha publicado las conclusiones de su estudio en The Royal Society, desvelando cómo las cosas se han dado diferente a como esperaban. Una preocupación más a tener en cuenta para la Antártida, un inmenso laboratorio natural que es esencial para la investigación científica.
El problema aquí reside en que el metano es uno de los gases que más contribuyen al efecto invernadero.
- Generalmente cuando una fuga de metano se produce también se genera una especie de «capa» de microbios que viven ahí y se alimentan del metano. Con esto se reduce la emisión real que llega a la atmósfera.
- En la fuga encontrada en la Antártida dicha capa de microbios ha tardado mucho más de lo esperado en formarse, tan sólo cinco años después de que la fuga apareciera se ha generado una capa de microbios.
Esta capa de microbios tampoco parece estar consumiendo todo el metano que los expertos estimaban, por lo que se está liberando a la atmósfera más del esperado.
Si estas fugas se siguen produciendo y si su mitigación de forma natural no se da como en el resto dela Tierra, podría contribuir de forma grave al efecto invernadero.
- La mayor parte del metano se ha generado probablemente por las descomposiciones de algas que quedan enterradas bajo sedimentos en el lecho marino. El metano que se escapa normalmente es consumido por estos microbios que conviven ahí, otras veces directamente se disuelve en el agua.
- Ahora bien, si no hay microbios suficientes para esta tarea, el metano acaba expulsado a la atmósfera. En un análisis más en detalle de este caso, los científicos esperan determinar si este problema es propio sólo de la Antártida y su clima más frío o puede darse en otros lugares también.
Y, ¿qué ha provocado esta fuga? Por una vez parece ser que este problema en el Polo Sur no se debe al calentamiento global que sufre toda la zona.
La razón por la que los investigadores descartan esto es que el Mar de Ross donde se ha encontrado la fuga no se ha calentado de forma significativa como otras partes de la Antártida. Queda por ver ahora si el lento consumo por parte de los microbios tiene que ver o no con la actividad humana./Agencias-PUNTOporPUNTO