A escasos dos meses y medio de tomar posesión como presidente de la República, el escenario que le espera a Andrés Manuel López Obrador en materia de seguridad es totalmente adverso: gobernará con el 80 por ciento de las presidencias municipales controladas por el narcotráfico, con una policía al servicio del crimen, quince cárteles en expansión –con amplias ramificaciones violentas que trastocan la gobernabilidad en varios estados– y luchas a sangre y fuego por el control territorial.
- Según una radiografía sobre la presencia del narcotráfico en los municipios del país, elaborado por el área de Asuntos Municipales y Regionales del Senado de la República, el 80 por ciento de los ayuntamientos están gobernados por autoridades que tienen un vínculo directo e indirecto con alguna modalidad del crimen organizado.
- El estudio, de esta forma, da cuenta del avance de los grupos criminales en el territorio nacional y su infiltración en la vida política. La radiografía sostiene, de igual forma, que esta es la causa de que las policías resulten ineficaces en los municipios, pues sus jefes –mandos altos y medios– tienen vínculos con los grupos criminales en las demarcaciones donde operan.
- No es todo: En los últimos diez años, la dinámica de los cárteles de la droga ha cambiado y se han convertido en verdaderas empresas del crimen con una veintena de actividades criminales –independientes del tráfico de enervantes– y su estructura también presenta modificaciones: ahora los cárteles se han fraccionado en células poderosas y violentas cuyos ramajes están enlazados con otros grupos criminales activos en todo el continente.
- Un ejemplo es el cártel de Sinaloa –el más poderoso del mundo–: tras la captura de su líder, Joaquín Guzmán Loera, sujeto a juicio en Estados Unidos, dicha organización criminal se dividió en cuatro frentes; es más dinámica, menos visible y ejerce un mayor control territorial en el país. De igual forma, su poderío está mejor cimentado con las alianzas que ha tejido con los cárteles del Golfo, La Familia Michoacana, entre otros grupos.
Del año 2000 a la fecha, la dinámica del narcotráfico ha variado en todo el país: un dato que sobresale es que ahora los cárteles gobiernan a través de sus aliados buena parte de los municipios del país, por lo que sus cotos de poder son amplios y no menos poderosos.
- De acuerdo con informes de la Drug Enforcement Administration (DEA) y de la Procuraduría General de la República (PGR), más de la mitad del territorio nacional está controlado por catorce cárteles, en su mayoría violentos, que están relacionados con altos mandos de las policías estatales y municipales –las más contaminadas del país –y cuyos efectivos fungen como sicarios, halcones o protectores de redes de secuestradores o narcomenudistas.
Esos mismos informes establecen, además, que el estado de Tamaulipas –donde dos exgobernadores (Tomás Yarrington y Eugenio Hernández) están presos por brindar protección al narcotráfico durante sus respectivos gobiernos –es la entidad con mayor número de grupos criminales asociados.
- Y enseguida se enumeran algunos de los más peligrosos que operan en esa entidad: Grupo Operación Zeta, Fuerza Especial Zeta, Metros, Rojos, Dragones, Ciclones, Fresitas, Pelones, Talibanes, entre otros, que han arrebatado el monopolio de la violencia a los cárteles hegemónicos –Los Zetas y al Cártel del Golfo– cuyas redes se extendieron por años en toda la entidad y aún operan en el corredor Tamaulipas–Nuevo León–Coahuila, uno de los más sangrientos.
- Ya desde los tiempos de Tomás Yarrington y Eugenio Hernández –dos de los exgobernadores priistas con escandalosas historias de riqueza, poder, impunidad y ligas con el narcotráfico– el crimen organizado tenía amplios dominios en la vida política, social y empresarial, pero en la actualidad el crimen organizado es amo y señor de las cárceles y controlan el tráfico de todo tipo de sustancias que cruzan a Estados Unidos con el apoyo de la policía del estado.
- En Tamaulipas este escenario de total control criminal minimizó la figura del Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, cuyo gobierno ha resultado un fracaso por sus fallas y desatinos en el combate al narcotráfico. Durante su mandato, las redes del delito se han incrementado, imparable la violencia que azota a todo el territorio.
Tanto de día como de noche –y este es un verdadero escenario de guerra– la metralla no cesa en diversos municipios, los más sangrientos, los que se ubican en el límite fronterizo con Estados Unidos: Miguel Alemán, Camargo, Ciudad Mier, entre otros, donde las balaceras ya son parte de la realidad cotidiana./SIN EMBARGO -PUNTOporPUNTO