Hace unos 20 años que Ricardo Rodríguez, habitante de Xochimilco, viaja en Tren Ligero con destino a su trabajo. Cada jornada laboral, dos veces al día, avanza de terminal a terminal convirtiéndose en uno más de las 110 mil personas que viajan en promedio al día en sus convoyes. Pero, contrario a lo que podría esperar, lo que ha vivido, platica, es un deterioro en el servicio. «Creo que lo que ha pasado con el tiempo es un deterioro, hay una especie de falta de ética en el transporte, en cuanto al trato al usuario, una suerte de dejadez», platica Rodríguez. «Cada vez es más decadente en cuanto a organización, calidad de servicio, precisión en horarios». El aumento del tiempo de traslado, del tiempo de arribo de los convoyes a las estaciones y las fallas constantes son algunas de las cosas que enlista. Y su percepción no resulta lejana de la realidad. En promedio, el Tren Ligero padece de una a tres interrupciones al mes en su servicio a causa de incidentes como choques y descarrilamientos, además de las provocadas por fallas eléctricas, mecánicas, robo de cables y hasta lluvias./REFORMA