La venta de armas de empresas de EE.UU., Europa e Israel a México, que se intensificó con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico, solo sirvió para incrementar la violencia y las violaciones a los derechos humanos y no representaron, en ningún caso, mayor seguridad para la ciudadanía, lo que se suponía era su principal objetivo.
- Esta es la conclusión central del informe «Comercio Mortal: Cómo las exportaciones de armas europeas e israelíes están acelerando la violencia en México», que fue realizado por la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, el Centro de Estudios Ecuménicos y otras organizaciones no gubernamentales de EE.UU., Bélgica, Italia, Israel, Alemania y República Checa.
- El documento, que fue presentado a finales del año pasado, adquiere relevancia en medio del debate que desató la histórica decisión del Gobierno mexicano de demandar a 11 empresas fabricantes y distribuidoras de armas de EE.UU., a las que acusa de promover prácticas que facilitan el tráfico ilegal a México.
El resultado más preocupantes es que miles de armas terminan en manos de los cárteles, como lo demuestran los decomisos anuales, y que las fuerzas Armadas y de Seguridad terminan usándolas para cometer masacres y violar derechos humanos.
De acuerdo con el informe, el problema no es solamente el tráfico ilegal, sino la exportación legal porque, entre más armas tienen las fuerzas Armadas y de Seguridad, mayor es la violencia.
Cifras del horror
El documento precisa que empresas con sede en Europa e Israel exportaron más de 238.000 armas de fuego a México para el uso de la policía estatal y municipal entre 2006 y 2018, es decir, desde que el expresidente Felipe Calderón inició la guerra contra el narcotráfico, hasta que terminó el Gobierno de Enrique Peña Nieto.
- Durante ese periodo, señala, la violencia aumentó drásticamente. Las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública establecen que en 2007, por ejemplo, hubo 8.867 asesinatos, pero en 2018 llegaron a los 35.964.
- Durante este periodo, las armas se vendieron a la Policía en los 32 estados de México. El 95 % está destinada a uso exclusivo del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, ya que la venta legal de armas a civiles está restringida.
«Estas transferencias de armas no condujeron a una mayor seguridad para la población mexicana», subraya el Informe, ya que México sufrió más de 276.000 asesinatos entre 2006 y 2019.
Además, las fosas comunes se convirtieron en algo cotidiano. Las autoridades han informado de 3.631 hallazgos desde 2006, mientras que el número de desaparecidos ya supera los 80.000. En noviembre de 2020 había más de 37.000 cadáveres siguen sin identificar.
- La violencia, denuncia, ha desplazado por la fuerza a más de 346.945 personas de sus comunidades desde 2006, mientras que los homicidios con armas de fuego es el que más ha crecido en México desde 2007, tanto en hombres como en mujeres. Hoy representan el 70,8 % de los homicidios dolosos.
En 2018, además, seis de cada 10 mujeres asesinadas lo fueron con un arma de fuego: las matan a balazos. Es una de las principales facetas de los feminicidios.
- La información recabada por las organizaciones señala que los homicidios con armas de fuego aumentaron más de seis veces con respecto a 2006. En 2019, ya había una alta tasa de más de 19 homicidios por cada 100.000 personas, lo que implica que en 2019 se cometieron más de 24.000 asesinatos con armas de fuego, la cifra más alta desde que se comenzaron a llevar registros en 1997.
Por otra parte, en 2018, de los 18,9 millones de delitos estimados donde la víctima estuvo presente, los delincuentes portaban un arma de fuego en casi uno de cada tres.
Masacres
El informe recuerda que los defensores de la estrategia de seguridad militarizada suelen tratar de justificar la venta de armas a la policía en México como algo ‘necesario’ para luchar contra los delitos violentos.
«Sin embargo, las y los mexicanos tienen menos confianza en la policía, que los residentes en casi todos los demás países del mundo estudiados por la organización Transparencia Internacional. La seguridad tampoco ha mejorado con el traslado de responsabilidades en materia de seguridad pública hacia el Ejército Mexicano y a la Guardia Nacional militarizada», advierte.
También explica que, cuando se trata de violaciones a los derechos humanos, las armas de fuego se utilizan como instrumentos para facilitar la comisión de ejecuciones arbitrarias, torturas, desapariciones forzadas, agresiones sexuales y desplazamientos forzados.
«Esto significa que las violaciones de los derechos humanos pueden implicar el uso indebido de armas de fuego por las fuerzas de seguridad. Así pues, el Estado debe velar por el uso adecuado de las armas de fuego por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, a fin de garantizar el derecho a la vida y a la seguridad de la población», reclama.
- El Informe subraya que las policías locales de México han cometido graves violaciones de los derechos humanos, incluidas un gran número de desapariciones forzadas.
- Por mencionar algunos ejemplos: en Coahuila, durante 2011, alrededor de 300 personas fueron desaparecidas y asesinadas por el cártel de los Zetas en una acción de venganza. El cártel ordenó a la policía municipal que no interviniera. El evento, conocido como La Masacre de Allende (porque ocurrió en el municipio de Allende), tuvo lugar durante cinco días e involucró a otros tres municipios cercanos.
Aunque los residentes hicieron numerosos llamados de ayuda, ninguna autoridad local o estatal respondió.
- En Veracruz, al menos 202 personas fueron desaparecidas por agentes de la policía estatal durante el mandato del ahora acusado exgobernador Javier Duarte, y se han documentado hechos similares en estados como Nuevo León y Zacatecas.
Uno de los casos que tuvo mayor repercusión internacional fue la persecución, masacre y desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, ocurrida el 26 de septiembre de 2014, en donde la Policía utilizó fusiles de asalto exportadas por el grupo italiano Beretta y rifles G-33 provenientes de Alemania.
¿De dónde vienen?
De acuerdo con el Informe, más de la mitad de las armas de fuego vendidas a la policía mexicana, entre 2006 y 2018, procedían de solo dos empresas de armas: Beretta, con sede en Italia y una filial en EE.UU., que vendió 108.660 unidades, incluyendo rifles y otras armas largas; y Glock, de Austria y que también opera desde EE.UU., que exportó 68.319 pistolas.
- A partir de 2006, la policía mexicana también obtuvo 24.280 armas de Israel; 22.221 de Alemania; 7.904 de República Checa, 4.168 de Turquía; 1.063 Bélgica y cantidades menores de España, Finlandia y Suiza.
En conjunto, las empresas europeas e israelíes exportaron suficientes armas de fuego para casi todos los policías estatales y municipales de México en el periodo 2006-2018.
Por otra parte, la mayoría de las principales empresas de armas de fuego europeas e israelíes también han establecido plantas de fabricación de armas en EE. UU., desde donde venden hacia México.
- Entre ellas están Beretta (Italia), Glock (Austria), FN Herstal (Bélgica), Sig Sauer (Alemani), I.W.I. (Israel), Ceska Zbrojovka (República Checa), Heckler & Koch (Alemania) y Walther (Alemania).
- Estas empresas venden a los enormes mercados civiles y policiales de EE.UU., pero también aprovechan las leyes de exportación de armas de ese país, que son menos restrictivas que las de Europa.
Se ha demostrado que, gracias a la faltad de controles, miles de armas producidas por empresas europeas que se venden a particulares en el mercado minorista de EE.UU., se trafican a través de la frontera con México para ser entregadas a las organizaciones criminales, lo que explica que el 70 % de las armas decomisadas provengan de ese país.
- Por eso, la demanda de México abarca a varias de las empresas europeas radicadas en EE.UU., como Beretta y Glock, además de las estadounidenses Smith & Wesson, Barrett Firearms Manufacturing, Century International Arms, Colt’s Manufacturing Company, Sturm, Ruger & Co. y los distribuidores Witmer Public Safety Group e Interstate Arms.
Más de 2.5 millones de armas han cruzado la frontera sur en la última década
En los últimos cuatro años, Ioan Grillo viajó miles de kilómetros en travesías que lo llevaron de México a Estados Unidos, Alemania, Rumania, Serbia, Bulgaria y Colombia, mientras seguía un rastro de hierro y sangre. Más allá de las cifras multimillonarias y las estadísticas escalofriantes, el escritor buscaba respuestas para un dilema ético.
“¿Te preocupa que las armas que vendes, de manera legal, después puedan caer en manos de delincuentes o terroristas?”, le preguntó a un vendedor de armamento en Bulgaria. El hombre lo miró fijamente y le dijo que no.
- El complejo mundo del tráfico de armas y su íntima relación con el auge de la violencia en países como México es el tema central de Blood Gun Money: How America Arms Gangs and Cartels, una investigación exhaustiva que llevó a Grillo por medio mundo mientras perseguía a diseñadores, fabricantes, distribuidores, traficantes y delincuentes unidos por un solo producto: el armamento.
- “La industria de las armas, como la de las drogas, es fascinante porque mueven sus productos con la lógica del capitalismo globalizado y las conexiones de sus productos. La gran diferencia es que el armamento tiene números de serie y se puede rastrear”, explica Grillo, escritor y periodista inglés que desde hace más de 20 años se ha centrado en la cobertura y el análisis del tráfico de drogas, la violencia y el crimen organizado en América Latina.
Durante su más reciente investigación pudo reconstruir la historia de un fusil AK-47 desde la fábrica que lo hizo en Rumania, pasando por su exportación hacia Estados Unidos, la venta y su introducción a México donde fue usado para asesinar a un agente del orden público.
“Los fabricantes hacen un gran esfuerzo para esconder los datos de rastreo al público, porque no les conviene que vinculen a las tiendas que venden las armas con las muertes de las personas. Les da vergüenza”, explica Grillo.
El Gobierno mexicano presentó en días recientes una demanda contra los principales fabricantes y distribuidores de armas de Estados Unidos ante un tribunal federal de Boston, argumentando que sus prácticas comerciales negligentes han desatado el derramamiento de sangre en México.
- Según la Secretaría de Relaciones Exteriores, el 70% de las armas que se trafican a México provienen de Estados Unidos, y solo en 2019, al menos 17,000 homicidios estuvieron vinculados al tráfico de armamento. Las autoridades calculan que más de 2.5 millones de armas han cruzado la frontera sur de Estados Unidos en la última década.
Los trabajos de Grillo fueron citados en la demanda interpuesta por las autoridades mexicanas.
—Muchos expertos creen que esta demanda es un gesto simbólico por el blindaje legal que la industria armamentística tiene en Estados Unidos, ¿piensa que tendrá alguna consecuencia práctica?
—La demanda de México es una iniciativa diferente y muy interesante porque en Estados Unidos muchos cambios en diversas industrias, como la farmacéutica y las tabacaleras, han comenzado en las cortes. Es importante porque son 11 empresas muy grandes que tendrán que llevar a sus abogados y someterse a un proceso judicial.
Además, hay precedentes como la demanda contra Century Arms por el tiroteo sucedido en 2019 en Gilroy, California, y el acuerdo de 33 millones de dólares logrado por algunas familias del tiroteo masivo perpetrado en la escuela Sandy Hook con Remington. El hecho de que se hable de esto en las noticias y que la gente lo comente, ya es una reacción positiva.
—La Asociación Industrial del Comercio de Armas (NSSF) y la Asociación Nacional del Rifle (NRA) respondieron a la demanda diciendo que el Gobierno mexicano es el responsable del auge criminal en el país, ¿qué opina al respecto?
—Estados Unidos sí tiene una gran responsabilidad en el tráfico de armas y la violencia en México, aunque el Gobierno mexicano debe mejorar mucho, no se puede negar la influencia del armamento que llega por la frontera. Imaginemos que Rusia le envíe dos millones de armas de fuego a Alemania y eso genere una ola de violencia con 200,000 muertos, sería inconcebible, ¿no? Los fabricantes tienen que asumir la responsabilidad y ver por qué sus productos están llegando a las manos de los cárteles.
No es normal que alguien entre a una tienda y compre 85 armas de fuego. No es posible que alguien en Florida adquiera mil armas para delincuentes que terminan en Colombia o Puerto Rico y se usan en asesinatos. Eso demuestra que no se hace un intento básico por frenar o reducir este tráfico. Y, al final, las empresas están ganando mucho dinero porque son millones de armas de fuego.
—¿En qué año sus investigaciones detectaron el incremento del flujo de armamento a México?
—De 1994 a 2004 hubo una prohibición que redujo bastante la venta de armas de guerra. Cuando la levantaron se comenzaron a registrar compras enormes y empieza la guerra en México, fue antes del gobierno de Felipe Calderón. Entre 2004 y 2006 comienzan a conseguirse armas de asalto, cuando estallan las peleas entre Los Zetas y el cartel de Sinaloa. Después todo empeoró.
—¿Qué opinan de la violencia desatada por el armamento los diseñadores, fabricantes y traficantes de armas que entrevistó para su libro?
—Suelen decir que la gente siempre ha usado armas y las ven como unas herramientas que tienen una demanda. Y ellos la satisfacen. Mientras cumplan con la legalidad de sus países, no lo ven como algo raro. Por eso es que los gobiernos deben actuar con otras medidas para controlar esa actividad.
—En muchos países de Europa, el control de armas ha dado buenos resultados…
—Cuando se controla la cantidad de armas de fuego que hay en las calles, se reduce la cantidad de muertos. En Francia, por ejemplo, luego de los ataques terroristas se intensificaron las restricciones y eso ha disminuido los ataques, de hecho, muchos son con cuchillos porque se cerraron las oportunidades para que los terroristas y delincuentes consiguieran armas de fuego.
—¿Cuál es la principal diferencia con Estados Unidos y América Latina?
—La explosión de tiroteos masivos en Estados Unidos es una de las consecuencias de que no existan controles para el armamento. Pero hay una paradoja porque, así como hay muchos delincuentes armados, también tiene policías entrenados y muchas cárceles por lo que hay cierto orden para atacar al crimen organizado.
En cambio, los países latinoamericanos tienen miles de delincuentes con armas de fuego, en su mayoría provenientes de Estados Unidos, pero no tienen buenos cuerpos de seguridad ni las instituciones para controlar la escalada de violencia. En algunos países, como Venezuela y Brasil, las bandas roban el armamento de la policía todo el tiempo.
—¿Qué es el conflicto armado híbrido que se menciona varias veces en su libro más reciente?
—Es un concepto que manejan varios académicos y yo lo retomo. Cuando tienes 700 sicarios enfrentando al ejército es algo distinto al crimen organizado, es algo que supera el comportamiento de las bandas delictivas normales.
Sin embargo, no llega a ser una guerra civil como la que se vivió en El Salvador durante los años ochenta, entonces ser trata de un conflicto constante en el que estás en una sociedad aparentemente normal y, al mismo tiempo, puedes tener grupos paramilitares con 200 tipos entrando a un pueblo en camiones y dejando fosas con 300 cuerpos de víctimas. Y todo eso pasa al mismo tiempo, como vemos en México./Agencias-PUNTOporPUNTO
Documento íntegro:
cmdpdh_comercio_mortal_de_armas_2020